Klaus Wagenbach, en la presentación de las obras completas de Kafka para Galaxia Gutenberg / EFE

Klaus Wagenbach, en la presentación de las obras completas de Kafka para Galaxia Gutenberg / EFE

Letras

Wagenbach, el viudo de Kafka

Fallece uno de los más importantes editores europeos del siglo XX y ensayista erudito en la vida y obra de Kafka

9 enero, 2022 00:00

Quizá porque es alemán, o porque últimamente sus libros sobre Kafka han quedado algo eclipsados por los de Reiner Stach, o porque sí, ha pasado entre nosotros sin eco la muerte de Klaus Wagenbach, la semana pasada, en Berlín, a la edad de 91. Era uno de los grandes editores europeos, un intelectual apasionado y en general un humanista.

Por su pasión por la obra de Kafka, al que dedicó cuatro libros, se definía como “el viudo de Kafka” (¿o la viuda de Kafka?) y por su trabajo como editor independiente y de criterio exigente y combativo, como “el editor alemán más acusado”: en efecto, como editor “político” y paradigmático del movimiento de mayo del 68 publicó escritos de Rudi Dutschke, Daniel Cohn-Bendit… y también de Ulrike Meinhof y la Fracción del Ejercito Rojo, y sufrió numerosas condenas judiciales y una pena de prisión de nueve meses, que no hubo de cumplir.

Su lema decía “con tristeza no se puede conseguir nada”. Y lo que consiguió no le fue fácil. Hace unos años, en su celebración del 50 aniversario de la editorial Wagenbach, Patricio Pron mencionaba “la fragilidad inherente a todo proyecto editorial que antepone la necesidad de enriquecer la discusión acerca del modo en que vivimos a la de rendimientos económicos inmediatos” y reproducía la frase, impregnada de razonable orgullo, con la que don Klaus definía su empresa: “Wagenbach Verlag es una editorial independiente que hace uso de esa independencia, tiene opiniones propias y asume los costos que haya que pagar por ello. No es grande, pero sí reconocible".

Franz Kafka.

Franz Kafka.

El editor Malcolm Otero Barral me dijo una vez que Wagenbach, al que conoció muy brevemente cuando éste era ya mayor, era no sólo responsable de un catálogo riguroso y espléndido sino también un hombre muy afable, muy culto, con carisma, excelente conversador, esa clase de personas con las que uno quisiera conversar mucho, mucho tiempo. El escritor y editor Michal Krüger, amigo personal de Wagensbach, escribió el otro día en el obituario de The Times que “no era en absoluto un amigo fácil, y a veces estaba bien no tenerlo al lado”, pero luego se deshacía en altos elogios: “Ha sido uno de los editores más importantes de la República Federal Alemana y un modelo para cualquiera que se niegue a aceptar el hecho de que sólo un puñado de corporaciones determine el gusto literario”.

Yo le escuché una vez, en Barcelona, hacia el año 2000, cuando vino a presentar la edición de las Obras Completas de Kafka dirigida por Jordi Llovet, o alguno de sus libros entonces recién editados en español, La Praga de Kafka, y Franz Kafka. Imágenes de su vida (precedidos en algunos años por las biografías Kafka y La juventud de Franz Kafka).

Una Praga boyante e intelectualmente vida

Wagenbach cayó bajo el hechizo del autor checo poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando estaba empleado en una editorial y cayeron en sus manos unos libros con las versiones de sus novelas en inglés. “El día de 1950 en que leí la primera frase de El proceso, que dice: ‘Alguien debía de haber calumniado a Josef K, porque sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana’, me di cuenta de que tenía en las manos algo especial, me llevé los libros a casa, algo que estaba prohibido, y quedé prendado para siempre”, recordó en Barcelona.

Pronto empezó a buscar y coleccionar documentos relativos a la vida y la obra de su autor fetiche y guardarlos en un armario en su despacho. Luego ese archivo daría pie a muchas exposiciones y a los libros mencionados. En ellos localiza y documenta las casas en que Kafka vivió, las oficinas en que trabajó, los itinerarios de sus paseos predilectos, los locales, cafeterías, bibliotecas y librerías que frecuentaba, los domicilios de los amigos con los que se reunía…

La ciudad de Praga, omnipresente en la literatura checa / DAGMAR VESELKOVA

La ciudad de Praga, omnipresente en la literatura checa / DAGMAR VESELKOVA

Aparte de su amenidad, lo mejor de estos textos, tanto de arqueología literaria como topográfica, era que ventilaban la leyenda romántica sobre una ciudad tétrica de húmedas callejuelas medievales por las que camina un personaje sombrío, de vida marginal y expresionista. En realidad la Praga de Kafka era provinciana pero económicamente boyante e intelectualmente estimulante gracias a los varios polos de atracción literaria en ambas lenguas, checo y alemán; y él era un profesional respetado, un hombre divertido y con sentido del humor, con un conocimiento profundo, gracias a su empleo, de la estructura económica y laboral del país industrializado en cuya capital vivía, en el barrio flamante, de estilo modernista, recién levantado sobre el solar del antiguo ghetto…

Klaus Wagenbach lo explicó muy bien. Ha sido un hombre realizado: ha tenido por lo menos dos grandes pasiones intelectuales --la edición y Kafka-- y, superando las dificultades con las que se ha encontrado, las ha vivido y satisfecho.