El logro mayor de Valerie Miles
Candaya publica la segunda selección de 'Granta' de los mejores escritores hispanos jóvenes
18 abril, 2021 00:00Fue editora en Emecé, en Alfaguara, en Duomo. Colabora con The New Yorker, con la New York Review of Books, The Paris Review, Granta, muchas veces hablando de escritores hispanoamericanos y españoles. Traduce al inglés y publica en la más selectas editoriales el Diccionario de los símbolos de Cirlot, el Borges de Bioy, ahora Crematorio de Chirbes y las Milongas de Cozarinsky. Si hay que repartir reconocimientos por la difusión de la literatura hispana en el ámbito anglosajón, en primera fila tiene que estar, por trayectoria y pasión, Valerie Miles.
El otro día presentaba en una ceremonia en el Instituto Cervantes la “segunda lista de Granta en español”: una lista de 25 autores hispanos, menores de 35 años, que tengan por lo menos una novela o una colección de cuentos publicados. El libro incluye una muestra de la prosa de cada uno de ellos, con su traducción al inglés. Dado el prestigio de Granta es un gran servicio o un buen espaldarazo que se presta a esos 25 autores. No damos aquí su lista ni la lista de los miembros del jurado, el lector puede encontrar a unos y a otros en el libro que los reúne, de editorial Candaya.
Curiosamente Miles empezó su trabajo intelectual en España “en sentido contrario”, es decir, dando a conocer a los mejores autores norteamericanos, en espléndidas entrevistas que publicaba en La Vanguardia en los años 90. Charlando con ella el otro día en el Cervantes, y sabiendo que lo que publicó en el diario es solo una mínima parte de aquellas conversaciones documentadas, largas, profundas e intensas, la animábamos a transcribir los casetes (eran otros tiempos) donde las grabó y a publicarlas. Miles recordaba algunas anécdotas graciosas y figuras excéntricas o monumentales como Susan Sontag, Saul Below, Updike. Recordó cuando le preguntó a Stephen King sobre sus estrategias para meter miedo en la gente. “¿Estrategias?”, preguntó King, “Lo que tengo es a Boris”, y le enseñó la lata de café donde guardaba, no sé con qué extraños objetivos, un escorpión al que así llamaba.
--La persona que más me impresionó fue Henry Roth. Fue en 1998. Después de la entrevista salí de su casa, en Alburquerque, Nuevo México, y me quedé dos horas llorando en la acera de la calle. Hacía un calor aplastante... --Henry Roth, conocido aquí sobre todo por Llámalo sueño, escribió ese libro, y no sé si otros, en los años 30, pasó otros 40 años sin escribir nada, empleado en oficios dispares, y luego volvió al escenario con una serie que se titulaba The mercy of the rude stream ["A merced de una corriente salvaje", una frase de Shakespeare]--. Ya era muy mayor, estaba postrado en la cama, él y yo éramos conscientes de que aquella era la última entrevista de su vida. En sus libros mantenía una larguísima conversación con su ordenador, al que llamaba Eclesiastés... Entonces los ordenadores eran meros procesadores de texto. Eclesiastés estaba a su lado. Eran sus últimas horas y su última conversación, y era muy sincero, sabiendo que no tenía nada que perder. Fue brillante hablando de su obra, de su idea del arte, del amor y de la muerte, especialmente de la muerte de su mujer; el dolor que le causó su pérdida fue lo que le hizo volver a la escritura...
--En fin, cuando llegué a España traía información del mundo anglo para el mundo español. Era antes de internet, y una venía con su mochila y sus lecturas y me era muy fácil compartir esto en español. Pero a lo largo de los años y de conocer literatura hispana me he convertido en lo contrario: una especie de embajadora de lo hispano en el espacio anglo.
Le pedimos que defina algunas de las grandes diferencias que ha visto entres esos dos grandes espacios:
--El de Los Estados Unidos y el mundo anglosajón es mucho menos cosmopolita que el español, y esto se ve clarísimamente en las cifras de traducción: EEUU e Inglaterra traducen muy poco, se nutren de su propia tradición, que es algo que se agota a veces. Creo que ahora esto está cambiando, que en EEUU se están dando cuenta de que necesitan corrientes y aires nuevos. En cambio en España se recibe mucho más, el 27 por ciento de los libros que se publican son traducción de obras del exterior, lo que nutre a los escritores con nuevas maneras de narrar, de ver el mundo.
--Ahora bien, en español hay un talento y diversidad enormes y las instituciones están haciendo un buen trabajo para internacionalizar a los autores. Pero el proceso editorial es muy diferente. En el mundo anglo, análogamente a lo que pasa en Francia y Alemania, existe la figura del editor que trabaja con el autor. Que no es el editor gerente o el editor de mesa, sino una especie de lector privilegiado, de interlocutor y de aliado que trabaja con el autor para ayudarle a que su objetivo alcance, en la medida de lo posible, el resultado que se propone. Que sea la definición del talento: cuando las intenciones alcanzan el resultado. Por algún motivo, quizá de economía, porque hay que pagar el sueldo de alguien que haga eso, aquí no ha cuajado esa figura. Quizá ha habido otros motivos, de recelo. Por ejemplo, en la entrevista que le hice a Cela, que sale en el libro The Paris Review de El Acantilado, le pregunté por esta cuestión, y él me respondió que si un editor le tocaba una coma él lo tiraba por la ventana. Quizá hay ahí también herencia del franquismo, algo de temor a que a través de esa figura del editor volviese de alguna forma la censura... Pero ya han pasado muchos años y quizá es hora de revisar esa actitud.
Habla Valerie Miles de la literatura con entusiasmo y fe, que es algo que me sorprende bastante. Debió de notar mi sorpresa, porque acabó aclarando:
--Tengo un enorme respeto por lo que es el misterio del proceso literario y me fascina, es algo que no me deja de asombrar nunca. He tenido la suerte de no volverme totalmente cínica. Es el gran logro de mi vida.