El rostro de Dalí, reflejado en la portada del libro 'Picasso y yo'
Picasso según Dalí
Las relaciones, primero de amistad, y luego de distancia insalvable entre los dos, debida, sobre todo, al compromiso de Picasso con la República española y con el partido comunista francés y el de Salvador Dalí con el franquismo las ha reunido Víctor Fernández con rigor
Hablamos de los dos pintores españoles más importantes del siglo XX, y de dos figuras de extraordinaria relevancia mundial. Pablo Ruiz Picasso (1881-1973) y Salvador Dalí (1904-1989).
Las relaciones, primero de amistad, y luego de distancia insalvable entre los dos, debida, sobre todo, al compromiso de Picasso con la República española y con el partido comunista francés y el de Salvador Dalí con el franquismo, han sido ya señaladas por numerosos autores. Pero ahora Víctor Fernández las ha reunido, establecido y documentado cronológicamente con rigor, y ha dispuesto toda la información posible sobre el tema, en un libro de editorial Elba: Picasso y yo. Por Salvador Dalí.
En realidad la autoría es algo engañosa, pues nunca escribió Dalí un libro titulado Picasso y yo. Éste fue, sí, el título de la conferencia que pronunció el 11 de noviembre de 1951 en el Teatro María Guerrero de Madrid, cuando se había propuesto regresar a su casa de Port Lligat, aunque fuera adhiriéndose oficialmente al régimen franquista. Cosa no tan criticable ni tan cínica como suele creerse, si tenemos en cuenta los problemas y peligros que padeció la familia de Dalí en 1936, que detalla Gibson en su biografía.
"Ha hecho usted muy bien"
En aquella conferencia es donde dijo la célebre boutade: “Picasso es español; yo, también. Picasso es un genio; yo, también. Picasso tiene unos setenta y dos años; yo, unos cuarenta y ocho. Picasso es conocido mundialmente; yo, también. Picasso es comunista; yo, tampoco”.
Si este libro que comentamos pregona la autoría de Dalí, seguramente es porque Picasso no escribió, que se sepa, nunca a Dalí, mientras que éste le escribía cartas y postales y escribía sobre él ensayos y celebraciones, de manera que casi todos los materiales reunidos en el libro de Fernández proceden de Dalí.
Libro de Víctor Fernández sobre la relación entre Picasso y Dalí
Víctor Fernández (Barcelona, 1975) es el periodista al que con más gusto leo en el diario La Razón, y autor de estupendas monografías sobre Dalí, García Lorca, Josep Pla y Marilyn Monroe. Con ese curriculum ya se ve que la suya era la pluma ideal para tratar el tema de las relaciones entre los dos extraordinarios pintores.
A éstos les separaban 25 años, pero esas relaciones empezaron muy bien, con Dalí, recién llegado a París, visitando a Picasso en su estudio, y diciéndole, a modo de presentación: “He venido a verle antes de ir al Louvre”, a lo que el otro respondió: “Ha hecho usted muy bien”.
Para esa visita Dalí llevaba consigo una pintura pequeña para mostrársela al que ya era famoso por su invención del cubismo, y éste admiró esa pintura “durante una hora” (versión de Dalí en Mi vida secreta), para luego pasar otras tres horas contemplando los cuadros que tenía allí Picasso y escuchando sus explicaciones. “Al final, en el rellano de la escalera, dispuesto yo a partir, cambiamos una mirada que quería decir exactamente:
--¿Ve usted la idea?
--¡La veo!”
Picasso le ayudó en lo que pudo, le presentó a galeristas y coleccionistas como Gertrude Stein, y durante la segunda guerra mundial le financió el viaje a Nueva York, donde Dalí alcanzaría la mayor celebridad y se convertiría, según André Breton, en Avida Dolllars.
Durante toda la vida de Picasso, éste se interesó por las andanzas de su más joven colega y admirador, pero se negó sistemáticamente a volver a verle, por culpa de las mencionadas, insalvables diferencias políticas. Procurando en vano restablecer sus relaciones, Dalí le enviaba cada año, por su aniversario, una postal; en cada postal repetía la frase “per juliol, ni dona ni cargol” (en el mes de julio, ni mujer ni caracol), que Picasso había oído en Cadaqués, donde siendo joven estuvo alojado en casa de los Pichot, familia unida durante generaciones a la de Dalí.
Pablo Picasso y Joan Miró, en Notre-Dame-de-Vie, Mougins, 1967, en una fotografía de Jacqueline Picasso.
En Cadaqués, por cierto, el joven Picasso trabajó en un taller de los Pitxot, donde, años más tarde, también pintaba Dalí. La frase de la postal significa que en julio, cuando hace tanto calor, para evitar sofocos más vale abstenerse de las relaciones sexuales y de los guisos fuertes o picantes, como los caracoles. Por cierto que Antoni Pitxot sería el mejor amigo y consejero de Dalí hasta el final de su vida.
Cuando murió Picasso, Dalí publicó en Paris-Match un artículo en el que manifestaba su incesante gratitud hacia el que había sido su faro y su protector: “Picasso fue el único amigo que me dejó dinero para ir a los Estados Unidos. Me dio la suma necesaria para vivir en Nueva York. Todas las puertas, oís, todas las puertas de los que se decían amigos míos se me habían cerrado”.
Cinco años después siguió manifestando su admiración y agradecimiento. Publicó en La Vanguardia un texto cuyo manuscrito reproduce el libro que estamos comentando, que acababa diciendo (corregimos aquí su delirante y divertida ortografía): “… Yo les diré categóricamente que los dos genios españoles, Velázquez y Picasso, pintaron dos cuadros de Historia que son los dos más importantes que se conocen. El primero es el cuadro de La rendición de Breda, y el segundo, el Guernica de Picasso, que merece la excepción de que sea colgado solemnemente en el propio museo de El Prado, a fin de que todos los españoles, reconciliados, repitan en coro, cuando se les pregunte ‘¿qué hay de nuevo?` ¡Velázquez´. Que vayan todos a ver el museo Picasso en Barcelona si les queda alguna duda".