Actividad cerebral oculta
Alguien dijo que nuestra tarea en este mundo --no la estamos haciendo muy bien-- consiste en reducir el infierno. Sería demasiado pretencioso pretender eliminarlo del todo, pero cada uno de nosotros tiene ciertas posibilidades de hacerle la vida un poco más agradable a las personas con las que trata. Eso es reducir un poco el infierno.
Ahora bien, cuando ya creíamos haberlo cartografiado se siguen descubriendo nuevas dependencias, sótanos y subsótanos y mazmorras donde las almas son sometidas a torturas minuciosas e infinitas. Una de estas estancias la hemos conocido por un artículo de Benedickt Carer en The New York Times, a su vez dando noticia de un estudio médico publicado en el New England Journal of Medicine según el cual, a través de los rastros dejados en los encefalogramas practicados a un buen número de pacientes en coma (a consecuencia de golpes o de ataques al corazón que dañan severamente las funciones cerebrales) se ha descubierto la existencia una “covert brain activity”. Actividad cerebral oculta que se activa en respuesta a órdenes del personal sanitario al cuidado de los enfermos. Órdenes como “abre y cierra la mano derecha”. La mano derecha no se abre ni se cierra, pues el daño cerebral impide al enfermo responder a estímulos externos, pero el encefalograma constata que sí hay una reacción neuronal, como si el enfermo hubiera entendido la orden e intentado obedecerla, aunque sin éxito. “No sabemos si de verdad entienden exactamente lo que se les dice, pero sabemos que el cerebro responde”.
A falta de algunas comprobaciones, los resultados del experimento no se han dado a conocer oficialmente, pero ya dan pie a todas las especulaciones que se quiera y a las que el lector esté dispuesto. Acaso a alguno le parezca exagerada mi imagen de nuevas dependencias infernales y cámaras de tortura crudelísimas. En abstracto nos gusta pensar que el mundo sólo es sueño, es una proyección de la mente, y que es en el interior de nuestro cráneo donde todo lo decisivo sucede. Y alguien podría considerar que una vida puramente mental, dentro de un cuerpo en estado vegetal, tumbado en cama, bien abrigadito y bien alimentado por sondas, no es algo tan espantoso. Aunque me extrañaría mucho.
Recuerdo algunas películas sobre esta situación tan poco deseable y otras parecidas. No volvería a ver bajo ningún concepto Y Johnny cogió su fusil, de Dalton Trumbo, porque es demasiado siniestra y angustiosa. Presentaba a un veterano de guerra que a consecuencia de una explosión ha perdido las cuatro extremidades, el habla y cuatro de sus cinco sentidos, y que trata de convencer a su abnegada enfermera, con la que se comunica respondiendo con movimientos de cabeza a los golpecitos en morse que ella le da en el pecho, de que le desconecte el pulmón artificial y le deje morir.
En Hable con ella, Almodóvar sugiere la disparatada idea de que a base de violar amorosa y frecuentemente a su paciente Leonor Waitling, Javier Cámara la hace despertar del coma. En Encontrarás al hombre de tus sueños --una de las últimas obras maestras de Woody Allen--, un escritor bloqueado, al enterarse de que un colega con más talento acaba inesperadamente de morir, se apropia del manuscrito de una novela estupenda a la que estaba dando el último toque; y solo después de venderla al editor por una fortuna, y publicarla bajo su nombre con gran éxito, se entera de que el verdadero autor sigue vivo; está en coma y no se sabe cuándo despertará, pero los médicos son “optimistas”; cuanto más optimistas los médicos, más angustiado el impostor, claro...