El productor musical Joe Boyd / WIKIPEDIA

El productor musical Joe Boyd / WIKIPEDIA

Música

Joe Boyd

El productor Joe Boyd estuvo en el meollo de la escena musical, en los sesenta, lo conoció todo y grabó lo que más le gustaba, con un gusto exquisito

27 marzo, 2022 22:54

Siempre que se reivindica la figura del productor discográfico aparece el nombre del gran Phil Spector, pero casi nunca el de Joe Boyd (Boston, 1942), el hombre que dio forma en los años 60 al folk alternativo británico, a la primitiva psicodelia de Pink Floyd y a la fértil mezcla entre ambos géneros que permitió el nacimiento de un grupo tan extraño y tan olvidado como Dr. Strangely Strange, cuyos discos produjo nuestro hombre, que había llegado a Londres en 1965 para abrir una delegación del sello californiano Elektra Records (y aprovechó para crear el UFO Club, un tugurio alternativo de corta vida, situado en Tottenham Court Road,  en el que dio sus primeros pasos musicales Syd Barrett). Resulta curioso que fuese un americano el responsable de modular el sonido de Nick Drake o The Incredible String Band, pero así fue.

Y lo mismo hizo con John Martyn o Fairport Convention, cuyos más talentosos miembros (Sandy Denny y Richard Thompson) también contarían con él para sus carreras en solitario. Adelantándose a Rick Rubin (el hombre al que debemos los últimos y sensacionales discos de Johnny Cash), Boyd fue siempre un maestro de la austeridad, empeñándose en emplear los instrumentos necesarios para cada canción y ni uno más. Esporádicamente, podía recurrir a suntuosos arreglos de cuerda como los de los dos primeros álbumes de Nick Drake, pero cuando éste se negó en redondo a que se le añadieran a las casi desnudas piezas del disco que grabó poco antes de morirse, Pink moon, Boyd acabó dándole la razón y reconociendo que con un piano, una guitarra y su voz, el melancólico Nick iba que chutaba (y el disco se vendió tan poco como sus dos predecesores: el problema comercial del señor Drake no radicaba en los arreglos, sino en la profunda melancolía de sus temas, que tardaría años en hacerse entender y en convertirle en un autor de culto, aunque ya difunto).

 

 

Unas excelentes memorias

Tras fabricar el mejor folk alternativo británico de los años 60, Joe Boyd regresó a su país en 1970 y se metió temporalmente en el cine. Le echó una mano a Stanley Kubrick con la banda sonora de La naranja mecánica y a John Boorman con la de Deliverance, cuyo tema central, Dueling banjos, se convirtió en un éxito internacional. En 1980 fundó su propio sello discográfico, Hannibal Records, gracias al cual llegó al mercado anglosajón el material de los nuevos flamencos como Ketama o Pata Negra, que en España producía Mario Pacheco desde Nuevos Medios (Pacheco y Boyd se habían conocido a finales de los 60 en la terraza de una casa de Marrakesh y, tras compartir unos canutos, iniciaron una amistad que duraría toda la vida de Mario, que nos dejó hace ya unos cuantos años). Aunque su actividad como productor se fue ralentizando a partir de entonces, aún pudo fabricarle un disco a REM, Tales of the reconstruction (1985), o colaborar con algún viejo fan que le iba detrás desde hacía tiempo, como fue el caso de Robyn Hitchcock. Incluso pudo asistir al revival de Vashti Bunyan, aquella hippy que recorría Inglaterra en un carromato y a la que le produjo un disco estupendo, Another diamond day, que no tendría continuidad por su escaso éxito y, sobre todo, porque Vashti no quería saber nada de la industria en general ni de la discográfica en particular.

Cuando aún quedaban tiendas de discos, recuerdo haber pasado un buen rato en ellas (sobre todo, en la de Castelló dedicada a las antiguallas del pop) buscando discos producidos por Joe Boyd que compraba sin dudar si los encontraba, aunque el cantante o el grupo de turno no me sonaran de nada. Siempre me fie de sus oídos y casi nunca me decepcionó. De una manera discreta, el señor Boyd fue uno de los protagonistas de la década prodigiosa gracias a un gusto que se me antoja exquisito, aunque en realidad puede que, simplemente, coincidiera con el mío. En el año 2006 tuvo el detalle de publicar unas excelentes memorias, White bycicles, que la editorial Malpaso tradujo al español al año siguiente, en las que aporta su visión de los años 60 (hay otros temas, pero ése es el fundamental) y con las que te puedes hacer una idea bastante aproximada de lo que era estar metido en el negocio musical en la época de los Beatles y los Stones y el Swinging London. Hombre ideal en el momento adecuado, Joe Boyd marcó la escena alternativa británica, inventó prácticamente el folk psicodélico y se hizo con una base de fans tal vez escasa, pero de una gran fidelidad, que sigue interesándose por él en su bien llevada condición de octogenario.

Joe Boyd estuvo allí, lo vio todo y grabó lo que más le gustaba. ¿Qué más se le puede pedir a un productor discográfico?