Teatro Real, argumentos para un éxito
El Teatro de Madrid accede al ‘club’ de las grandes instituciones líricas gracias a un modelo de gestión que le da autonomía frente al poder político y el dinero público
22 mayo, 2021 00:10En la Superliga de la ópera, el Teatro Real se ha coronado como el mejor espacio lírico del mundo. Tiene este premio –otorgado el pasado 10 de marzo en la gala de los International Opera Awards– un evidente sabor de conquista en un ámbito cultural donde la tradición y la historia juegan un papel fundamental. Sin el brillo lírico de otras capitales europeas como Viena, Berlín, Londres, París o Barcelona, Madrid ha convertido en apenas 25 años su institución operística en un centro cosmopolita e innovador. El galardón, creado en 2012 por Harry Hyman, empresario y filántropo (según detalla su perfil oficial, como si la primera actividad necesitara matizaciones), ha acabado por confirmar al Teatro Real entre los grandes templos del bel canto.
Toma, además, más altura el galardón a la luz de la convulsa historia del espacio ubicado en la madrileña plaza de Oriente. Fundado en 1818 por orden de Fernando VII e inaugurado en 1850 por Isabel II, permaneció sin actividad lírica durante buena parte del siglo XX: desde 1925 a 1997, a causa de los problemas de estabilidad del edificio, tal como se comprobó durante la construcción del metro con explosivos. Sin embargo, desde su reapertura, el teatro de ópera de Madrid ha acumulado indudables aciertos artísticos e institucionales. Tanto es así que en torno a él se aglutina un sólido consenso equiparable al que hoy ostenta, por ejemplo, el Museo del Prado. Son las felices excepciones en un país de trincheras (también culturales).
Vista general del Teatro Real de Madrid / JAVIER DEL REAL
Varios factores explican este reconocimiento al Teatro Real: la independencia política y económica, la excelencia artística, el liderazgo tecnológico y, de forma más coyuntural, su papel en la pandemia. Frente a los teatros internacionales –con el telón caído por la crisis sanitaria: la Bayerische Staatsoper de Múnich y la Scala de Milán acaban de abrir sus puertas, por ejemplo–, los espacios líricos españoles han realizado un gran esfuerzo técnico y logístico por mantener viva la temporada 2020/2021. Así, desde junio del año pasado hasta los primeros días de mayo, en España se han ofrecido un total de 563 representaciones para 358.609 espectadores, según los datos de Ópera XXI, asociación que aglutina a los 25 teatros, programaciones y festivales más importantes del país.
El coliseo madrileño lideró esa vuelta a la normalidad convirtiéndose en uno de los primeros en reabrir sus puertas el 1 de julio de 2020 con una versión semiescenificada de La Traviata de Verdi, que acumuló 26 funciones más a lo largo del mes. No sin sobresaltos –las protestas del público obligaron a cancelar una representación de Un ballo in maschera, mientras que un brote puso en riesgo el estreno de la ópera de Benjamin Britten Peter Grimes–, ha mantenido una actividad escénica ininterrumpida exprimiendo, por ejemplo, las dimensiones de su foso para velar por la salud de los profesores de la Orquesta Sinfónica de Madrid. La primera ópera escenificada en el Liceu, por ejemplo, tuvo que esperar al 24 de octubre (Don Giovanni, de Mozart).
La ópera de Benjamin Britten Peter Grimes, uno de los reclamos de la temporada 2020/2021 del Teatro Real / JAVIER DEL REAL
Aunque el premio avala los resultados artísticos de 2019, la organización de los International Opera Awards ensalzó, de forma expresa, la valentía del equipo del Teatro Real de Madrid –liderado por su presidente, Gregorio Marañón, y seguido de cerca por el director artístico, el catalán Joan Matabosch, y por el director general, el zaragozano Ignacio García-Belenguer– por mantener la oferta lírica en un periodo de extrema dificultad para la cultura y, en particular, para la ópera. Por lo general, son producciones con un alto coste económico y que precisan de una importante concentración de profesionales –más de dos centenares, entre cantantes, músicos y técnicos–, cuestiones ciertamente incompatibles con un contexto global de riesgo para la salud como el originado por el coronavirus.
Pero el caso Teatro Real no se explica por su reacción ante la alerta sanitaria. Ni mucho menos. Sólo es síntoma de otros importantes logros institucionales y económicos. De ellos ninguno tan revelador como el grado de autonomía lograda. Con un importante legado intelectual y sobradas muestras de rigor en la gestión cultural –véase, por ejemplo, el Año Greco en Toledo–, Marañón fue nombrado en 2007 el primer presidente independiente del Patronato tras acordar el Ministerio de Cultura y la Comunidad de Madrid dotar a la institución de unos nuevos estatutos en busca de “un razonable marco de estabilidad en su gestión y de autonomía política para poder así cumplir más eficazmente con los intereses públicos que tienen confiados”.
Carmen de Georges Bizet, en la producción de Calixto Bietio / JAVIER DEL REAL
Sirva como ejemplo que, en sus diez primeros años (1997-2007), el espacio lírico madrileño sumó seis presidentes de patronato –los seis ministros de Cultura–, cuatro directores generales y cuatro directores artísticos. En la actualidad, Marañón sigue al frente de la institución –fue renovado en 2016 por cinco años más, con alguna polémica como el intento de fusión con el Teatro de la Zarzuela–, García-Belenguer ocupará su plaza hasta 2024 y Matabosch reemplazó en 2013 a Gerard Mortier para reincidir en la misma fórmula artística, centrada en la apuesta por creadores contemporáneos, las producciones con ambición internacional y los repertorios poco transitados, junto a la consolidación del alto nivel interpretativo del Coro y la Orquesta Sinfónica de Madrid.
