Veintiséis libros para iniciar en la lectura a los más jóvenes y pequeños durante esta Navidad
'Letra Global' selecciona más de una veintena de títulos entre las novedades editoriales de literatura infantil, juvenil e ilustrada, para fomentar la lectura entre niños y adolescentes
En este tiempo de pantallas y virtualidad, no hay nada cómo volver al libro de papel. Letra Global recomienda una serie de títulos para los más pequeños y jóvenes de la casa, tanto para aquellos que ya sienten entusiasmo por la lectura como para quienes todavía no han descubierto el inmenso e inagotable placer que ofrecen los buenos libros.
El niño que pintó el mundo de Tom McLaughlin (Nube ocho).
Es una invitación a crear y, concretamente, a pintar sin temor a equivocarse, sin temor a la imperfección, porque muchas veces la verdadera belleza está en la pintura imperfecta, aquella que transgrede la norma en la búsqueda de algo nuevo que se desconoce. El niño que pintó el mundo es un libro que no debería faltar en ningún colegio, puesto que despierta la curiosidad y la creatividad de los más pequeños, les enseña a descubrir que un trazo o una mancha puede convertirse en algo completamente distinto: un camión, una araña, un robot, un pájaro… En ese sentido es un libro sobre la creatividad y sobre la imaginación y, al mismo tiempo, sobre la importancia de no ver las equivocaciones como algo negativo, sino como el punto de partida para construir algo nuevo y mejor.
La belleza del final de Alfredo Colella y Jorge González (A buen paso).
Todo llega a su fin, pero asumir los finales no siempre es fácil. Mejor dicho, casi nunca es fácil. Sin embargo, puede haber belleza en los finales. Esto es lo que nos recuerdan los dos autores de este libro a través de una tortuga centenaria llamada Nina que sabe su viaje está llegando al final. Pero ¿qué es el final?, se pregunta y le va preguntando a los distintos animales que se va encontrando en su camino: la oruga, la golondrina, la serpiente, el ruiseñor… Pero todos ellos le dan una respuesta distinta, porque no todos los finales son iguales y no todos los finales son feos, al contrario, a veces no hay nada más bello que llegar al final, porque llegar al final es, muchas maneras, la única manera de volver a empezar.
La merienda de Raquel Bonita (Apila).
La historia es sencilla: una mofeta regresa en bicicleta a su casa con todo lo que necesita para una tranquila cena, pero, por el camino se encuentra toda una serie de amigos que le piden que los lleve. Se van subiendo en el carrito que arrastra la bicicleta y donde Mofeta ha dejado la comida. Cuando llega a su casa, apenas le ha quedado nada, sus amigos no solo se lo han comido todo, sino que además esperan que les prepare la cena. Esta pequeña sencilla historia, ilustrada con dibujos sencillos, nada sobrecargados, pero llenos de expresividad, permite a Raquel Bonita reflexionar sobre la importancia del compartir y de pensar en el otro, pero también sobre el deseo de estar solo, de retirarse a un espacio propio. Porque una cosa no está reñida con la otra.
El sombrero mágico de Mireille Messier y Charlotte Parente (Flamboyant).
Este es un libro de gran belleza, pero no solo por sus magníficas ilustraciones. La belleza de este libro radica en la sencillez y, al mismo tiempo, la profundidad de su historia, de una historia sobre ayudar al otro, incluso si no se conoce. Dos niños viven solos en el bosque junto a un erizo que, un día, cae enfermo. El sombrero mágico de los gnomos es, aparentemente, lo único que le puede salvar, pero ¿cómo acercarse a los gnomos, temerosos de los humanos? Pero ayudar implica precisamente superar los miedos y las reticencias, significa implicarse en el dolor del otro, sentir compasión por él. El erizo necesita ayuda, pero también los niños, que apenas tienen dinero para comprar comida. Sin embargo, en una cadena de favores -ellos ayudan al erizo, el erizo termina ayudándoles a ser curado por el gnomo-, nadie pierde: ayudándose los unos a los otros, ese bosque se vuelve un hogar fantástico para vivir y los gnomos, aunque no se vean, en los vecinos más fieles.
Tiempo de cosecha. Un año en el huerto de Marta Vilar y Víctor Vida (Combel).
