Las mujeres que hicieron el ‘Techno’
La plataforma Filmin estrena ‘Sisters with Transistors’, un documental dirigido por Lisa Rovner que repasa los orígenes de la música electrónica a partir de las compositoras e intérpretes femeninas
13 abril, 2022 23:00Una mujer descubre el feedback; otra, la reverberación. Algunas pegan unas cintas con otras para crear sonidos que cuenten historias. Así transcurre Sisters with Transistors, un documental que este mes de abril ha llegado a la plataforma Filmin, luego de haber pasado por varios festivales para desvelar la aproximación de las mujeres a los inicios del sonido electrónico. No estamos hablando de trance, house o de lo que se escucha a las cuatro de la madrugada en las tarimas del famoso festival Primavera Sound. Este es un sonido más antiguo, más natural; un sonido que viene de lo que ya escuchamos a diario, pero pasándolo a través de una máquina. Así se muestran las historias de las mujeres que aparecen en este lírico documental. Mujeres de la electrónica que crearon e inventaron con lo que tenían a la mano y que no habían sido reconocidas hasta ahora, aunque fuesen las pioneras del famoso y deleznable auto-tune.
El documental dirigido por Lisa Rovner comienza en la década de los años 30 con Clara Rockmore, intérprete de theremin, un artefacto tan extraño que nos recuerda a las películas de ciencia ficción. El documental toma vuelo en la Segunda Guerra Mundial cuando la músico experimental Delia Derbyshire comenta que fueron las sirenas del ataque aéreo durante el bombardeo de Coventry en Reino Unido las que hicieron que se obsesionara con los ruidos abstractos. Fue así que la carnicería del viejo mundo, y el miedo a volver a escuchar el ruido de una bomba atómica, crearían ese sonido nuevo, ese paisaje sonoro, eléctrico, experimental y desde las raíces del sonido más elemental en el que se sentirían cómodas. La clave para definir un nuevo paradigma.
En Sisters with Transistors aparecen retratadas Pauline Oliveros o Éliane Radigue, quienes utilizaron en el sonido creado por todo tipo de máquinas, desde el zumbido de los aeropuertos hasta la estática de las radios de onda corta o el ruido blanco para remitirnos a paisajes sonoros que nos hicieran evolucionar como escuchas. A la compositora Élaine Radigue, por ejemplo, le interesaban los ruidos de los aviones. Ella diferenciaba el característico de cada avión y creaba música con él. “No escuchaba a los aviones por locura o imaginación, ese universo sonoro podía convertirse en musical, dependiendo de la calidad y de la forma de organizar el diálogo con el sonido”.
En sus inicios, Radigue, se convirtió en la asistente devota de otro músico, Pierre Schaeffer, con quien entendió que convivía en un universo de hombres muy machistas, aunque ella “solo quería aprender”. Posteriormente pasó a ser ayudante de otro músico, Pierre Henry y, en ese empeño por aprender a pesar de las circunstancias, descubrió el feedback, un ruido que “podía hacer que el sonido evolucionara”. A esas composiciones las llamó propuestas sonoras porque no le apetecía en absoluto discutir si eran música o no. Sus composiciones hoy serían perfectas para practicar la escucha profunda. La innovación que se produjo en el sonido durante esos primeros sesenta años del siglo XX y no dejó a nadie sin experimentar sensaciones. La escritora Anaïs Nin describió el sonido de Bebe Barron y su esposo Louis cuando hacían música sobrecargando circuitos en grabadoras “como si una molécula se aplastara con dedo del pie”.
A pesar de que hubo rechazos, el apoyo llegó cuando ese nuevo sonido se introdujo en la televisión y el cine gracias a las mujeres detrás de escena. La compositora Daphne Oram jugó un papel decisivo en la creación del Taller Radiofónico de la BBC, una unidad experimental de efectos de sonido que introdujo las nuevas tecnologías musicales para las masas. Oram era la única que creía en el proyecto dentro de la radio. Se encerraba a jugar en su taller sin importarle nada más. Otro hito fue la creación y producción del tema icónico de la serie Doctor Who, que nunca se hubiese realizado sin el empeño de una mujer. El tema fue parte de un proceso de experimentación de la compositora Delia Derbyshire.
Para crear su sonido, escrito por Ron Grainer, Derbyshire grabó en una cinta física sonidos donde se incluía una cuerda de piano pulsada, bloques de madera y metales que resonaban. Luego, cortó la cinta, ajustó el tempo y la volvió unir para crear la espeluznante música futurista de la serie. Fueron 40 días empalmando sonidos a mano para dotar de vida a la composición. “Hice cosas que me dijeron que no podía hacer. Siempre he sido una pensadora independiente”, cuenta Derbyshare. A pesar de los logros, hubo obstáculos en el camino de la música electrónica hacia el éxito comercial. Por ejemplo, la banda sonora que compuso Louis junto a Bebe Barrons para el clásico de ciencia ficción Forbidden Planet fue denostada por el Sindicato de Músicos. Tuvieron que cambiar los créditos de música hecha por a tonalidades electrónicas de. Esta fue la primera partitura completamente electrónica para una película que, por el temor de que las máquinas sustituyeran el trabajo de los músicos, silenció la dedicación y experimentación de Barrons y Louis.
Sisters with Transistors reflexiona sobre este debate: ¿cuál es la música legítima y quién puede interpretarla? Fue a partir de ese filón que las mujeres se interesaron por el sonido de lo electrónico. “No tenías que ser aceptado por ninguno de los recursos dominados por hombres”, dice la compositora Laurie Spiegel. En un ensayo publicado en el The New York Times, Oliveros afirmó que “ningún gran compositor, especialmente una mujer, tiene la oportunidad de emerger en una sociedad que cree que toda la gran música ha sido escrita por aquellos que se fueron hace tiempo”. A pesar de cuán musicales o no fueran los temas de las películas para el desarrollo de la música electrónica, su arte deja de lado en las principales historias musicales. La forma en que Sisters with Transistors arroja luz esta injusticia se vuelve fascinante por cómo se equilibra con el tiempo dedicado a apreciar la música de todas estas artistas. En el documental se aprecia también lo que nació con Pauline Oliveros, el deep listening, que funciona en el film a partir de las secuencias largas y etéreas que están construidas simplemente para escuchar o ser narradas por la magnética voz de la música de vanguardia de Laurie Anderson.
Sisters With Transistors no intenta abarcarlo todo, aunque faltan detalles importantes sobre el tema, en especial sobre la músico Wendy Carlos, sus creaciones con sintetizadores y su participación en la banda sonora de Tron y algunas películas de Kubrick. Sí es un documental que te transporta a otro tiempo y a otro lugar. Una narración psicodélica, casi alienígena que invita a explorar historias y sonidos que –como afirma la compositora Suzanne Ciani, compositora en el mundo de la publicidad y creadora del sonido de la Coca Cola–, significaron “un paradigma nuevo y otra forma de trabajar” con la que las mujeres lograron componer música. Anderson, casi al final cierra del documental, dice una frase que lo resume todo: “con la tecnología, se amplifican las voces, se rompe el silencio, se comparte el espacio. La música de nuestra cabeza por fin la escuchan otros”.