Trabajadores de Amazon en Estados Unidos / EFE

Trabajadores de Amazon en Estados Unidos / EFE

Democracias

Amazon, Dios nuestro de la geografía

El periodista Alec MacGillis analiza, con el estilo de los reportajes literarios, cómo la compañía ha transformado Estados Unidos y puede cambiar también Europa

2 abril, 2022 17:59

Las democracias sufren, las grandes empresas ganan dinero. ¿Hay intereses contrapuestos? Si las democracias liberales tienen entre sus objetivos que los territorios en los que están implantadas aspiren a la igualdad de oportunidades, entonces tienen un serio problema. Empresas mundiales como Amazon se concentran en unos pocos lugares, pagan pocos impuestos, provocan desigualdad, gentrificación y precarización, y se convierten en una especie de Dioses de la geografía. ¿Por qué? ¿Quién decide dónde se puede vivir y qué lugares se condenan al ostracismo?

Los reportajes periodísticos, a la vieja usanza, vuelven al rescate del conocimiento. Lo ha hecho el escritor y periodista Alec MacGillis, experto en política y miembro de ProPublica. Ha trabajado en diferentes medios como The Washington Post, Baltimore Sun o The New Republic y ha escrito Estados Unidos de Amazon, la historia del futuro que nos espera (Península), en el que constata toda esa geografía sin esperanza, y que, cuando las cosas se ponen muy feas, deciden inclinarse por aquel que, sin tener soluciones, sí enuncia algunas reflexiones de impacto. Es el caso de Trump en Estados Unidos, al acercarse –fuera por oportunismo, o por intuición—a los trabajadores más desesperados del país.

El periodista Alec McGillis, autor de Estados Unidos de Amazon / CCCB

El periodista Alec McGillis, autor de Estados Unidos de Amazon / CCCB

MacGillis había cubierto la campaña presidencial de Obama, y había podido recorrer el enorme país que es Estados Unidos. Y acabó en la cuenta de que se podía analizar la transformación social y económica de los últimos años a partir de una gran empresa como Amazon. Es la compañía, ahora, más adorada. Durante la pandemia fue la solución para recibir numerosos objetos en casa, ya fueran alimentos para el espíritu, necesidades perentorias o caprichos instantáneos. Su gran gurú, Jeff Bezos, dedica sus grandes beneficios a una empresa de viajes espaciales, Blue Origin, con la que quiere ser recordado. Pero sus trabajadores sufren la precariedad, el transtorno y la depresión, como explica MacGillis a través de numerosos casos con nombres y apellidos, como el de Hector o los familiares de Jody Rhoads, fallecida en el centro logístico de Carlisle, en Pensilvania.

Un país en varios trozos

Cuando se habla de ciudades, de la necesidad de proyectar sus valores y sus potencialidades, cuando se considera que hay una batalla mundial entre esos grandes centros urbanos, no se piensa en lo que se deja atrás. Y es lo que refleja el autor de Estados Unidos de Amazon, al entender que los propios países pueden perder sus identidades. ¿Se camina, entonces, a un mundo en el que rivalizan distintas empresas, con todo lo que conlleva, y que se rifan esos centros urbanos para instalar sus principales sedes, en las que se invierte la gran parte de los beneficios obtenidos?

Paquetes de Amazon / AMAZON

Paquetes de Amazon / AMAZON

El periodista no oculta que las diferencias entre territorios ricos y pobres siempre han existido. El problema actual es la dimensión de esas diferencias. En Estados Unidos, en 1980, la práctica totalidad de las regiones del país tenían unos ingresos medios que no se desviaban más del 20%, “ni por arriba ni por abajo, de la media nacional”. Únicamente las áreas metropolitanas de Nueva York y de Washington D.C. quedaban por encima de esa horquilla. Y solo partes del sur y del sudoeste rurales quedaban por debajo. Pero todo eso ha cambiado. En la década de los 2010, “casi todo el corredor del nordeste, de Boston a Washington, y la costa del norte de California tenían ingresos más del 20% superiores a la media. Y, en el otro flanco, ya no era únicamente el sur el más perjudicado. “Una enorme franja del interior del país tenía unos ingresos más del 20% por debajo de la media”. Se trata, como indica MacGillis de gran parte del Medio Oeste y de las Grandes Llanuras, los territorios que, en gran parte, optaron por Trump y no se olvidarán de él si vuelve a ser el candidato republicano a las elecciones presidenciales.

Una responsabilidad mayúscula de todo ello la tienen empresas como Amazon, aunque no sea la única. “Amazon estaba lejos de ser la única fuerza tras la disparidad regional. Google y Facebook, los gigantes tecnológicos rivales, habían concentrado la mayor parte de los ingresos por publicidad digital del país en el Área de la Bahía –nordeste--, y en el proceso habían acabado con toda la prensa local; entre muchas otras, las empresas de capital privado con sede en ciudades como Nueva York y Boston habían obtenido enormes beneficios al apropiarse de las compañías con delegaciones en pequeñas y medianas ciudades del país”, señala el escritor y periodista. Sin embargo, “Amazon, más que ninguna otra empresa, ponía una lupa sobre las divisiones internas de Esados Unidos, porque estaba presente en todas partes, de formas muy distintas”.

