Pol Morillas, director del CIDOB, en la entrevista con 'Letra Global'

Pol Morillas, director del CIDOB, en la entrevista con 'Letra Global' SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Ideas

Pol Morillas: "La imagen y proyección de un Occidente fiable y honesto se juega en Israel"

El director del CIDOB, autor de 'En el patio de los mayores', considera que Europa debe reaccionar, desde sus valores: "Europa es distinta, pero debe ser convincente", con la idea de que ha llegado "el momento fundacional" de la Europa geopolítica" 

Cuando Occidente ya no es el referente del mundo y Europa "puede morir": las lecciones de Pol Morillas

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Pol Morillas, director del CIDOB, politólogo, ha trabajado en el Parlamento Europeo y en el Consejo de la Unión Europea. Busca el matiz, la comprensión de un mundo que ha cambiado por completo. Razona, reclama diferenciar entre los gobiernos de los estados y las sociedades que los integran. Y pide algo de calma, pero desde la convicción de que habrá que adaptarse y rápido. Lo sostiene para Europa, para la Unión Europea, atrapada entre las exigencias de Estados Unidos y el auge del Sur Global, que ya no se casa con nadie. Sus reflexiones, muy útiles, con la idea de impulsar un relato “más asertivo” para Europa, las expone en El patio de los mayores, Europa ante un mundo hostil (Debate). En esta entrevista con Letra Global constata ese cambio en el planeta. Y señala que es el “momento fundacional” de la Europa geopolítica.

¿Tiene razón Macron cuando señala que Europa puede morir?

A veces pasamos demasiado rápido de las crisis existenciales a la autocomplacencia, la que ha mostrado la Unión Europea con la gestión de cuestiones como el Brexit o la pandemia, o con los fondos Next Generation. Nos vemos enfrentados a esos mensajes, como si estuviéramos en un punto de no retorno. Y eso desorienta mucho a la ciudadanía. Si lo hacemos tan bien, entonces no necesitamos reformas.

Y si vamos a morir, por qué luchar. Si la solución es la autocomplacencia, entonces no afrontamos las reformas necesarias, la crisis sobre el sistema democrático, por ejemplo. Y si no hay nada que hacer, entonces damos alas a los que se dicen patriotas que quieren devolver el poder a los estados. Yo no soy partidario ni de una cosa ni de la otra. Lo que digo es que, frente a los retos globales, con la capacidad actual, Europa no estará a la altura. Y en eso estoy de acuerdo con Macron.

¿A qué se debe enfrentar Europa?

Lo que ha sucedido es que se han quebrado los sustentos de Europa. Por un lado, la seguridad y la defensa, que ahora no están garantizadas. Hay una revisión sobre ello, con otras prioridades, como es la relación frente a China. El segundo sustento que falla es la creencia en el poder transformador del mercado, del comercio, de la apertura económica. Lo que vemos es que delante hay una vía proteccionista.

En tercer lugar, tenemos las normas internacionales. No invadirás a un país vecino, decíamos. Y ha sucedido con Ucrania. Se cuestionan las ideas que se defendían: la democracia y el liberalismo. Si estos tres sustentos fallan, la seguridad, el mercado y las ideas, entonces Europa debe madurar y lo que se daba por descontado ahora es su empeño. Es algo a lo que dedicarse. Con una mayor atención a la seguridad, con una política más asertiva frente a Estados Unidos y China, y desde la asunción de que no somos el único actor normativo. Europa nunca había pensado en esa situación, y ahora debe hacerlo.

Portada del libro de Pol Morillas

Portada del libro de Pol Morillas

¿Europa debe entender que sus valores ya no son los únicos en el mundo?

Sí, porque el valor consustancial de Europa, que es su modelo político, económico, y social, ya no se sustenta sobre capacidades. No se sustenta sobre intereses compartidos, que a veces son divergentes entre los estados miembros. Se sustenta por la manera de entender Europa y el mundo. Desde dentro se cuestiona, como vemos con el caso de Hungría. Los valores europeos pierden vigencia, pero creo que sería un error pensar que Europa como actor va a competir con los más fuertes, con el poder duro. No podemos pedir peras al olmo, ni sería conveniente. No es deseable que sea otra cosa de lo que es, pero sí debe reforzar las capacidades propias. Europa es distinta, pero debe ser convincente.

¿Debemos aceptar ya que Europa no comparte los valores de Estados Unidos?

