Regularmente nuestra televisión pública nos recuerda que es líder de audiencia. Con un 13,5% de cuota de pantalla, TV3 es la cadena más vista en Cataluña, dice el titular. La información se acompaña siempre con una coletilla: también es líder en imparcialidad y credibilidad. Sin embargo, si hacemos caso a los datos que publica regularmente el CEO, el organismo estadístico dependiente de la Generalitat, el 80% de las personas que ven TV3 son partidarias de la independencia. El porcentaje de las que no lo son no llega al 15%. Es probable que este 80% de televidentes crean en ella y valoren positivamente el punto de vista con el que TV3 informa y entretiene. Pero lo cierto es que la parte de la ciudadanía que no es partidaria de la independencia ha dejado de verla y el liderazgo que mantiene desde hace casi dos años se sustenta en que sólo la mira una parte de la población.
No siempre ha sido así. Un repaso a los datos del CEO constatan que el 2005, el 57% de las personas que se consideraban no independentistas en Cataluña tenían a TV3 como su cadena de referencia. Lo era para un 61,4% de la ciudadanía que votaba al PSC, para el 34,7% de votantes del Partido Popular y el 74,4% de los de ICV.
¿Qué ha pasado desde entonces? El último informe del Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC), da algunas pistas. Asegura, como siempre lo hace, que los informativos de TV3 y Catalunya Ràdio son los que recogen una mayor pluralidad de voces. Pero constata también situaciones totalmente anómalas. Por ejemplo, que prácticamente todas las entrevistas que hizo entre septiembre y octubre de 2018 el programa Tot es mou, que cubre diariamente la franja horaria de la tarde en TV3, fueron a políticos o entidades soberanistas. Frente a 13 entrevistas a ERC y 13 al PDeCAT, Tot es mou sólo entrevistó a dos representantes de Ciutadans, la fuerza política más votada en las últimas elecciones autonómicas, y a uno del PSC. Incluso Bildu tuvo más presencia en el programa.
Este desequilibrio se traslada a toda la programación cuando se analizan las entidades vinculadas al debate político. En el caso de TV3, el 91,7% de las entrevistas se concentraron en la ANC, Òmnium y otras entidades soberanistas como la Associació Catalana pels Drets Civils. En Catalunya Ràdio el porcentaje fue de 89%. Dentro del pequeño porcentaje de entidades que no son partidarias de la independencia, no se escogió a ninguna que abogara por el federalismo o por soluciones compartidas. Esto a pesar que según el último CEO, un 30% de los y las catalanas se inclinan por una Cataluña dentro de una España federal y un 26% por el actual estado autonómico. Una cifra bastante superior al 35% que aspira a que Cataluña sea un Estado independiente.
¿Están TV3 y Catalunya Ràdio ejerciendo su papel de servicio público de cara a toda la ciudadanía de Cataluña? ¿La que es partidaria de la independencia y la que no lo es? Porque no está mal recordar, una vez más, que es toda la ciudadanía la que financia con sus impuestos los más de 310 millones de euros que cuesta mantener cada año nuestros medios públicos, una cifra que representa un tercio de lo que gastan todas las cadenas autonómicas en su conjunto.
Un presupuesto que es especialmente valioso si tomamos en cuenta los servicios esenciales que han sufrido graves recortes en Cataluña en los últimos años y que siguen sin recuperarse. Por ejemplo, los de atención a las víctimas de violencia machista. Según los informes del Govern, la red de atención llega sólo a una de cada diez mujeres que se estima son víctimas de violencia machista en Cataluña. El coste anual de los ocho servicios de atención especializada encargados de su recuperación es de 2.279.888 euros. Desde que comenzó la legislatura, se ha intentado conseguir desde el Parlament que se dupliquen, lo que supondría otros 2,3 millones de euros. Pero la respuesta es siempre la misma: no hay presupuesto. Al mismo tiempo, el portal de transparencia de la CCMA revela que sólo dos productoras externas, Mediapro y Minoria Absoluta, cobraron 15,5 millones de euros de TV3 durante 2016. Unas cifras que podrían ser aún más importantes porque los millones bailan cuando se intenta clarificar desde el Parlament lo que cuestan los programas de nuestra televisión pública pero no sucede lo mismo con las becas de comedor o el presupuesto para políticas de mujer caracterizados por una austeridad extrema.
Cataluña es líder en lista de espera sanitarias y de dependencia. El acceso a la vivienda es un problema acuciante para una parte cada vez más importante de la ciudadanía. Tenemos un 28,5% de niños y niñas viviendo bajo el umbral de la pobreza y medio millón de trabajadores pobres. Pero el debate que organizó TV3 con los candidatos y candidatas a las elecciones generales dedicó la primera hora y 20 minutos a hablar del procés sin hacer ninguna pregunta en relación a cómo se resolverían estas cuestiones.
Necesitamos unos medios públicos de calidad pero tenemos la obligación también que ser capaces de justificar por qué destinamos el dinero público a unas cuestiones y no a otras. Por qué no somos capaces de tener una televisión pública valorada por todo el mundo, vote lo que vote y piense lo que piense. La calidad de los medios públicos no se mide por sus niveles de audiencia sino por su compromiso con una información plural, rigurosa y constructiva. Necesitamos una televisión pública como la BBC, no como Fox News.