Mientras los talibanes avanzaban sobre Kabul dispuestos a hacer respetar la Sharia a cualquier precio, en España nos entregábamos a algunas de esas polémicas churrosas que tanto nos gustan y que siempre guardan cierta relación con el espinoso tema de la libertad de expresión. Uno detrás de otro, dos cantantes y un cineasta (los tres en plena fase de promoción de sus últimos productos) conseguían ofender a algunos colectivos locales por la vía de la imagen. Zahara, cuyo último disco lleva el sutil título de Puta, irritaba a unos meapilas del PP toledano por retratarse con un atuendo y una pose que podían recordar a los de la Virgen María. C. Tangana, reciente responsable de El madrileño, se hacía una foto en un yate rodeado de jacas en bikini y luciendo camiseta imperio. Pedro Almodóvar, que abrirá el festival de Venecia con Madres paralelas, sacaba de quicio al algoritmo de Instagram con un cartel de la película (más feo que pegar a un padre, por cierto: ¡cómo se echan de menos los diseños del gran Óscar Mariné!) en el que, sobre un horrendo fondo rojo, se ve un pezón en primer plano del que pende una gota de leche. Zahara y Almodóvar recibieron ipso facto la solidaridad de los progresistas, pero el señor Tangana (Pucho, para los amigos) no tuvo tanta suerte, pues siempre sale más a cuenta irritar a la derechona o a Mark Zuckerberg que a las feministas, quienes me lo pusieron de vuelta y media por machista (si por lo menos fuese negro, siempre habría encontrado algún simpatizante de Black Lives Matter dispuesto a considerar la imagen una muestra de empoderamiento racializado).
En España cada día cuesta más abrir la boca (o hacerse una foto) sin molestar a nadie, pues tenemos ofendiditos para dar y vender, a derecha e izquierda y de norte a sur. Nadie ha descrito mejor la situación que aquel texto de El Mundo Today que rezaba: “Un bebé pronuncia sus primeras palabras y consigue ofender a ocho colectivos”. Si no fuésemos todos cada día más tontos, las imágenes de Zahara, C. Tangana y Pedro Almodóvar habrían pasado desapercibidas, interpretándose como lo que son: maneras de hacerse notar por parte de gente obligada a encontrar el modo de destacar sin llegar a los extremos de aquel personaje de las aventuras de Astérix que clamaba: “¡Fresquito, fresquito, mi pescadito!”. Los tres saben que tenemos ofendiditos para aburrir y que solo tenían que elegir el colectivo adecuado para darse un poco de pisto gratis: Zahara, los chupacirios del PP; C. Tangana, las feministas más obtusas; Almodóvar, los obsesos del pezón femenino que están al mando de las redes sociales.
A Zahara y a Pedro les ha salido la jugada redonda, a Pucho no tanto: prueba de ello es que es el único que se ha visto obligado a disculparse, diciendo que lo suyo era una parodia de las fotos de raperos de antaño; el problema es que la parodia era prácticamente indistinguible del original, aunque hay que reconocer que lo del señor Tangana es una versión más suave y hasta elegante. ¿O es que nos hemos olvidado del gangsta rap y aquellos negros con pistolas, chándal rutilante y mucho bling bling rodeados de señoras a cuatro patas con pinta de romances de pago? En cualquier caso, el hombre ha conseguido que se hable de él, aunque sea para mal. Por su parte, Zahara y Almodóvar se han colgado nuevos galones progresistas y han demostrado tener muy buen ojo para el autobombo.
Si no se forma parte de ningún grupo de ofendiditos, la cosa se resuelve de forma mucho más sencilla:
1. La foto de Zahara: Bah, lo de la imaginería católica está más visto que el tebeo y ya le sacó Madonna todo el jugo hace años. A ver si nos estrujamos un poco más el magín, guapa (y los del PP, a callar, que es lo que hicieron ante aquellas imágenes de Isabel Díaz Ayuso en plan Dolorosa que salieron en la prensa).
2. El cartel de Madres paralelas: ¡Joder, qué cosa más fea!
3. La foto de C. Tangana: Un cani rodeado de tías buenas en un yate. ¿Ganas de fardar? ¿Muestra de ironía (dicen quienes le conocen que Pucho no tiene un pelo de tonto)? ¿Y a mí qué más me da?
Pero los ofendiditos son incapaces de reaccionar con tanta nonchalance. Ellos están para ofenderse. Los creadores se han dado cuenta y han encontrado en ellos un socio ideal para la promoción. Lo de Pucho no lo tengo tan claro, pero me parece evidente que Zahara y Almodóvar fueron directamente a por los meapilas del PP y el algoritmo pezonero, respectivamente. ¿O soy el único que piensa que los ofendiditos son el nuevo target promocional?