Anne Sexton

Anne Sexton PENGUIN RANDOM HOUSE

Letras

Anne Sexton: poesía femenina, deseo y locura

La escritora norteamericana, de cuya muerte se celebra medio siglo, y cuya obra completa acaba de publicar Lumen, escribió una poesía llena de exuberancia expresiva, metáforas audaces y lenguaje descarnado

11 septiembre, 2024 19:24

“Usted, doctor Martin, se pasea/del desayuno a la locura. Final de agosto,/corro por el antiséptico túnel/donde los zombis aun intentan/empujar sus huesos contra la fuerza/de la cura. Soy la reina del hotel estival/o la burlona abeja en un tallo acechada//por la muerte. (…) Y somos magia que habla sola,/ruidosa y aislada. Soy la reina de todos mis pecados/olvidados, ¿Sigo perdida?/ /¿Sigo perdida?/ Antes era guapa. Ahora soy yo misma”. Este es un fragmento del poema que abre Al manicomio y casi de vuelta (1960), el primer libro de Anne Sexton (1928-1974). Este año se celebra el cincuentenario de su fallecimiento y Lumen publica su Poesía completa traducida por Ana Mata Buil (existe una edición anterior, de Linteo en 2013, con traducción de José Luis Reina Palazón). 

El médico al que menciona en el poema era su terapeuta, el doctor Martin Orce, que la trató en uno de sus ingresos psiquiátricos y le recomendó apuntarse a un taller de poesía como terapia. De entrada, Sexton no parecía destinada a convertirse en poeta. Creció en un barrio residencial de Boston en una familia acomodada. Se casó muy joven, antes de cumplir los veinte, en 1948, y mientras su marido servía en Corea, trabajó brevemente como modelo para la Hart Agency. En los años cincuenta tenía todos los números para cumplir con los clichés de la felicidad en la próspera América de la naciente sociedad de consumo: una chica de clase media alta, muy guapa, que no tardó en quedarse embarazada para convertirse en la típica madre y ama de casa americana sonriente y coqueta de la época. Sin embargo, se le cruzó en el camino su precaria salud mental. Los dos embarazos -fue madre de dos niñas- desembocaron en depresión postparto que requirió el ingreso en un psiquiátrico. 

'Poesía completa' de Anne Sexton

'Poesía completa' de Anne Sexton LUMEN

Fue entonces cuando recibió la sugerencia de probar la escritura con fines terapéuticos. Y de este modo nació una de las grandes voces poéticas del siglo XX en Estados Unidos. Su amiga Maxine Kumin evocaba así el primer encuentro con Sexton: “Alta, de ojos azules, admirablemente delgada, con un adorno de flores en el estiloso pelo oscuro y el toque justo de maquillaje en la cara. (…) Pendientes y pulseras, perfume francés, brillo a juego en los labios y las uñas la engalanaban, un cúmulo de intimidantes sofisticaciones en medio del ambiente de fundas de zapatos mojadas y manchadas de tiza del Centro de Formación para Adultos de Boston, donde nos habíamos inscrito en un taller literario que impartía John Holmes”. Otro de los mentores clave en su formación fue Robert Lowell. Reputado poeta e intelectual comprometido con causas progresistas, abrió de pronto el camino de lo que se bautizó como poesía confesional con un libro seminal publicado en 1959. Dejando de lado su vertiente cívica, en los versos Estudios del natural abordaba los desequilibrios mentales que también él sufría, sus problemas con el alcohol y los altibajos de su matrimonio.

Lowell ejerció de figura tutelar de las tres grandes poetas de esta generación: Elisabeth Bishop, Sylvia Plath y Anne Sexton. De las tres, Bishop fue la menos prolija y la más deslumbrante. También la que se muestra más esquiva y velada a la hora de verter su intimidad en su literatura (con alguna excepción: En el pueblo es una conmovedora evocación de su vivencia como niña de la locura de su madre). Plath y Sexton se llegaron a conocer en persona en sus años formativos, las dos pasaron por psiquiátricos y tuvieron finales suicidas a edad temprana: Plath con treinta años, Sexton con cuarenta y cinco. La obra de ambas comparte la exuberancia expresiva, las metáforas audaces, un lenguaje poético explosivo y descarnado. Plath siempre ha sido más leída y más celebrada como icono feminista. Sexton fue mucho más cruda y directa al desvelar su intimidad. Apunta Maxine Kumin que “los hechos de la turbulenta y caótica vida de Sexton son de sobras conocidos: ningún otro poeta estadounidense de nuestra época ha proclamado a los cuatro vientos tantos detalles privados”. 

'Poemas de amor'

'Poemas de amor' LINTEO

Sin embargo, es importante apuntar un matiz. Es cierto que muchos de sus poemas parten de experiencias personales y que en su biografía se puede rastrear por ejemplo si tal o cual poema está dedicado a uno u otro de sus amantes, pero debe entenderse que no son meros ejercicios terapéuticos, sino construcciones literarias complejas y que en algunos de ellos el personaje que se proyecta no es ella y sus vivencias directas sino algún arquetipo femenino. 

Leer a Sexton o a Plath como meros iconos -la feminista, la suicida- o tan solo a la luz de sus trágicas existencias es minusvalorar su potencia poética. En ambas está la pulsión del deseo y la pulsión de la muerte, exploradas desde la voz femenina. Comparten el desgarro con otras poetas convertidas en mitos literarios: la argentina Alejandra Pizarnik (también con problemas mentales, destino suicida y un lenguaje volcánico) y la uruguaya Idea Vilariño, cuyo dolor era puramente afectivo, por la complicada relación que mantuvo con Juan Carlos Onetti, pero cuya desolación es tan arrebatada que trasciende lo puramente amoroso para convertirse en un dolor existencial. 