Esa estabilidad institucional ha permitido consolidar una fórmula económica de éxito. Cuando todavía está por conocer cuál es el impacto de la pandemia, el Teatro Real consiguió en 2019 y 2020 sostener sus cuentas gracias a patrocinios y recursos propios. Con un presupuesto en ambas anualidades en torno a los 55 millones de euros, el 75% de sus fondos proceden de las empresas colaboradoras –es la institución cultural con más patrocinadores en España: un total de 110– y las distintas modalidades de mecenazgo –casi cinco mil personas forman parte de su Fundación de Amigos–. A esos recursos se suman la venta de abonos y entradas, el alquiler de espacios, las producciones, los derechos audiovisuales y los cursos de formación.
Acto de presentación de la temporada 2021/2022 del Liceu / LICEU / S. PANIZO
Su dependencia de los fondos públicos, por tanto, es relativa. Esta vía de ingresos sumó el año pasado sólo el 25% de su presupuesto global, con un total de 14,6 millones de euros repartidos entre el Ministerio de Cultura y Deporte (9,8 millones), la Comunidad de Madrid (3,8 millones) y el Ayuntamiento (1 millón). A modo de comparativa, la ayuda pública al Liceu se situó en el mismo periodo por encima de los 22 millones, el 50% del total, con la siguiente distribución: 10,1 millones del Gobierno central –7,1 millones por la vía ordinaria más tres aportaciones extras de un millón, situándolo como el gran beneficiado de las ayudas estatales–; 8,1 millones procedentes de la Generalitat; 2,3 millones del Consistorio y 1,6 millones de la Diputación.
Por su parte, la nueva temporada del Liceu –de gran valor simbólico: celebra el 175 aniversario de la inauguración del teatro– cuenta con un presupuesto de 49,5 millones de euros. Las administraciones aportan un 47,7% y los ingresos propios equivalen al 52,3% restante, de los cuales el 37,42% proviene de la actividad artística y el 14,88% de mecenazgo, patrocinio y alquiler de espacios. La cancelación de los espectáculos por la pandemia en el curso 2019/2020 arruinó sus previsiones de ingresos, con una caída de 10,2 millones. Para paliar este desequilibrio, el director del teatro, Valentí Oviedo, ya anunció la puesta en marcha un plan de ahorro y confirmó la solicitud de un préstamo ICO-Covid de 4,5 millones para garantizar la estabilidad financiera.
A la vista del peso del dinero público en los teatros de ópera en España, el Teatro Real es una excepción. Para el ejercicio 2020/2021, que coincide con el 30 aniversario de su inauguración, el Teatro Maestranza de Sevilla igualó las cuentas de hace diez años: 8,6 millones, de los que 4,7 –el 54%, en términos porcentuales– corresponden a las aportaciones realizadas por las administraciones. En concreto, el Ministerio de Cultura y Deportes aporta un 34,48 por ciento; la Junta de Andalucía, un 34,25 por ciento; el Ayuntamiento, un 21,88 por ciento, y la Diputación de Sevilla, un 9,38 por ciento. Caso aparte es el Palau de les Arts, sostenido casi en solitario por la Generalitat Valenciana que aportará 19,3 millones de euros en 2021 tras una década ruinosa (2005-2015).
En paralelo, la crisis sanitaria ha servido para conocer hasta qué punto son sólidas las estrategias digitales de las grandes instituciones operísticas. Quién venía trabajando realmente desde tiempo atrás en ese carril, considerado entonces como un novedoso complemento o, en todo caso, como una vía de promoción e ingresos, pero que hoy, a la vista de los hechos, resulta indispensable. En pleno auge del consumo en streaming, lleva amplia ventaja en esa carrera el Teatro Real de Madrid, cuya plataforma online (www.myoperaplayer.com) se ha convertido en una de las dominadoras de un mercado avivado por las duras condiciones impuestas por la crisis sanitaria, en especial la limitación de los desplazamientos y la reducción de los aforos.
Los galardones de los International Opera Awards
No debe extrañar, con todo, este dominio de la plataforma audiovisual del Teatro Real. Juega a su favor su carácter pionero. My Opera Player nació en noviembre de 2011 con el nombre comercial de Palco Digital y, muy oportunamente, se renovó a final de 2019 para dar cabida a un catálogo mayor, tanto de producciones propias como de otras instituciones asociadas. Este músculo le permitió abrir sus contenidos en los días más duros la pandemia, sumando más de 52.000 usuarios y más de cuatro millones de visualizaciones. De vuelta a la fórmula de pago, incorporó producciones de la Ópera de París, la Royal Opera House, el Teatro Bolshoi, la Staatsoper Berlin, la Ópera de Zúrich y la Ópera de Baviera para mantener el interés de los nuevos suscriptores.
Todos estos factores han convertido al espacio madrileño en una referencia en el mundo de la ópera. Hoy está considerado una de las tres primeras instituciones culturales de España –tras el Museo del Prado y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía–, según el Barómetro de la Cultura de la Fundación Contemporánea, y el premio al mejor espacio lírico en los International Opera Award confirma su acelerado protagonismo internacional. “Es el reconocimiento que hubieran soñado quienes fundaron esta institución en 1850. Y somos conscientes de los deberes que supone: el principal, aspirar siempre a la excelencia”, concluyó Gregorio Marañón, presidente del patronato del Teatro Real, el último campeón del mundo de la ópera.