España es una gran nación que no se merece a los políticos que nos representan. Y no sólo estoy hablando del que manda, que también.
En noviembre ya no fui a votar, rompiendo así una tradición, porque no me gustaba nadie. Sólo iré a votar en las próximas catalanas, cuando Torra tenga a bien convocarlas.
Votaré a un partido español y catalán, of course, porque en Cataluña, desgraciadamente, hay más que el puto virus que nos aflige, y las greñas que han dejado temblando a las peluquerías en esta helada primavera. Como canta mi poeta favorito: ¿Quién nos ha robado el mes de abril?.
Antes votaba al Ciutadans del suicidado Albert Rivera --le voté desde 2006--, pero hace un año, Ciudadanos me decepcionó y ya no les volveré a votar.
No votaré a Vox por un doble motivo: porque no soy nacionalista --nunca lo he sido-- y no quiero alegrar a la banda de Puigdemont, que sueña con ese voto radical para decir que España odia a Cataluña, porque los indepes creen que ellos son los auténticos catalanes.
Tengo un dilema tortuoso, pero me interesa España y su gente...
Mis lectores saben que no he puesto a caldo al presidente Pedro Sánchez, no porque me guste, sino porque en estos momentos de crisis política, sanitaria y moral, envidio a la vecina Portugal, porque tenemos que aprender de ellos --España siempre ha tenido un complejo de superioridad respecto al Estado luso--. Allí, el Gobierno y la oposición, la izquierda y la derecha, van de la mano. Y no tienen el problema territorial español que nos amargará la vida...
Al margen del luto nacional, todo el mundo tiene un familiar o un amigo caído en esta neo-peste negra invisible de este maldito 2020.
Es el derrumbe el económico del mundo Occidental. Más en España que en Alemania, porque nuestra nación es el segundo destino turístico del mundo, con el 15% del PIB, y millones de puestos de trabajo que irán al paro. La crisis de 2008 fue un aperitivo --recomiendo que no hay que ver la cotización del Ibex-35, porque baja directamente, son vasos comunicantes, como sube la tensión arterial del cuerpo social...--
Hace dos meses que los economistas más optimistas vaticinaban que la caída nacional iba a tener forma de V, Yo, que soy un simple periodista experimentado, dije que ese optimismo no era realista, que la caída sería como la japonesa, en forma de L. Y que será en forma de V, de vacuna, cuando la ciencia descubra el secreto del Covid-19.
Tendremos que suspender muchas ceremonias.