'Vive o muere'

'Vive o muere' EDICIONES VITRUBIO

Sexton es también relevante porque rompió el tabú de la sexualidad femenina en la poesía estadounidense, como demuestran los títulos de algunos de sus poemas: 'La balada de la masturbadora olvidada', 'El aborto', 'Mujer con faja', 'Ama de casa', 'Menstruación a los cuarenta', 'En celebración de mi útero', 'A mi amante, que regresa con su esposa'. En la literatura norteamericana del siglo XX hay un libro emblemático de la liberación desinhibida del lenguaje poético: Aullido (1956) de Allen Ginsberg, que fue llevado a juicio por pornográfico. Con una estética muy diferente, Anne Sexton escribió en su estela, con el escándalo añadido de ser mujer. 

Su primer libro, inspirado en una de sus estancias hospitalarias por las depresiones postparto, ya tenía un título demoledor: Al manicomio y casi de vuelta (1960). Le siguieron otros poemarios de similar contundencia: Todos mis tesoros (1962); Vive o muere (1966), con el que ganó el Pulitzer, y Poemas de amor (1969), acaso su obra maestra. Con Transformaciones (1971) su poesía se hace más recargada, enfática y pretenciosa. En sus páginas proponía relecturas nada ingenuas de cuentos clásicos como Blancanieves, La cenicienta o Caperucita roja, y su editorial fue muy reticente a publicarlo, aunque al final cedió. Le siguieron El libro de la locura (1972), Los cuadernos de la muerte (1974) y ya póstumos El horrible remar hacia Dios (1975), Calle de la Piedad, 45 (1976) entre otros. 

'45 Mercy Street'

'45 Mercy Street'

El deseo y la sexualidad son dos de los temas de la poesía de Sexton. 'El beso' tiene un inicio arrollador: “Mi boca se abre como un corte./Me he sentido maltratada todo el año, tediosas/noches, nada salvo ariscos codos en ellas/y delicadas cajas de kleenex gritando: ¡llorica/llorica, tontaina!”. En algunos de sus poemas habla de sus amantes, mayoritariamente hombres, aunque también hubo mujeres. En 'Para mi amante, que regresa con su esposa' sus versos finales dicen: “Ella, tan desnuda y singular./Ella es la suma de tu ser y tu sueño./Sube por ella como un monumento, paso tras paso./Ella es sólida.//En cuanto a mí, soy una acuarela./Me diluyo”. También aborda el paso del tiempo y el deterioro físico. 'Mujer con faja' arranca así: “El abdomen te cae hasta las rodillas;/los pechos te cuelgan en el aire,/sus pezones tan ajenos/como cálidas estrellas de mar”.

Pero no todo es desolador. Hay también espacio -aunque poco, es cierto- para la celebración de la sensualidad y la felicidad que se nos escapa entre los dedos, como en el bellísimo 'Nadar desnudos', en el que evoca un viaje a Italia y arranca así: “En la parte suroeste de Capri/encontramos una pequeña gruta ignota/donde no había nadie y nosotros/entramos hasta el fondo/y dejamos que nuestros cuerpos/perdieran la soledad”. Y concluye: “Las paredes de esta gruta /eran de un azul multicolor y/me dijiste: “¡Mira! Tus ojos/ son del color del mar. ¡Mira! Tus ojos/son del color del cielo”. Y mis ojos/se cerraron como si de pronto/se avergonzaran”.

Otro tema nuclear es la maternidad atormentada y la complicada relación con sus hijas. Destaca en este aparatado una de sus cumbres, 'La doble imagen', en el que se dirige en tono confesional a su segunda hija y termina así: “Te llamamos Joya./ Yo, que nunca estuve del todo segura/ de ser niña, necesitaba otra/vida, otra imagen para recordármelo./Y esta fue mi peor culpa: tú no podías sanarla/ni aliviarla. Te hice para encontrarme”.

'Transformations'

'Transformations'

Y por último están los otros dos temas centrales: la enfermedad mental y la pulsión de muerte. En 'Ganas de morir' escribe: “Pero los suicidas tienen un idioma especial. /Como los carpinteros, quieren saber qué herramientas./Nunca preguntan por qué construir”. Sus tentativas de suicidio se cuelan en sus poemas. Hubo varias, pero se le adelantó Sylvia Plath, a la que le dedica 'La muerte de Sylvia'. Al final, también ella lo logró: el 4 de octubre de 1974 se tomó un par de vodkas; se puso el abrigo de pieles heredado de su madre; se quitó todos los anillos, incluido uno de platino, también herencia materna, que jamás se quitaba, y con una tercera copa de vodka en la mano se dirigió al garaje y encendió el motor del coche. 

Sus poemas pueden hechizar o incomodar, y acaso se le pueda criticar un cierto exhibicionismo del dolor, pero nunca dejan indiferente. En 'El arte oscuro' dice: “Una mujer que escribe siente demasiado,/¡tales trances y portentos!/Como si los ciclos y niños e islas/no bastaran; como si plañideras y rumores/y verduras no bastaran nunca./Cree que puede advertir a las estrellas./Una escritora es en esencia una espía./Amor mío, yo soy esa chica”.