Pensamiento

¿Condenados a repetirlo?

11 marzo, 2016 00:00

Hay una frase muy repetida que dice que "aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo". Podríamos preguntarnos quién la dijo y si nos parece acertada y por qué. La frase se escribió en 1906 y en inglés, en el primer volumen de la obra 'La vida de la razón'. Y donde se dice literalmente que: "Those who cannot remember the past are condemned to repeat it". Esto es, ya no quienes no recuerdan el pasado, sino quienes no pueden recordarlo. Digamos que esta cita, ligeramente retocada, aparece hoy en una placa de lo que ayer fue el campo de exterminio de Auschwitz. La escribió alguien con pasaporte español, que fue profesor en Harvard hasta que renunció a su plaza en 1912.

Había nacido en Madrid, en 1863, de padres españoles. Con nueve años se trasladó a vivir a los Estados Unidos. Se llamaba Jorge Agustín Ruiz de Santayana y Borrás (su familia materna era de Reus), desde entonces siempre escribió en inglés y sería conocido como George Santayana, notable ensayista que escribió poesía y publicó una novela exitosa. No fue un caso de 'fuga de cerebros', desoladora plaga que habría que doblegar para que no acabe con nosotros, sino un caso de adaptación familiar.

Si no me hago cargo de mi realidad histórica, esto es, si no la poseo o vivo de espaldas a ella, como si nada de lo que pasó hubiera ocurrido, entonces podré fácilmente volver a cometer los mismos errores pasados

Rechazó toda invitación a tener la ciudadanía estadounidense y mantuvo la española, pero el torso de su saber quedó desgajado del devenir de la cultura hecha en España y de sus nombres propios. Especializado en el pragmatismo, se doctoró en filosofía. Era agnóstico pero estuvo muy apegado a la tradición católica, veía la religión como poesía que se superpone a la ciencia y se acerca a la realidad suprema.

Hace poco se han traducido al español sus 'Pequeños ensayos sobre religión'. Hablando de pensadores de distintas épocas, manifestaba que "se rebelan contra una religión ajena a su naturaleza; son ateos solo por accidente y en relación a una convención que les ofende íntimamente, pero en sus almas anhelan poderosamente la aceptación religiosa de un mundo interpretado a su manera".

Sí, pero volvamos a la frase de marras. Está escrita en un contexto de sentido común y con la razón como estandarte; el concepto que nos distingue si llevamos una vida humana. Pero no podría firmar con la gente del Mayo del 68 que "mis deseos son la realidad", porque no es verdad. Puedo aspirar a que mis sueños se hagan realidad, pero, si 'deseo' lo que es literalmente imposible, por ejemplo que mis genes sean otros y mi historia otra de la que es, me tendré que aguantar. Es evidente. Y asumir este hecho con la esperanza de salir adelante. Como recitó Antonio Machado, "ni el pasado ha muerto ni está el mañana --ni el ayer-- escrito".

Si no me hago cargo de mi realidad histórica, esto es, si no la poseo o vivo de espaldas a ella, como si nada de lo que pasó hubiera ocurrido, entonces podré fácilmente volver a cometer los mismos errores pasados. El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante apostillaba: "Los que no conocen el pasado están obligados a ir ciegos hacia el futuro". Se mire como se mire, el asunto es que cada uno de nosotros concentre lo más que pueda la experiencia de la vida. Una formidable potencia.