Hemos visto que hay una brecha transatlántica. Hasta ahora eran maneras de entender el mundo, como comprobamos con el 11S. Hemos tenido visiones distintas sobre cómo reaccionar ante desafíos compartidos. Ha habido un convencimiento basado en la fuerza, por parte de Estados Unidos. Pero no eran diferencias sustanciales. Lo que está en cuestión, ahora, es el mercado abierto. Y los valores de fondo.

En la Casa Blanca se camina hacia otra dirección. Lo demostró el vicepresidente Vance, al pedir libertad de expresión para los grupos que Estados Unidos defiende en Europa, de extrema derecha. Estados Unidos tiene otros aliados en Europa distintos a los convencionales. Eso es un problema de raíz. Europa está enfocada hacia su este, hacia Oriente Medio. Estados Unidos está centrado en la confrontación con China. Hay diferencias, por tanto, en cuanto a los valores, internamente, y en la proyección externa.

¿Sería un error pensar que en Estados Unidos todo puede cambiar y que volveremos a la situación de hace unos años?

No hay ninguna garantía de que eso vaya a ser así. Tampoco de que la brecha sea insalvable. Justo estamos en esa situación, en la que algunos ven que hay que responder con aranceles recíprocos, de forma determinante, y otros que dicen que no nos lo podemos permitir, como Alemania, o Italia, que dependen mucho de ese comercio con Estados Unidos. O los países bálticos y del este de Europa, que, por razones distintas –de seguridad—piden que no nos precipitemos.

Otros países señalan que el cambio ha llegado para quedarse. De alguna forma ya lo decía el general De Gaulle, con la idea de que los deberes europeos no se pueden postergar. Luego, sucede que los republicanos, en Estados Unidos, no cambiarán, al margen del futuro de Trump. Y el Partido Demócrata ha visto que, en su sustrato natural, de clase trabajadora, con ciertos estudios, aunque no el más elitista, las ideas del movimiento MAGA de Trump están entrando. Por tanto, los demócratas, aunque con otras formas, han adoptado una visión según la cual Europa debe entender que ya no estará Estados Unidos para defenderla.

¿Occidente ya no existe, como ha dicho usted en alguna ocasión?

Occidente coexiste con el resto, y eso es una lección bastante dura de comprender. Después de tener la primacía en el ámbito internacional y en el ámbito económico, los polos de referencia han cambiado, del Atlántico al Pacífico. Y el optimismo, el momento de las sociedades, ya no está en Europa, donde rige la geopolítica del pesimismo. Hay optimismo en India, por ejemplo. Europa debe coexistir en esas nuevas circunstancias. El poder relativo disminuye. Europa no desaparece, pero entra en una lógica multipolar, con más fuentes de poder y de inspiración.

Donde Europa había sido la primera potencia, primero con el colonialismo, y después a partir de la influencia ejercida, en continentes como África, ahora los africanos optan, en función de sus intereses, por diferentes ofertas, desde el comercio, la economía o la defensa. Tienen un menú donde escoger. Y lo mismo sucede en Latinoamérica. Hay que aceptar que somos uno más.

Pol Morillas, director del CIDOB, en la entrevista con 'Letra Global'

Pol Morillas, director del CIDOB, en la entrevista con 'Letra Global' SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

¿Ha ganado el sur global y los países emergentes, y, por tanto, el ciudadano medio del mundo frente a Occidente?

Es que es cierto que hay otros modelos, con otros comportamientos, con apertura comercial, pero no política. Muchos millones de personas han salido de la pobreza, con una mejora de la calidad de vida. Luego hay clases medias en Occidente que se han empobrecido y que votan a fuerzas populistas, que contestan el modelo. Y nos dicen que la crisis de modelo la tenemos nosotros.

El desarrollo sin apertura política, hay que decirlo, también tiene su receta de éxito, y los países en vías de desarrollo se fijan en ello. Hay trampa, claro, porque el modelo chino, por ejemplo, tiene sus problemas, con su demografía, con una burbuja inmobiliaria. No está claro que el modelo chino sea permanente. Pero sí es un modelo más donde otros ven que puede ser válido. Es el síntoma del cambio. Muchos otros juegan en el tablero, y, además, tienen agravios históricos con Occidente, al señalar que la primacía que tuvo fue por una cuestión de dominación y eso está muy presente en el llamado Sur Global.

Occidente, ¿se ha ganado a pulso su situación de declive?

