Filosofía

El observatorio de Valentí Puig

2 abril, 2017 00:05

En País de nieve, de Kawabata, el rostro de una mujer en la ventanilla del tren se sobreimpone al paisaje exterior creando una doble imagen de gran poder sensorial. La escena que se refleja en la ventanilla del AVE en El bar de l'AVE, la nueva novela de Valentí Puig, es una despedida de soltero, con los amigotes festejando y el novio vendado, en sobreimpresión de "fábricas a oscuras, perfiles de instalaciones ferroviarias, parques tecnológicos e hileras de chalets adosados, árboles, viñas polvorientas, polígonos comerciales de luz moribunda... Para dejar en la estratosfera un testimonio de la España actual" --la trama de la novela se desarrolla en el año 2015-- "bastaría con encapsular un bar del AVE... Ahí está casi todo: los cambios de costumbres, el deterioro de las formas, la crisis del sistema educativo. Los nuevos ricos de clase media baja, la élite cognitiva del mundo informático, el poso democrático, el turismo de mochila y un álbum fisiognómico de la nueva picaresca. Pedimos donuts, Coca-Cola light, un cubalibre que nos servirán sin hielo".

Es asombroso el poderío de Valentí Puig para describir con tan colorida precisión, sin dejar de extraer de lo observado sus enseñanzas

Es una novela que contagia la alegría que debió sentir el autor al escribirla, en una lengua espléndida, maleable y rica, con toda la morosidad que conviniese y todos los detalles. Es asombroso el poderío de Puig para describir con tan colorida precisión, sin dejar de extraer de lo observado sus enseñanzas. Es el gozo de repetir el mundo. De contar cómo se forman y consolidan las fortunas y las modestas felicidades y cómo son los vecinos de una determinada esquina del Ensanche barcelonés y a qué huele el aire en una cala paradisíaca de la isla de Mallorca. Y después de haber creado ese mundo, lleno de personajes, balzaquiano, en el que no falta el periodista chantajista, el político corrupto, los matrimonios por dinero ni los herederos nerviosos a la espera de la apertura de un testamento, hay que dejarlo. Ya que alzando la mirada al cielo la noche de San Lorenzo recordamos que "orbitamos, nosotros y la Tierra, alrededor del Sol. Transitamos entre cementerios de cometas disgregados, y todo es un polvo cósmico, un humus de astros...". El último gran acontecimiento de la literatura en catalán es esta novela de Valentí Puig.