Este es un libro para niños de ciudad, para niños que, rodeados de cemento, no conocen ni asisten directamente a los ciclos de la naturaleza, no contemplan cómo el paso de las estaciones se refleja en las plantas, en aquello que se siembra y se recoge y, por tanto, en aquello que comemos dependiendo del momento del año. Este libro lleva a los pequeños lectores de la mano a lo largo de las distintas estaciones del año, enseñándoles qué y cómo se planta, mostrándoles los beneficios y, a la vez, los peligros del sol, descubriéndoles el poder de la lluvia y la importancia del invierno para que el ciclo vuelva a empezar. Este libro invita a plantar, a cultivar… A crear un pequeño huerto, aunque sea en el escaso espacio de nuestro balcón.
El lago de los cisnes de P. I. Chaikovski (Shackleton Kids).
Educar el oído de los más pequeños es tan importante como educar la mirada o el gusto lector. Este libro forma parte de una colección de libros (Música para niños) cuyo objetivo es acercar las más importantes óperas y los más conocidos ballets a los más pequeños. Se trata de un libro interactivo en cuanto, por un lado, se presenta como un cuento y, al mismo tiempo, gracias a un código QR se pueden escuchar las distintas piezas que compone la obra musical. De esta manera, los más pequeños descubren la historia de Sigfrido y Odette a la vez que se familiariza con las notas de Chaikovski.
Mini artistas de Joséphine Seblon y Robert Sae-Heng (Coco Books).
Este libro de Seblon y de Sae-Heng de mucho más que un libro de actividades, si bien también lo es. Mini artistas es, ante todo, un acercamiento al arte y, más en concreto, a las creaciones de los grandes artistas, especialmente del siglo XX. Y, en segundo lugar, este es un libro para crear: Seblon y Sae-Heng proponen toda una serie de actividades para que el pequeño lector pueda replicar las técnicas y estilos de los artistas aquí seleccionados, pero no para hacer meras copias, sino para crear algo exclusivamente suyo. Porque no se trata de imitar, sino de aprender estilos, formas y técnicas para luego crear de manera libre e imaginativa.
Octubre, octubre de Katya Balen (Errata Naturae).
“Papá siempre escucha atentamente mis historias y estiro esta hasta que el chico mágico y sus lobos curan al pueblo de una plaga mortal y todos reconoce que es bueno y amable y le piden que vuelva a casa. Pero él decide seguir viviendo con su manada en las profundidades del bosque. Entonces nos entra tal tiritera que papá enciende una fogata en el círculo de piedras y hacemos una larga lista en su cuaderno de las coas que debemos hacer para preparar el bosque para el invierno. Y así es como empezamos todos los octubres”, rememora la protagonista. Sin embargo, hay un momento en que todo cambia. Lo sabe bien la protagonista, cuyo nombre es precisamente Octubre, que ve como al cumplir once años ese día a día, marcado por la sencillez de una vida en el bosque junto a su padre, se rompe y tiene hacerse mayor de repente. Su padre, con quien disfrutaba contando historias, tiene un accidente y tiene que acudir al hospital y, sin previo aviso, reaparece en su vida su madre, que lo abandonó siendo una niña de tan solo cuatro años. Hacerse mayor significa para Octubre abandonar el bosque, empezar, en parte, una nueva vida en Londres y, en este nuevo contexto urbano, alejado de los árboles entre los que ha crecido, Octubre tiene que buscarse y encontrarse. Y en esta búsqueda deberá restablecer la relación con su madre, aprender a quererla y, sobre todo, aprender a entenderla. Una novela que consigue captar los conflictos de la adolescencia y, al mismo tiempo, una novela sobre la importancia de las historias que se cuentan y que nos contamos, sobre la importancia de escribir la propia historia y, sobre todo, de encontrar el propio lugar en el mundo.
Caramelos mágicos de Heena Baek (Kókinos).
Las ilustraciones justifican de por sí la compra de este libro. No son ilustraciones al uso, sino que son fotografías de figuras construidas con papel maché de tal manera que la lectura del libro tenga algo de cinematográfico: las fotografías se convierten en fotogramas a través de las cuales seguimos la historia de un niño que siempre juega solo con sus canicas. Un día va a comprar nuevas canicas, pero, en realidad, lo que encuentra son unos caramelos mágicos… cada vez que come uno empieza a escuchar voces, pero, en realidad, esas voces no son de otros, sino que son la suya. Lo que oye son las palabras que no se atreve a decir y, cuando, por fin, decide hablar él todo cambia. Ante todo, deja de estar solo.
