¡La Cruz de Sant Jordi es... para Francisco Franco!

Manuel Trallero
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No es que yo crea que me la merezco, ni muchísimo menos. Ni que a nuestro dignísimo Gobierno –es una forma de hablar, ustedes ya me entienden— se le haya pasado ni remotamente por la cabeza. Pero como ahora estamos en pleno deshielo con España, y como el presidente del Gobierno de esa cosa se refiere a la declaración de independencia de Cataluña y al baile de gala del 1 de octubre pasado como “lo acaecido en el segundo semestre del año”, tal que si fuera el consejero delegado de una multinacional presentando el balance a los accionistas y el reparto de beneficios, me he dicho: “Calla, tú, que igual van cortos de pedidos y se les ocurre hacer una gracia”.

No se rían ustedes, porque se han visto cosas mucho más extrañas. Verbigracia en época del ínclito Vilajoana como consejero de Cultura, se la concedieron a un caballero que tuvo la amabilidad de recordarles que ya tenía la Cruz de Sant Jordi y le parecía feo tenerla repetida. 

Esta vez debo reconocer que sí, por fin se ha hecho justicia. ¿Quién puede merecérsela más que sor Lucia Caram, la monja indepe que se declaró “enamorada de Arturo Mas” cuando uno creía que lo suyo era más bien el amor a Cristo y cosas parecidas? Desde luego nadie como la Asociación de Familiares de Presos Políticos (o asina), que con solo pocos meses de existencia ya se ha hecho merecedora de tal distinción o de damas de honor de la reina de la Vendimia con banda amarilla, eso sí. Han premiado también a los barcos que traen a los negritos del Cola Cao envueltos en mantas de la Cruz Roja que quedan un primor en los telenoticias a la hora de cenar. Y pensar en que hubo algún malvado que incluyó fundar una ONG como propuesta para de hacer negocio a los nuevos emprendedores.    

Aunque me sabe mal reconocerlo pero encuentro algunas clamorosas ausencias. Por ejemplo, no entiendo por qué no se le han reconocido los méritos contraídos al diputado Salvadó en favor de la igualdad de género, ese que buscaba afanosamente candidatas con las tetas grandes para formar parte del Gobierno de Cataluña. ¿Y qué me dicen ustedes del mayor Trapero? ¿Puede haber alguien en quien concurran tantos méritos después de haberse inmortalizado así mismo con aquello de “pues buenu, pues adiós”? A mí me gusta más de uniforme con toda la chatarrería de medallas puesta, que parece un general ruso en el desfile del 1 de mayo en la plaza Roja de Moscú, a esos que iba invitado, por lo visto, Rafael Ribó cuando era comunista antes de vivir del momio.

Pocos habrán prestado mayor servicio a Cataluña como el señor Jaume Roures. ¿Cómo han sido capaces de olvidarse de semejante altruista? ¿O quizás lo prefiere en efectivo? Alguien que es capaz de producir un documental sobre algo que ni ha pasado ni lo estamos viendo y encima se queja, con toda la razón del mundo, de que no se lo ha comprado ninguna cadena de televisión de la malvada España, es un genio. Pero para mí el gran ausente de esta gala patriótica es el caballero que tuvo la pericia de embalsamar el cuerpo de Francisco Franco. Ese sí que les hizo un favor a los independentistas catalanes. ¿De qué iban a hablar si no? ¿Qué tema de charla distendida pueden tener en la Moncloa el presidente Sánchez y su homólogo Torra entre sorbo y sorbo de ratafía? Pues qué van a hacer con el fiambre del dictador cuando lo saquen del Valle de los Caídos. Mientras no se lo dejen olvidado en el asiento trasero de un taxi...

¡Qué gran película hubiera hecho Berlanga!

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¿Quién es... Manuel Trallero?
Manuel Trallero

​Ex periodista y ex casi todo lo demás. Tengo una edad ímproba, ¡incluso me acuerdo de que Franco murió en la cama! Eché artículos en 'La Vanguardia' hasta que me cansé. Hice un libro junto con Josep Guixá sobre Carmen Broto y otro solito sobre el (mal) llamado 'caso Palau'. Ambos tuvieron un éxito descriptible. Preparo una biografía de Jordi Pujol. Me he dado de baja del fútbol y del gintonic. Me gusta Schubert, aunque empiezo el día con Bach, mi ídolo fue Cassius Clay. Leo libros de historia en la cama. No soporto los restaurantes, las novelas ni el cava. Jamás veo la televisión ni oigo a Jordi Basté en RAC1. Practico la siesta del carnero y el boxeo.