Salma Hayek en un capítulo de la sexta temporada de 'Black Mirror' / NETFLIX

Salma Hayek en un capítulo de la sexta temporada de 'Black Mirror' / NETFLIX

Letras

Ante el espejo negro

Charlie Brooker sigue en muy buena forma y su 'Black mirror', en la sexta temporada, sigue siendo una de las mejores series

23 junio, 2023 18:00

Tras una ausencia de cuatro años, la inquietante serie Black mirror ha vuelto a la parrilla de Netflix con su sexta temporada, compuesta de cinco episodios de diferentes metrajes: Joan is awful (Joan es horrible), Loch Henry (Lago Henry), Beyond the sea (Más allá del mar), Mazey Day (nombre propio, no hace falta traducirlo) y Demon 79 (Demonio 79). Como es habitual en la serie creada y escrita por el británico Charlie Brooker (Reading, 1971, y Charlie no es un diminutivo de Charles, sino de Charlton), unos episodios están más logrados que otros, pero todos mantienen un tono tan digno como interesante: la capacidad del señor Brooker para alumbrar ideas retorcidas –no exentas, a veces, de un sentido del humor igual de retorcido- se mantiene incólume desde que se inventó Black mirror en el ya lejano 2011, tras una vida profesional de humorista, dibujante de comics y guionista para proyectos audiovisuales ajenos.

En su momento, Black mirror sorprendió gratamente (e ingratamente también, a algunos espectadores tiquismiquis) por lo bestia que era en sus planteamientos conceptuales. Especializado en distopías tecnológicas, Brooker gustaba de llevar este subgénero hasta sus últimas y, a veces, más disparatadas consecuencias. Lo demostró, ya de entrada, con uno de los episodios de la primera temporada, The national anthem (El himno nacional), cuyo argumento puede resumirse brevemente y no precisa de comentarios: la princesa Susannah, miembro muy querido de la familia real británica, es secuestrada, y, para proceder a su liberación, quienes se han hecho con ella solo piden una cosa: que el primer ministro grabe un video en el que se le vea manteniendo relaciones sexuales con un cerdo y que sea convenientemente emitido por la BBC.

Imagen de la serie 'Black Mirror', en su sexta temporada / NETFLIX

Imagen de la serie 'Black Mirror', en su sexta temporada / NETFLIX

No es fácil empezar tan arriba porque el público espera a partir de ese momento cualquier cosa de ti y más te vale no defraudarlo si no quieres quedarte sin el carísimo juguetito al servicio de tu insania que ha puesto a tu disposición la industria audiovisual del espectáculo. Afortunadamente para él (y para sus seguidores), Charlie Brooker supo tirar adelante después de lo del sexo porcino y se marcó cuatro temporadas más de Black mirror que no decepcionaron a quienes nos habíamos enganchado a su peculiar propuesta, que oscila siempre entre la ciencia ficción, el terror y la fantasía espeluznante, géneros siempre relacionados con la evolución de la tecnología y los peligros asociables a ésta.

Hollywood y la licantropía

En ese sentido, la sexta temporada de Black mirror no aporta muchas novedades con respecto a los anteriores, pero lo que ofrece nos basta para que nos pongamos a esperar la séptima. Como elemento inédito, cabe citar las referencias a Netflix (con el nombre ligeramente cambiado, pero claramente reconocible) en dos de los episodios, especialmente en Joan is awful, la pesadilla de una ejecutiva que ve cómo su vida se convierte en una serie de televisión en tiempo real protagonizada por Salma Hayek (que se ha limitado a prestar su rostro a lo que es, en realidad, un producto totalmente generado por ordenador), quien se verá sometida a una presión insoportable cuando su modelo supuestamente real (que tampoco lo es, pero lo voy a dejar ahí porque me encamino hacia el spoiler) empiece a sublevarse ante lo que considera con razón un ataque contra ella conseguido Dios sabe cómo.

El único capítulo algo flojo de esta sexta temporada de Black mirror es Beyond the sea, distopía retro – alternativa no muy convincente, pero el resto es impecable, cada entrega a su manera. Loch Henry es un relato de terror francamente inquietante y sumamente perverso. Mazey Day establece una curiosa relación entre Hollywood y la licantropía. Y Demon 79, ambientado en un pueblo de una Inglaterra en crisis económica por la que asomaba la patita la extrema derecha racista, es una fantasía socio-político-irónico-criminal de gran eficacia desde todos sus ángulos.

En resumen: Charlie Brooker sigue en muy buena forma y su Black mirror continúa siendo una de las mejores series del momento presente. Esperemos que no haya que esperar otros cuatro años para disfrutar de la próxima temporada.