El título del artículo apunta una obviedad. Sabemos todos que la sede de la Agencia Europea del Medicamento, lamentablemente, no está en Barcelona (está en Ámsterdam), pero parece haberse olvidado por qué no está aquí. Y quienes más lo olvidan son los del “ni olvido, ni perdón”.
Por supuesto, la adjudicación de la sede a Barcelona era una posibilidad, sólo eso, pero una sólida posibilidad. La candidatura de Barcelona se consideraba la mejor técnicamente y la más atractiva. Ofrecía una ubicación de lujo en la Torre Agbar, un entorno ciudadano reputado, una tradición local notable en el campo hospitalario, biomédico, farmacéutico y universitario. El problema fue que el trámite de adjudicación coincidió con el intento secesionista de otoño de 2017.
La decisión sobre la sede se adoptó por el Consejo Europeo de Asuntos Generales el 20 de noviembre de 2017, al poco de la declaración unilateral de independencia. Barcelona no pasó ni la primera ronda de votaciones. Fuentes europeas señalaron que la incertidumbre política del momento lastró irremisiblemente las opciones de Barcelona.
¿Cómo iban a dar la sede a la ciudad candidata de una región a la que unos sediciosos pretendían sacar de España, dejarla fuera de la UE y convertir en un sinsentido la adjudicación?
Esa lógica aplastante no cupo en las cabezas secesionistas. Carles Puigdemont culpó al Estado de haber sentenciado la candidatura de Barcelona. Al decir de ellos, los secesionistas no eran culpables del fiasco, lo era el Estado que impedía la secesión, luego la salida de la UE. Surrealismo puro. La primera condición para aspirar a sede o beneficio de la UE es formar parte de un Estado de la Unión, lo cual nuestro Estado garantizaba impidiendo la secesión. Por eso, culpabilidad del Estado, ninguna, sino todo lo contrario.
La Agencia garantiza la evaluación científica, la supervisión y el seguimiento de los medicamentos de uso humano y veterinario en la UE. Tiene cerca de 900 funcionarios, de una alta cualificación muchos de ellos, y un presupuesto anual de más de 350 millones. La mayoría de los medicamentos verdaderamente innovadores que se comercializan en Europa requieren la autorización de la Agencia. Además, la Agencia participa en la “gestión indirecta” del programa de Salud de la UE (EU4Health) de 2021-2027 con un presupuesto de 5.100 millones, ejecutable desde este 1 de abril.
En tiempos de pandemia resulta más que evidente la importancia del organismo que aprueba las vacunas para los Estados de la UE y dirime las polémicas científicas, recuérdense los casos de AstraZeneca y Janssen. Todo eso lo hace la “Agencia de Ámsterdam” --como así se la conoce-- y no la “Agencia de Barcelona”. Este es el coste de las gracias del secesionismo. Y no es el único.
Según el Colegio de Registradores Mercantiles, 3.028 empresas rehuyeron también la incertidumbre --aquel nefasto último trimestre de 2017-- y optaron por no tener sus sedes sociales en Cataluña. Hasta finales de 2020 la pérdida neta de sedes empresariales de Cataluña ha sido de 4.498, algunas tan simbólicas e importantes como CaixaBank, Banco de Sabadell, Catalana de Occidente, Gas Natural Fenosa o Aguas de Barcelona.
Y no cesan con sus gracias. En marzo pasado, el rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, acompañado de la ministra de Industria, Comercio y Turismo, visitaron la planta de Seat en Martorell como gesto de apoyo al compromiso de la empresa de invertir 5.000 millones y de producir allí coches eléctricos. Asistió la plana mayor del Grupo Volkswagen. No fue nadie del Govern de la Generalitat. Dicen que donde va el rey, no van ellos. ¡Qué infantilismo y qué coste tiene!
La economía de Cataluña no se ha hundido del todo por la vitalidad de la sociedad civil, incluso en algún sector ha mantenido una relativa pujanza. Pero es mucho lo que se ha perdido en oportunidades por culpa de la irresponsabilidad e incompetencia de los que continúan en el poder de la Generalitat.
¿Qué confianza se puede tener en esa gente para la gestión del fondo europeo de recuperación que corresponda a proyectos en Cataluña? Si no otra cosa, repetirán un “Seat” en cualquier ocasión próxima.
Que la sede de la Agencia Europea del Medicamento no esté en Barcelona --y por las razones que no está--, con todo lo que hubiera aportado en desarrollo de calidad y en prestigio a la ciudad, es ya un síntoma de decadencia. Y que el PIB de la Comunidad de Madrid (19,3% del nacional) haya superado por tercer año consecutivo al de Cataluña (19%) es otro síntoma.
La alcaldesa de Barcelona y la consejera de salud de la Generalitat han acordado ahora impulsar la candidatura de Barcelona para la sede de la Agencia Europea de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias, de reciente creación. Es una buena idea.
Barcelona tendría posibilidades si, además de recabar con lealtad el apoyo del Gobierno de España, desde el Govern se añadiera al expediente de la candidatura el compromiso de no fomentar la independencia unilateral, a fin de que no se repitiera lo ocurrido con la Agencia Europea del Medicamento.