En Grecia arden los bosques y en España arde la política. De momento. También puede llegar a los bosques como cada año. Pero hoy la llama está en la política. ¿Elecciones generales? No las descarten. ¿En mayo, a la vez que las municipales, autonómicas y europeas? ¡Vaya mezcla! Habrá que estudiar si la ley y el sentido común permiten tal esfuerzo en el votante. Cuatro papeletas lo mismo es demasiado. Se introducen en la urna que no corresponde. Y sale elegido el no previsto. Mejor será ir por orden. Y que los partidos se organicen antes.
De momento ya hay uno organizado. El Partido Popular. Nuevo presidente. El joven e innovador Pablo Casado. Se impuso a la continuista, no se sabe de qué, Soraya Sáenz de Santamaría. ¿Continuista de Mariano? Difícil. De Mariano no hay nada para continuar. Fue una moda pasajera. Un balón sin aire imposible de levantar del césped. De ahí su fuga. Se cayó con su Gobierno sin la altura de su dimisión. Se cayó de su partido sin miras de futuro. Se cayó del pedestal de sus amigos a quienes abandonó. Abandono total. Sin ninguna explicación. Debería darla, si le dejan, claro. ¿Qué pactó Mariano para abandonarlo todo? Explícalo Mariano.
El otro, el PSOE, se está organizando. Entre nervios. Más tras las declaraciones de la ministra portavoz, Isabel Celaá, de que “nadie va a resistir más allá de lo razonable. Sería absurdo”. Tomen nota. ¿Llegar a mayo? Pedro querrá llegar al final. Pero los catalanes, digo el PDeCAT del caudillo Puigdemont, abandonarán a Sánchez antes de lo previsto. Se ha cargado a Marta, el hilo de comunicación con la Moncloa. El otoño será calentito y habrá que prepararse para cualquier novedad. Incluso las elecciones. Si se boicotea el nombramiento de Rosa María Mateo como administradora de RTVE y la aprobación del techo de gasto se acabó el Gobierno Sánchez. A votar. Antes de lo previsto por Sánchez. Una coz donde más duele. Tenemos dos partidos preparados para forzar elecciones, el PP y el PDeCAT, y el PSOE preparándose para lo mismo. Los demás que tomen nota.
En medio está la aprobación del examen del nuevo presidente del PP don Pablo Casado. No el examen político, sino el examen universitario. Compañeras imputadas. ¡Uf! Se acercan a él. El rector de la Universidad Rey Juan Carlos no cabe en los pantalones de lo que ha tenido que tragar y, además, no aparecen los trabajos del máster. ¡Vaya, vaya! No gana para sustos ni para disgustos. Ni el rector, ni el nuevo presidente del PP. No encuentra los papeles y, mientras, otros papeles, los medios de comunicación de Europa, lo presentan como un chico de extrema derecha. ¡Vaya, ya empezamos! Estos europeos…
Al menos queda clara la posición. Para Sánchez casi es mejor. Tiene clara la posición del adversario. Con Soraya puede que lo hubiese tenido peor. Ella sólo quiere gobernar y gobernar. Casado quiere derogar la ley del aborto y que no se toquen los huesos de Franco en el Valle de los Caídos. “No puedo tolerar la ruptura con nuestro pasado”. ¡Vaya! Vendía que quería un partido de futuro y se apoya en el pasado. Se va definiendo. Sobre todo de cara a las nuevas generaciones que están a punto de cumplir los 18 años y pueden ir a votar. Los viejos ya no cambian. A los jóvenes hay que ganarlos. Y no miran el pasado. Casado parece que sí. Incluso de esta forma le deja hueco a los Ciudadanos de Rivera Riverita. Ancho cortafuegos entre el PSOE y el PP que, seguro, aprovechará.
Tenemos nervios en el Congreso. Tenemos nervios en los partidos. Tenemos nervios en los políticos por situarse unos en la silla y por no alejarse, otros, del nuevo jefe. De todo hay. Estaban tan pegados a Mariano y a Soraya que ahora no hay hueco. Ya no tiene escaño seguro ni el bolso de Soraya.