Tradicionalmente, desde el conservadurismo político y económico español se toma al mundo anglosajón como gran referencia. Su capitalismo de corte más liberal despierta la admiración de nuestros conservadores, mucho más sensibles a lo que se cuece en Reino Unido y Estados Unidos que a la referencia franco alemana. Desde hace décadas, no cesan de apelar al modelo anglosajón como ejemplo de virtudes, desde la flexibilidad de su mercado de trabajo al menor peso del Estado en el conjunto de la vida económica. Además, sus universidades y business schools se han convertido en referencia intelectual, donde enviar a sus herederos para distanciarse de las anacrónicas y mediocres facultades del sur de Europa. Sin embargo, el Covid-19 parece haberles borrado de su memoria la referencia anglosajona.

Aún contamos diariamente los fallecidos por centenares, y buena parte del conservadurismo se siente satisfecho culpabilizando al otro de los muertos, alardeando, de manera más o menos explícita, que “de estar los nuestros en el gobierno, habría menos muertos”. Pese a los posibles errores del gobierno en la gestión de la crisis sanitaria, me cuesta comprenderlo.

Pero aún me resulta más sorprendente que, de repente, desatiendan lo que sucede en sus admirados Reino Unido y Estados Unidos. En ambos, tras una actitud inicial de enorme soberbia por parte de sus líderes políticos, se ha sucedido una crisis sanitaria que va camino de superar la que estamos padeciendo en España. Y si se nos acusa en reaccionar tarde y mal ante el drama que ya se vivía en Italia, los anglosajones contaban con dos advertencias previas, la italiana y la nuestra.  

Pero, además, también se olvidan de los comportamientos cívicos y políticos que se dan entre británicos y estadounidenses. A diferencia de lo que presenciamos en España, en el mundo anglosajón, en pleno caos sanitario, a nadie se le ocurre señalar al otro como responsable de los muertos. Las energías se orientan a salir del agujero en que día a día se van sumiendo. Un cierto sentido del patriotismo, puesto a prueba en situaciones límite, que confirma los análisis de Ted Honderich quien, de manera tan didáctica como profunda, entendió esos rasgos diferenciales del conservadurismo anglosajón, aquel que prefiere colaborar y reformar a rechazar sistemáticamente cualquier asomo de gobierno progresista.

Quizás ocurra que nuestros conservadores sean de un patriotismo relativo, que miran al mundo anglosajón cuando les conviene. Esta pandemia nos ha cogido a todos por sorpresa, España no es tan distinta del resto de países occidentales y de serlo, quizás sea por aquellas élites conservadoras que confunden el patriotismo con la defensa de sus intereses específicos.