Una calle para Emilia de Maria Grazia Anatra y Ana Sanfelippo (Nube ocho).
Este libro, cuyas magníficas ilustraciones, llenas de detalles, despiertan el interés de aquellos todavía pequeños para seguir la trama, es una historia sobre la necesidad de compartir, sobre la necesidad de reivindicar a todos, mujeres y hombres, sin que el sexo sea una razón para la exclusión. Porque en una ciudad hay espacio para todos, Una calle para Emilia es un libro que para leer y para que te lean, porque incluso los pequeños que todavía no saben leer por sí solos pueden acceder perfectamente a historia que les enseña la importancia no solo de la igualdad, sino y sobre todo de compartir. Y cuando hablamos de compartir no nos referimos únicamente a los objetos, sino también al espacio, a la visibilidad, al reconocimiento…
Don Quijote de la Mancha. Volumen I. Ilustrado por Ricardo Cavolo (Lunwerg).
“Mi objetivo ha sido facilitar al máximo la lectura de este libro único”, escribe Javier Sáez de Ibarra en el prólogo. Sáez de Ibarra es el responsable de adaptar el texto cervantino que Ricardo Cavolo ha ilustrado. Fiel a su estilo, Cavolo se ha llevado a su terreno la obra de Cervantes proponiendo unas ilustraciones que, lejos de ser un reflejo exacto de lo descrito en el texto, son una interpretación actualizada de El Quijote. Su actualización es estética en el sentido en que Cavolo recurre a sus referentes, a su habitual uso del color, a sus guiños pop y, a la vez, a sus guiños pictóricos para así establecer un atractivo diálogo con el texto. Esta edición de El Quijote es una magnífica puerta de entrada para los lectores más jóvenes a la obra maestra de Cervantes, puesto que no solo encontrarán un texto más accesible, sino porque encontrarán unos dibujos que les interpelan, que interpelan su imaginario.
No de Paula Carbonell e Isidro Ferrer (A buen paso).
Hablar de la guerra no es fácil. No es fácil poner palabras sin caer en frases hechas. No es fácil, sobre todo, buscar la manera adecuada para interpelar al público más joven. Carbonell sabe, sin embargo, que ante la guerra la única palabra que sirve es “No”. Por esto, este es el título de este libro, un ejercicio brillante para contar los estragos de la guerra, para contar cómo la guerra es un no constante -ya no se puede jugar, ya no se va al colegio, ya no hay para comer, ya no se puede ir al médico…-, para narrar la pérdida de sentido de todo cuando la guerra aparece para destruirlo todo.
¡Veo veo! ¿Qué tiempo hará? De Cristina Losantos (Combel).
En paralelo a Tiempo de cosecha, este libro de Losantos es también un recorrido por las estaciones y por las distintas climatologías: del calor al frío, de la lluvia al viento, de la nieve a la niebla. Sin palabras, este libro es para observar y fijarse en los innumerables detalles que llenan sus páginas, es un libro juego para encontrar aquellas figuras, aquellos objetos o aquellos personajes que nos revelan qué tiempo hace, que nos cuentan cómo se disfruta de un soleado día o cómo se complica un día de niebla en la que apenas se ve nada. Un libro-juego para descubrir lo que se esconde entre las páginas y, de esta manera, aprender las diferentes climatologías, descubrir los secretos del tiempo y cómo este se refleja en nuestro día a día.
Todo Manolito gafotas de Elvira Lindo (Seix Barral) y Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite (Siruela).
El personaje de Manolito cumple treinta años, mientras que en 2025 se cumple un siglo del nacimiento de Carmen Martín Gaite. Ella es la autora de Caperucita en Manhattan, obra de iniciación, un clásico contemporáneo, una novela con la que muchos nos convertimos en lectores. Una novela juvenil que, sin embargo, una lee con absoluta devoción incluso cuando la juventud se ha dejado atrás. Y algo similar pasa con Manolito y sus novelas, ahora reunidas por Seix Barral. El personaje que nació en la radio de la mano de Elvira Lindo es el protagonista de una serie de novelas que han marcado a miles de lectores. Este pícaro, este antihéroe, este niño que mira la realidad que le rodea y lo cuenta con sus palabras, utilizando expresiones que tan terminado por impregnar nuestra manera de hablar, forma parte de la historia de la literatura infantil junto a Tom Sawyer, Pipi Calzaslargas o Celia. Regalar estas dos obras a los más jóvenes es regalar obras indispensables de nuestra literatura, juvenil y no.
