La escritora norteamericana Louise Glück, Premio Nobel de Literatura 2020

La escritora norteamericana Louise Glück, Premio Nobel de Literatura 2020

Poesía

Louise Glück, el Olimpo por sorpresa

La escritora norteamericana tiene libros muy notables pero, examinados a la luz del Nobel, sus logros literarios son inferiores a los de otros poetas de su misma generación

9 octubre, 2020 00:10

Escribir sobre el ganador del Premio Nobel constituye un género estacional, atractivo y complicado. Lo estacional se explica por sí solo, lo atractivo viene porque da la oportunidad de sumarse a la celebración de escritores que suelen estar fuera de los circuitos de lectura estatales, lejos de la inercia de la esfera del periodismo cultural, las agencias, los editores, los festivales (¡los festivales!) y los premios donde lo literario se considera una rémora, cuando no se maneja como una etiqueta peyorativa; y también porque, digámoslo una vez más, el Nobel acostumbra a acertar. Es un premio que rara vez se regala un premiado para presumir y lucirse, y que explora regiones imprevisibles, con éxitos notables, como el reciente deslumbramiento que supuso señalar (¿no es un premio una señal?) el nombre de Olga Tozarcuck a miles de lectores. Hay cientos de cosas más tristes que los detractores del Premio Nobel, pero qué triste es ser detractor del Premio Nobel. 

Si constituye un género complicado es porque se nos suele reclutar cuando los escritores hemos demostrado tener cierta familiaridad con un escritor desconocido para el gran público. De manera que nos vemos forzados a pasar un caudal a veces desbordante de ideas sobre un escritor (y a toda velocidad) por el estrecho conducto de una presentación útil para un lector al que todo le viene de nuevo. Uno se ve atraído (por vanidad, por responsabilidad, por sentido de la justicia literaria, por coquetería) a ejercer el recorte violento que siempre supone escribir sobre alguien cuyo trabajo respeto y admira; uno tiene ganas de quitarse la americana y unirse a la fiesta, y le toca trabajar, como si le invitasen al cumpleaños de su mejor amigo bajo el encargo de pintar su retrato.

La escritora Louise Glück (1977)La escritora Louise Glück (1977)

La escritora Louise Glück (1977)

En caso de Louise Glück el encargo se complica porque es una escritora a la que aprecio sin entusiasmo, y a la que leo con gusto y sin devoción. Hace cinco años escribí sobre ella (y creo que alguna vez antes) y sigo pensando lo mismo que entonces: que su carrera ha progresado sin rasgos de genialidad, que sea cual sea el libro por el que uno se decida a leerla no tardará en echar de menos las cualidades que solemos apreciar en el poeta original, indispensable, me cito, ya me perdonarán: “Glück carece de una mirada personal sobre el mundo, no dispone de un juego de metáforas propio, sus ironías son fáciles de detectar y de controlar (una escritora sin pliegues ni dobleces), y rara vez su despliegue retórico y figurativo consigue sugestionarnos. ¿No encontramos decenas de poetas en activo del mismo nivel? ¿Por qué porfiamos entonces en recomendar a esta voz mate que por momentos suena como si estuviese apagada?”.

Cada libro nuevo de Louise Glück me impulsa a leerlo, pero no deja en mí excesiva huella. Suelo esperar a que salga traducido. Las ediciones de Pre-Textos son comodísimas y elegantes, y entre sus traductores se cuentan personas tan solventes como Mariano Peyrou o Abraham Gragera. Sé que disfruto de la lectura, pero también que la olvido enseguida. No me impresiona. Antes que con sus poemas asocio a Glück a conversaciones con amigos para los que ha sido  más importante que para mí: los poetas David Aceituno y Luna Miguel, y el editor Claudio López de Lamadrid, que la conocía al dedillo.  

Averno, Louise Glück, Premio Nobel de Literatura 2020

Nacida en Nueva York en 1943 (y galardonada con la serie completa de los premios más codiciados de su país) resulta casi inmoral no mencionar que el Nobel ha dejado pasar durante años la oportunidad de premiar al poeta más importante nacido en esa ciudad, y renovador absoluto del género: John Ashbery. Pero incluso si nos circunscribimos a su generación se trata de un ascenso al Olimpo por sorpresa. Un error de casting, una confusión de medida. 

