Nunca he sido monárquico. La decepción del emérito, que en un lustro ha pasado ser de héroe a villano por corrupto, pesa. Ahora soy felipista convencido, desde el 3 de octubre del 2017, cuando el Rey defendió la Constitución Española de 1978 contra la declaración golpista de la Generalitat del ahora expresidente fugado a Waterloo, Carles Puigdemont, que nunca volverá a Cataluña.

Nunca me han gustado los Borbones, desde Felipe V, el nieto del rey Sol, Luis XIV: ninguno. Felipe V era un demente, Carlos IV un incapaz, Fernando  VII un indeseable, Isabel II una ninfómana, Alfonso XII, triste de ti, Alfonso XIII, un pornógrafo, don Juan, el Conde Barcelona, ni el mujeriego y corrupto Juan Carlos I. Sólo se salvan su antepasado del siglo XVIII, el rey alcalde de Madrid, Carlos III, y Felipe VI, del cual tiene una pintura en su despacho de la Zarzuela.

El pasado lunes, el Rey estuvo por quinta vez en este año Barcelona, sin que le recibieran el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, ni la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Aunque, como siempre, al final ambos compartieron con él la misma mesa.

Por la mañana, el Rey dijo que la Administración de Justicia es neutral y que está al servicio de la Constitución votada en 1978 por el 90% de los catalanes. En Cataluña, más que en el resto de España. No lo dijo, pero esa justicia ha puesto en prisión a muchos ministros socialistas y populares, por eso Pedro Sánchez echó a Mariano Rajoy hace dos años.

Pere Aragonés hizo un discurso en la cena de gala del 250 aniversario de Foment del Treball, la patronal catalana, la más antigua, creada bajo el Rey Carlos III, cuando Cataluña podía comerciar con las Indias. El presidente de la Generalitat nos engañó a todos, diciendo que sólo quería hacer un referéndum como el que hizo Escocia legalmente en 2014, pero es que la Ley Británica lo permitía. El partido nacionalista escocés le dijo a Artur Mas que no podía hacerlo. Y Aragonés lo sabe, como también lo sabía Mas.

Nos engañan...

En 2004 tuve una comida en Terrassa con Felip Puig, conseller de Obras Públicas y Política Territorial con Jordi Pujol. Nos dijo a los cuatro directores de medios que comimos con él que Pujol no podía reclamarlo, porque tenía muchos compromisos con el Rey. Pero que cuando lo dejara, entonces los nacionalistas pactarían con ERC.