Feroces de Pedro Mañas y David Sierra Listón (BaoBab).
“¿Quién sois para decirnos que cómo debemos jugar?”, le grita Bernard a los lobos que se ríen del gran oso que se ha escapado del zoo y que está jugando con él. Se ríen del oso por jugar con un niño, por no ser un animal feroz, por no dar miedo. Se ríen de él de la misma manera en que los algunos niños del colegio se ríen de Bernard por no desear ni el balón ni las construcciones que lucen en el escaparate de la tienda de juguetes, sino por desear un enorme oso de peluche. Le dicen que los peluches son de niña y de bebés, pero ¿quién ha dicho esto? Juntos Oso y Bernard harán frente a quienes se burlan de ellos por ser distintos, por gustarles otras cosas, porque cada uno es como es y en su singularidad está su belleza.
Oskar y yo de Maria Parr (Nórdica).
Los lectores de Parr no dudarán en alegrarse de la publicación de un nuevo libro de la escritura noruega, de la que Nórdica ha publicado gran parte de su obra. Ahora a títulos como Corazones de gofre y Lena, Theo y el mar se suma Oskar y yo, en la que Ida narra las aventuras vividas junto a Oskar, su hermano y, en gran medida, el verdadero protagonista de la novela. “En la casa vivimos dos niños, Oskar y yo”, cuenta Ida al inicio del libro: “Yo duermo en la litera de arriba y soy la jefa, Oskar duerme en la de abajo y cree que él es el segundo de abordo, pero en realidad lo decido todo yo”. Sin embargo, Oskar, lejos de ser un niño que apaciblemente acepta las decisiones de su hermana, es testarudo y siempre está listo para meterse en miles de aventuras, algunas más fantasiosas que otras. Oskar y yo es una novela sobre la estrecha relación que une a dos hermanos y sobre el tiempo compartido durante la infancia. Una historia común, pero llena de matices. Una historia con la que todo niño se podrá identificar.
El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde con ilustraciones de Benjamin Lacombe (Edelvives).
Alguien se preguntará por qué este libro en una selección de libros para los más jóvenes. Y hay una cosa que es cierta: no solo El retrato de Dorian Gray es un clásico que, cuantos más años se tenga, más se disfruta por la complejidad que esconde tras la trama, por las distintas lecturas que se pueden hacer. Sin embargo, esto no quita que este sea un texto perfecto para el lector adolescente para adentrarse en la literatura de Wilde, puesto que, citando a Umberto Eco, hablamos de una obra que tiene distintos niveles de lectura, niveles por los que se va pasando en la medida que se lee, pero no se deja de apreciar la obra por el mero hecho de no profundizar en ella. A todo esto, esta edición es una pequeña obra de arte por las espectaculares ilustraciones de Benjamin Lacombe, que ofrecen una interpretación del texto. Regalar esta edición es, en este sentido, mucho más que regalar una novela, es regalar también arte, es decir, es descubrir a los más jóvenes un texto canónico y unas ilustraciones dignas de todo reconocimiento.
Memorias del bosque de Mickaël-Arnaud (Flamboyant).
Este es uno de esos libros que no puede faltar en las estanterías de cual biblioteca infantil, porque Memorias del bosque es, ante todo, una novela que invita a disfrutar de los libros, pero sobre todo que invita a amar la escritura y la lectura, porque, nos recuerda Memorias del bosque, leer y escribir es una forma de estar en el mundo. No sorprende, en este sentido, que su autor sea un librero, porque precisamente la novela gira en torno no solo a una biblioteca en la que los animales del bosque depositan los libros que han escritos y que allí esperan encontrar sus lectores. Paradójicamente, la historia de Ferdinand Topo, el protagonista, es todo lo contrario: él no busca un libro por leer, sino que busca el libro que en su día escribió y que ya no encuentra. El libro que busca es un libro lleno de recuerdos e historias, un libro su historia personal, pero también sobre la historia del bosque en el vive. En otras palabras, buscando ese libro busca recuperar su memoria y la memoria de todo el bosque, una memoria aparentemente perdida que se conserva solo en las páginas de aquel libro.
