La compañía barcelonesa de trajes nupciales Pronovias, antaño pujante y de una rentabilidad esplendorosa, navega a la deriva. Este verano se cumplió el quinto aniversario de su venta al fondo británico BC Partners. El dueño Alberto Palatchi Ribera propinó un soberbio pelotazo y cedió el 90% por 550 millones.

Una de sus primeras providencias consistió en tomar el AVE con destino a Madrid, donde fijó su residencia. ¿Motivo del fulminante viaje? En la capital no existe el confiscatorio impuesto sobre el patrimonio. Si hubiera continuado en su domicilio barcelonés, la Agència Tributària del Govern le habría cargado cada año una suma astronómica por el dichoso gravamen.

Un lustro después de aquella magna operación puede decirse que Palatchi acertó de pleno. Transfirió su consorcio justo cuando acariciaba la cúspide de su desarrollo.

Es de subrayar que entregó la firma, incluidos sus 700 empleados, no sin reservarse los valiosos activos inmobiliarios que la entidad albergaba. Ese paquete abarca la sede central de El Prat de Llobregat, las naves logísticas y, sobre todo, cinco tiendas Pronovias ubicadas en los mejores enclaves comerciales de Nueva York, Londres, París, Milán y Madrid.

El valor en libros del conjunto de los bienes raíces está cifrado en 500 millones. Palatchi los mantiene arrendados a la propia casa textil.

Los abultados caudales del financiero catalán no acaban aquí. Se completan con Gesprisa, una Sicav censada asimismo en Madrid, que almacena unos fondos líquidos de nada menos que 800 millones.

El caso es que desde el trasvase a manos foráneas, el grupo de vestidos de novia y fiesta no levanta cabeza. Sufrió un impacto tremendo por el coronavirus, que le acarreó la cancelación masiva de bodas previstas durante 2020.

Las secuelas víricas se extendieron al ejercicio pasado. En dos años desdichados, encajó un quebranto de 150 millones.

BC Partners ha cubierto el boquete mediante aportaciones de recursos que suman otro tanto.

PRONOVIAS EN CIFRAS (en millones de €)
Año Ventas Pérdidas
2021 98 -75,6
2020 77 -74,4
2019 151 -30
2018 156 -12,8

 

El inversor anglosajón se las prometía muy felices con Pronovias, pero de momento solo ha cosechado disgustos y números rojos. Costará dios y ayuda recuperar las cantidades desembolsadas en su día. Para rematar la faena, Pronovias debe a la banca 210 millones y otros 60 a BC.

Palatchi, de 73 años, siempre tuvo un buen ojo clínico para los negocios. Su padre, el sefardita Alberto Palatchi Bienveniste, arribó a Barcelona en 1914. En los años veinte abrió la tienda El Suizo, primero en la calle Comtal y después en paseo de Gracia, en la que expendía tejidos y bordados de alta calidad.

En 1960 ideó un nuevo concepto, el de los trajes de novia ‘prêt-à-porter’. Su hijo Alberto se incorporó en 1968. A la sazón, Pronovias facturaba 18 millones de pesetas (108.000 euros).

Tras una expansión fulgurante en las décadas de los 80 y 90, Alberto Palatchi hijo aupó la marca Pronovias a uno de los primeros puestos del ramo mundial de las prendas de novia.

Cuando traspasó el control a BC, el giro se había encaramado hasta los 160 millones de euros. Y sobre todo, embalsaba un copioso patrimonio de 700 millones.

Palatchi enajenó su emporio textil porque llegó a la convicción de que bajo su mando ya había escalado la cima. Además, ninguno de sus tres hijos abrigaba el menor interés en dedicarse a la empresa y empuñar llegado el caso la batuta.

La oportunidad del colosal petardazo surgió mientras Pronovias brillaba como nunca en sus cien años de historia. Tras largas negociaciones con varios pretendientes, Alberto Palatchi encontró su media naranja en el fondo BC. Así que adoptó la resolución más expeditiva y lucrativa de todas, la venta de su negocio familiar. Cinco años después de aquel hito señalado parece bastante claro que no erró.