Ha mantenido dobles estándares, con Ucrania, o en Gaza o Siria. Con Ucrania en Naciones Unidas se entendió que no se podía utilizar la fuerza como lo hizo Rusia. Pero no se aceptó la respuesta, con sanciones económicas a Rusia.

Un país como India, por ejemplo, ve las cosas de otra manera. Entiende que no puede ir en contra de sus avaladores, considera que no puede ir en contra de Rusia. Ese sur global ve la clara vulneración de los derechos humanitarios en Gaza o los bombardeos en Damasco. Y considera que Europa, a través de Israel o de Estados Unidos, se toma la ley a su medida.

¿Se juega Europa en Gaza su propia razón de existir?

En buena parte la imagen y proyección de un Occidente fiable y honesto se juega en Israel. Lo entiende así el sur global. Israel es una democracia y nos unen más cosas que respecto a Irán. Pero a ojos de muchos países, Israel no tiene derecho, aunque sea una democracia, a sobrepasar los límites. Tiene derecho a la defensa de su población, pero no a una defensa sin límites, sin razón humanitaria.

Eso no es aceptable. El sur global recuerda estas cuestiones, porque entiende que no se puede utilizar el derecho internacional de forma sesgada. Y, además, teniendo en cuenta que Europa tiene instrumentos para hacer mucho más, como el Acuerdo de Asociación con Israel. Se debería revisar. Pero no hay un acuerdo interno en Europa para ello. Eso lo ve el mundo, y también ve los acuerdos armamentísticos con Israel.

Pol Morillas, durante la entrevista con 'Letra Global'

Pol Morillas, durante la entrevista con 'Letra Global' SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

¿Ese sur global, por tanto, entiende que Israel es el ‘hombre blanco’ en un entorno de no blancos?

Sí, porque es el elemento más paradigmático del ‘mundo de ayer’. Una cuestión, sin embargo, no quita la otra. Hay que estar en contra de los grupos terroristas que niegan la existencia de Israel. En Europa se defiende la solución de los ‘dos estados’, Israel y Palestina. Pero eso significa que se defiende el derecho de Israel a existir y a proteger a su población. Nadie lo niega.

Pero lo que se rechaza es que no se tengan límites para proteger eso. Y debemos ser claros al diferenciar entre estado y sociedad israelí. Ahora la sociedad israelí ofrece su apoyo al gobierno de Netanyahu, el gobierno más excluyente de su historia, de extrema derecha, que niega la existencia de Palestina y el futuro de los palestinos. Pero eso es ahora. La doctrina de ese gobierno no la compartimos, y Europa defiende la existencia de los dos estados. En cualquier caso, debemos hacer esa distinción.

La apuesta por la defensa, en la nueva coyuntura, choca con el Estado del Bienestar. Acaba de suceder en Francia. Macron ha anunciado más gasto en defensa, pero pocos días después, se dio a conocer un plan de recortes sociales. ¿Eso es lo que nos espera?

Es esa idea tradicional entre tanques o mantequilla. Pero creo que esa dicotomía, entre las dos cosas, es falsa. Y, además, será contraproducente. Si se invierte más en defensa, pero se hace en contra de los elementos consustanciales de Europa, los que marcan el estado de bienestar, puede dar pie a una reacción tan fuerte que no puedas contar con el capital social para emplear la fuerza.

Y hay, en cambio, otras soluciones. Europa puede endeudarse, pero no sólo eso. Debe incrementar los ingresos fiscales, y hay muchos elementos para ello, a través de una fiscalidad europea, que no existe hoy como tal. Se puede ceder fiscalidad nacional al nivel europeo. El sector privado tiene un papel, las empresas tecnológicas, por ejemplo. O poner el foco en los paraísos fiscales, que están dentro de la UE. El error es pensar que tendrás el apoyo social quitando derechos y recursos para destinarlos a la defensa. Lo hemos visto en anteriores ocasiones en Francia, con las protestas de los chalecos amarillos.

¿Europa deberá caminar sí o sí con dos velocidades?

Se ha hablado durante mucho tiempo de ello. Se quiso siempre apostar por el consenso, pero hoy es distinto, porque es una Europa de 27 estados. Algunos países no quieren una mayor integración. Pero sucede una cosa muy diferente ahora, y es que la confrontación es mayor que nunca. Hay otra receta delante, la de la Europa de las naciones, que quiere desmontar la Unión Europea. Es la primera vez que nos vemos en esa tesitura. Es el momento fundacional de la Europa geopolítica.