La pedorreta que delató a la mofeta de Maria Leach (Destino).
Por mucho que lo intentara, la mofeta no pudo esconder que se había comido todo el pastel. Una pedorreta, precedida de extraños ruidos de barriga, la delató. Un mochuelo que se cuesta siempre tarde y tiene miedo de llegar tarde al concierto. Una zarigüeya que no se da cuenta que ha sido ella quien ha dejado, con su pata sucia, una huella en su camiseta. Un elefante que cogió a un sapo con mascota ante el enfado del gorila, pues también quería él el sapo, que tuvo que mediar en esta disputa. Estas son solo algunas de las historias que aquí recoge Maria Leach, historias narradas en dos niveles: en breves frases en mayúscula y con rima para primeros lectores y en textos algo más largos para lectores con mayor experiencia. Un libro que acompaña en los primeros años de la vida lectora, un libro de historias para divertirse, independientemente de la edad.
Onomatopoemas y otros pequeños sonidos (Kalandraka).
Se tiene la errónea idea de que la poesía es un género complejo para los más pequeños, pero no son más que prejuicios adultos. Leire Bilbao, poeta autora de Aguas madres (La bella Varsovia), ha demostrado con sus poemarios para niños que la poesía no tiene edad, que los más pequeños pueden disfrutar no solo con las rimas, sino también con el ritmo, las repeticiones y la cadencia de los versos. Después de Bestiapoemas y otros bichos y de Bichopemas y otras bestias, Bilbao presenta Onomatopoemas, un libro donde juega no solo con el ritmo sino también y sobre todo con los sonidos, que tienen su reflejo también en la grafía, cuyo tamaño varía dependiendo de la intensidad del sonido: “Si me tapo bien/oídos y vista/escucho a mis huesos creciendo sin prisa. // Cuando me abro bien/de ojos y orejas/siento el corazón/ cómo lo festeja”, leemos en “Sinfonía de los sueños”, uno de los poemas reunidos en este libro, una magnífica puerta para crecer apreciando la poesía.
El inventor de viaje de Irene Vallejo (Siruela).
Quienes hayan regalado y leído La leyenda de las mareas mansas no dudarán en hacerse de inmediato con El inventor de viajes. Sin en su anterior título retomaba las Metamorfosis de Ovidio, ahora en El inventor de viajes construye el relato de un increíble viaje narrado en primera persona –“Un día decidí ir al otro lado del mundo cruzando el gran océano de occidente. Compré muchísimos litros de agua y después salí a buscar hombres para la tripulación”- a partir del cual recupera las Historias verdaderas de Luciano de Samosata. Vallejo no solo adapta, sino que acerca estas historias verdaderas al lector adolescente insertándolas en un apasionante relato en torno a un viaje que alrededor de mundos increíbles - ¡una isla hecha de queso! -, un viaje en el cual se encuentran seres malignos, seres con cabeza de pescados o hombres arbóreos. Vallejo es una maestra en acercar los clásicos grecolatinos a los más jóvenes, es una maestra en despertar el interés por esa literatura que está al origen de todo, por esas historias y leyendas que conforman nuestro imaginario.
¡Menudo agujero! de Mar Benegas y Anna Pedren (Combel).
Este es mucho más que un libro, es decir, es un libro para leer, pero también para mirar, para contar… Un libro que los más pequeños de la casa disfrutarán muchísimo, porque es un estímulo en todos los sentidos, especialmente visual. En este sentido, los más pequeños no necesitarán necesariamente de la lectura de un adulto para disfrutar de un libro, que es todo un artefacto, una pieza interactiva construida en torno a ese agujero en el cual parecen caer, paulatinamente, las hormigas cuyo recorrido seguimos a lo largo de las páginas del libro.
Pesadillas de Canizales (Apila).