Portada del libro de Alec MacGillis sobre Amazon, diseñado como si fuera un paquete.

Portada del libro de Alec MacGillis sobre Amazon, diseñado como si fuera un paquete.

¿Qué ha ocurrido? Que, como un Dios de la geografía, la empresa ha cambiado “el paisaje nacional en sí mismo”, y también “el de las oportunidades en Estados Unidos, el de las opciones que tenían sus habitantes y a lo que podían aspirar a hacer con sus vidas”. Tras la pandemia, además, Amazon ha salido reforzada, y mientras otras empresas presentaban expedientes de regulación temporal de empleo, o acababan en la bancarrota, la creación de Bezos “contrataba a centenares de miles de personas para poder cumplir con su nuevo papel en la vida estadounidense”.

El mundo compite, en una especie de todos contra todos, aunque en algunas zonas del planeta las condiciones para trabajadores y para la propia convivencia son mucho mejores. Los norteamericanos viajan con devoción a Europa, la última frontera. Lo hacen, a juicio de MacGillis, porque, entre otras cosas, valoran el pequeño comercio que se mantiene en la mayoría de ciudades europeas. La opción de pasear y comprar sigue siendo real, aunque también a muchos ciudadanos les guste dar el click en el pedido telemático que servirá Amazon en pocas horas. La cuestión es saber qué implica cada unas de las acciones que se toman.

Adam Selipsky, consejero delegado de Amazon Web Services / CG

Adam Selipsky, consejero delegado de Amazon Web Services / CG

Y ahí aparecen los impuestos como lo más relevante, además de las condiciones laborales de cada trabajador, los que sirven a las empresas subcontratadas de transporte o los propios que fabrican las cajas de cartón características de Amazon. Los eximentes fiscales aprobados en el último decenio en Estados Unidos tienen un coste de unos 40.000 millones anules de dólares para los norteamericanos. ¿Y quiénes se benefician? La exigencia de que era necesario una menor presión fiscal se justificaba con la posibilidad de donar dinero a quien se quiera, dentro de la tradición filantrópica de las grandes fortunas. Pero esos recursos se destinan a instituciones que no saben qué hacer con tanto dinero. Se trata de las universidades en las que estudiaron esos grandes donadores. “Gran parte de ese dinero iba a parar a instituciones que estaban lejos de necesitarlo, como Harvard y Stanford, cada una de las cuales acabaría recibiendo más de 1.000 millones de dólares al año de forma continuada”, relata MacGillis.

Bezos se escabulle una y otra vez sobre los compromisos fiscales, los de Amazon o los suyos propios. En abril de 2018 fue muy claro: “El único modo que veo de darle uso a una cantidad de recursos financieros tan grande es invirtiendo lo que gano en Amazon en viajes espaciales. En resumidas cuentas, es eso”, aseguró.

El caso de Texas

¿Las autoridades locales y el gobierno federal se resignan a la pérdida de ingresos? Es la pregunta que todos los gobiernos mundiales se hacen a sí mismos en los últimos años. En el libro de MacGillis aparecen distintos ejemplos. Tal vez el más claro sea el que sitúa en Texas y que enlaza con el inicio de esa historia, sobre la erosión que sufren las democracias:

“En 2010, la compañía –Amazon—llegó al extremo de cerrar su único almacén en Texas, y de abandonar sus planes de abrir otros, cuando la administración estatal empezó a presionar a Amazon para que pagara cerca de 270 millones de dólares en impuestos sobre la venta atrasados, lo que a la postre obligó al estado a renunciar a cobrarlos. En 2017, la compañía incluso se marcó un objetivo interno secreto de conseguir 1.000 millones al año en subsidios fiscales locales”, indica MacGillis.

Jeff Bezos, fundador de Amazon y considerado como el hombre más rico del mundo / EP

Jeff Bezos, fundador de Amazon y considerado como el hombre más rico del mundo / EP

Todo eso después de que Amazon eliminara a la competencia a través de precios muy bajos. Una vez conseguido, con grandes beneficios, ha canalizado sus ganancias a través de “una oficina en Luxemburgo, con la que Amazon evitaba tener que pagarle al Gobierno de Estados Unidos 1.500 millones de dólares”.

Esa es la realidad que expone un trabajo que resulta un gran fresco por Estados Unidos, por su extenso territorio y que plasma ese gran Dios de la geografía, porque premia o condena a quien vive en un determinado luchar, en el que se ha convertido Amazon, con el beneplácito de los consumidores globales.