La fuerza de Glück no radica en la innovación, sino en el abordaje desde una poética de corte conservador de la culpa, los triunfos parciales, el fracaso, la ilusión y el arrepentimiento asociado a sus relaciones afectivas: emociones proyectadas sobre una figura exterior y masculina, a la que su propio deseo, en ocasiones a disgusto con el sentido común, ha conferido una autoridad a la que se trata de satisfacer mientras se fantasea con destronar (y sacársela de encima de una vez). Esta autoridad es a veces un padre, otras un marido, y otras una suerte de Dios, como en su libro más misterioso El iris salvaje

Vita Nova, Louise Glück

Si el lector tiene que empezar por algún sitio le recomiendo que hojee Vita nova, crónica de la despedida de un cónyuge, donde Glück recorre a la autoexploración mediante impertinentes preguntas íntimas (uno diría que destinadas a provocarse la mayor vergüenza posible) que evocan los interrogatorios del catecismo o de un confesor burlón, que para mayor escarnio parece saberlo todo de sus expectativas y planes iniciales. 

Son dos libros notables, notabilísimos si se quiere, pero examinados a la luz del Nobel uno se siente decepcionado. Son logros inferiores a los de otros poetas de su generación. Cuando se trata de examinar las figuras masculinas de autoridad Glück no resiste la comparación con Sharon Olds, una escritora que consigue logros más profundos, con una contracción ejemplar y un control retórico implacable. Si leemos Ararat o El iris salvaje después de El padre de Olds, la poesía de Glück parece menos rigurosa, más imprecisa, menos audaz y penetrante, y se evidencia la impresión inicial de que se trata de una poeta que necesita de unos cuentos poemas grises y opacos para completar cada volumen, como trampolines para que despeguen sus poemas más logrados, como el memorable “Lamento”. 

Averno, Louise Glück

Y cuando se trata de analizar el desmoronamiento de un matrimonio Glück empalidece ante Anne Carson y su obra maestra absoluta La belleza del marido, de la que Glück (pese a ser siete años mayor) parece copiar recursos e inspirarse al estilo pálido de todos los poetas epígonos, aunque en este caso se trate de un sucedáneo de primera. Todo lo que es esfuerzo y trabajo en Glück, se resuelve en inspiración y entusiasmo en Carson, una poeta que no puede dejar de inventar en cada libro, de probar y de lograr cosas nuevas, sin que nadie sepa si lo suyo es un delirio efectivo o una efectividad delirante. La diferencia entre ambas poetas no es abisal, pero sí de calidad, de grado, vibran en dimensiones distintas. Pensar que Glück ha ganado el Nobel y Anne Carson no deja un poso de estupor que si no se sacude uno de encima deprisa amenaza con adensarse en tristeza. 

American Originality, Louise Glück(Nota bene: no comparo a Glück con Olds y Carson porque las tres sean mujeres, sino porque no se me ocurren poetas varones estadounidenses al nivel de las dos últimas. En el caso de Carson, su inteligencia y su inventiva (inequívocamente femeninas, por otro lado) alcanzan unas alturas en las que incluso se vuelve sospecho que se trate de un ser humano).

(

Para terminar: una buena noticia. Los premios son competiciones donde gana uno y pierde el resto, pero solo se dirimen en la mente de los jurados. En las librerías y en las bibliotecas carecen de fuerza ejecutiva. La lectura es también una competición abierta (elegimos qué autores leer y qué autores seguir releyendo), pero transcurre en cada mente, y no es excluyente: ganan todos los que son leídos con placer. Los párrafos anteriores valen para este día, pero incluso para quién se toma la lectura como un ejercicio de dimensiones y perspectivas, el gusto por las cimas no impide disfrutar de los valles y las llanuras. 

Louise Glück es una poeta de mérito, y me siento agradecido por haberla leído, y estaría feliz de que le dieran cualquier otro premio. Desde que escribí sobre ella algunos amigos se han alejado, con otros hemos cambiado de temas o ya no están entre nosotros, hace por lo menos un año que no hablo de Glück con nadie, y no he aumentado mi conocimiento ni he profundizado en sus libros. Es una región literaria que no visito, pero cuando lo hacía hasta el punto que me aventuré a escribir apunté que si Glück resulta algo monótona verso a verso, poema a poema, libro a libro, tal vez se revele como una poeta superior leída en una antología donde se entresaque de lo bueno lo mejor. Quizás sus últimos libros suban un peldaño o quizás esa antología sea excepcional y revele a una poeta que yo no he visto, la poeta que el jurado del Nobel ha premiado. La literatura es uno de esos raros campos donde al perder ganamos: cuando nuestros juicios menos favorecedores se ven desmentidos se incrementa la superficie de placer futuro.