Canizales es de esos autores e ilustradores cuyos libros una compra con los ojos cerrados. Con libros como Guapa, un auténtico long seller de la literatura infantil, Canizales ha demostrado su talento a la hora de construir historias simples a través de las cuales construir discursos sobre la igualdad, sobre el respeto al otro, sobre la belleza y sus cánones… Ahora vuelve con Pesadillas, un libro que utiliza que, a partir del tema de las pesadillas y de esos sueños que no nos dejan dormir, habla de la amistad: Piru intenta ayudar a su amigo Bismo, que siempre se despierta con sueño por culpa de las pesadillas que no lo dejan dormir, para que pueda dormir tranquilo, para que esos sueños oscuros y angustiosos desaparezcan. Piru lo ayuda, Bismo es su amigo y quiere que pueda dormir tranquilo, aunque esto implique que ahora sea él, Piru, el que no pueda dormir.
Árboles y su magia. Aves y su magia. Flores y su magia de Emmanuele Kecis-Lepetit y Léa Maupetit (Vegueta Ediciones)
Estos son tres libros, pero, en realidad, conforman un único solo libro. Y lo más importante es que estos tres libros, en realidad, se destinan a todos, independientemente de su edad, puesto que nunca es tarde para adentrarse en el mundo vegetal y animal y descubrir sus protagonistas. En el primero de estos tres libros, recorreremos bosques y jardines, montas y garrigas y nos detendremos en sus páginas para conocer el Gikno, el Pino piñonero, el Acebo, el Arce Sicomoro, el Alerce europeo…. En el libro de las aves, descubriremos los secretos del Cisne, del Gavilás, del Cernícalo, de la Alondra o de la Abubilla, entre muchas otras aves. El tercer libro está dedicado a las flores y sus páginas es un verdadero paseo por un gran jardín con Mimosas, Boda de dragón, Camelias, Prímulas o Ciclámenes. Tres libros que conformar una preciosa -la encuadernación y sus ilustraciones merecería una nota laudatoria aparte- y precisa enciclopedia del mundo natural.
Crónicas de Pizzania: Una pizza para el dragón de Martí Piñol (Flamboyant).
¿Quién se puede resistir a una buena pizza? Si somos sinceros, todos somos en parte como el dragón de esta historia, un dragón al que le encantan las pizzas. “Incluso dormido, podía notar su calorcillo y su olorcillo”, nos cuenta Piñol de este dragón, por cuya culpa el rey se ha quedado sin pizzas. “Nadie sin pizza. Repartimos a quien sea, cuando sea y donde sea”, este es el lema de la pizzería que Iris ha ayudado a montar al maestro Martinelli, pero la presencia del dragón hace que sea cada vez más complicado repartir las pizzas. Iris, la pequeña heroína de esta historia, hará lo posible para resolver este problema, tratará de mediar entre el dragón y el furibundo rey, que no soporta comer las pizzas frías y, aún menos, no comerlas. Una aventura divertida y que, lejos de concluir, deja un final abierto, puesto que a Iris le esperan aún muchas aventuras. Piñol demuestra su habilidad con el humor y su magistral capacidad de despertar el interés y la risa de los más pequeños, entreteniendo también a los padres.
Cuento de Navidad de Charles Dickens (Bóveda) y El príncipe y el mendigo (Gribaudo):
Aquí dos clásicos de la literatura y, al mismo tiempo, dos formas distintas para aproximarse a estos clásicos. En el caso de los Cuentos de navidad, se trata una adaptación: Donatella Mazza adapta el texto de Dickens para acercar a los lectores infantiles la literatura de uno de los más grandes de la literatura occidental. Es un libro para niños que ya leen autónomamente, pero que todavía son demasiado pequeños para enfrentarse al lecto dickensiano en su formato íntegro. Esta es una edición perfecta para este primer acercamiento. Por su parte, la edición de Gribaudo de El príncipe y el mendigo ofrece el texto íntegro de Mark Twain. Un libro para adolescentes, pero no solo, porque Twain es esos autores a los que uno siempre puede volver, pues su literatura va más allá de la etiqueta juvenil. Dicho esto, es cierto que somos muchos los que nos hicimos lectores a través de Twain, puesto que es de esos autores capaces de despertar el interés por la lectura entre los más jóvenes, generación y generación. No es de extrañar que, todavía hoy, si se pregunta a cualquier lector sobre sus primeras lecturas, resulta extraño que no aparezca el nombre de Twain, que forma parte de la educación lectora e, incluso, sentimental de muchos de nosotros.