Historia de un hombre bueno
El escritor Víctor Juan retrata en 'Ramón Acín. En cualquiera de nosotros un pedazo tuyo' la vida del artista, maestro y humanista que, al igual que su mujer, fue fusilado en la guerra civil
8 septiembre, 2021 00:00Víctor Juan lleva muchos años explicando la historia de Ramón Acín. Y también recorriendo los mismos pasillos, las mismas aulas donde este artista, maestro y humanista dio clases. “Es la historia más hermosa que conozco”, dice Juan. Y ciertamente, lo es. Porque Acín era un hombre bueno, honrado y enamorado. Tanto él como su mujer, Conchita Monrás, fueron fusilados en la Guerra Civil por defender a los humildes. De su vida y muerte, así como de los alumnos que nunca olvidaron a su querido profesor, versa el libro Ramón Acín. En cualquiera de nosotros, un pedazo tuyo (Gobierno de Aragón/ Fundación Ramón y Katia Acín) donde Juan ofrece el retrato más personal de Acín.
“La historia nos roba a las personas y nos devuelve personajes”, explica Juan, quien lamenta que determinadas historias sean manipuladas por los políticos. Acín, nacido en Huesca en 1888, hijo de ingeniero agrimensor y maestra, “pudo estar con los poderosos, pero eligió estar con los humildes”. Comprometido con la causa anarquista, conoció a Federico García Lorca y a Luis Buñuel, pero su verdadero amigo fue un zapatero, Juan Arnalda, con quien compartió escondrijo doméstico para escapar de sus perseguidores. A Buñuel le prometió que, si ganaba la lotería, le financiaría el documental Tierra sin pan, que narra la pobreza de la comarca extremeña de Las Hurdes. Y así fue. “Cumplió su palabra, financió el documental y acompañó al cineasta durante la filmación. La historia de Acín es triste, pero trata sobre la bondad y la decencia”, añade.
El polifacético protagonista de este libro fue dirigente de la CNT, escribió artículos en revistas anarquistas e ilustró publicaciones satíricas. Se dedicó al diseño gráfico, la pintura y la escultura para, finalmente, dar clases en la Escuela de Magisterio de Huesca, actual sede de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad de Zaragoza. El mismo edificio donde hoy imparte clases Víctor Juan. “Acín daba clases de dibujo, pero lo que hacía en realidad es enseñar a sus alumnos a entender el mundo”, afirma su biógrafo, quien a lo largo del libro, rinde homenaje a los maestros y la profunda huella que algunos de ellos, como Ramón Acín, dejan en sus alumnos. De ahí el subtítulo “En cualquiera de nosotros, un pedazo tuyo”, frase de Paco Ponzán, alumno de Acín que también moriría asesinado en esos años atroces de la historia de España.
“No te defraudaremos. Tus hijas. Katia y Sol, verán en cualquiera de nosotros un pedazo tuyo”, prometió Ponzán. Tras sufrir el exilio y la cárcel, Ramón Acín decidió esconderse en su casa cuando los militares sublevados toman Huesca. En uno de los intentos de localizarle, maltrataron a su esposa, Conchita. No pudo tolerarlo. Acín se entregó y fue fusilado en las tapias del cementerio. Ella siguió a su marido hasta el final, pues también sería ejecutada días después. Era agosto de 1936. La Guerra Civil acababa de comenzar. “Hay historias que no entendemos hasta que comprendemos que sus protagonistas son iguales que nosotros. Nos enamoramos igual que Ramón de Conchita. Queremos a nuestros hijos igual que él”, afirma Víctor Juan, cuyo libro está nutrido de fotografías, cartas de amor, carteles y reproducciones de la obra del protagonista.
La conexión con Cataluña
Katia y Sol que eran muy pequeñas cuando asesinaron a sus padres. Tuvieron que cambiar de nombre y ser bautizadas para evitar la persecución franquista. Y es aquí donde arranca la conexión catalana de este humanista. De hecho, la familia había pasado temporadas en La Pobla de Montornès (Tarragona). Katia, la hija mayor, catedrática de instituto, se jubiló a los 66 años y se matriculó en la Bellas Artes en Barcelona y residió en el Colegio Mayor Peñafort.
De esta forma, recuperaba una vocación que había compartido con su padre cuando era pequeña. Casada con Federico García Bragado, tuvo cinco hijos. Uno de ellos es Ramón García Bragado, exteniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, que actualmente honra la memoria de su abuelo a través de la Fundación Ramón y Katia Acín, donde Víctor Juan es patrono.
Por mediación de Bragado, el Consistorio instaló en 1991 en la Rambla del Clot de Barcelona el monumento de Las pajaritas, una réplica de la existente en el parque de Huesca, símbolo de la paz, que realizó Acín en 1928.
“Ramón Acín tenía en casa una jaula con una pajarita de papel dentro. No toleraba que un pájaro estuviera privado de libertad”, explica Juan. Tampoco toleraba que su perro Tobi tuviera que salir con bozal a la calle. Así que le pintaba el morro de color negro y los guardias municipales no le molestaban. A los alumnos de Víctor Juan les encanta esta historia. A nosotros, también.