Esculturas que representan las máscaras del teatro

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Letras

Fábula y vida

Jay Parini, catedrático en Vermont, propone, para escándalo de María Kodama, una biografía ficticia de Borges donde los sucesos reales se mezclan con la ficción

23 marzo, 2021 00:00

Aunque en España la biografía nunca haya gozado de la posición que tiene en países como Gran Bretaña, Estados Unidos o Francia, el género consta de algunas colecciones (mis manos torpes habían escrito “lagunas”, lo cual también estaría bien). Nada que ver, sin embargo, con lo que sucede en esos otros mercados. En el anglosajón han aparecido recientemente obras sobre Byron, Malcolm X, Graham Greene, Sylvia Plath, Tom Stoppard o Lucian Freud. Quizá precisamente por su bonanza, allí las biografías se hibridan con la novela y coquetean con la ficción en esa zona intermedia que es la true story, la historia verdadera pero narrada con otras herramientas. Es lo que lleva años haciendo con variaciones el francés Emmanuel Carrère, o lo que aquí ha intentado igualmente Javier Cercas en varias de sus obras.

Un libro que ha aparecido en la prensa argentina y también en los suplementos literarios del mundo anglosajón, del que su autor procede, es Borges and Me. An Encounter, de Jay Parini. Es este un catedrático de Middlebury College, en Vermont (campus muy vinculado a la creación literaria y al aprendizaje de idiomas) que cuenta que en 1970, queriendo estar lejos de la guerra de Vietnam, se trasladó a la escocesa Universidad de Saint Andrews, donde no solo conoció a Jorge Luis Borges, sino que lo acompañó durante un viaje en coche por las Highlands a lo largo de una semana. 

Borges and Me

Según Parini, Alastair Reid, el traductor de Borges, con quien este estaba a la sazón pasando unos días, tuvo que ausentarse repentinamente y le pidió que cuidara del escritor argentino hasta su regreso. Y no solo eso: el autor de Ficciones le pidió que lo llevara a Inverness, donde quería visitar a un erudito, y de paso conocer esa parte de Escocia. Parini objetó que su interlocutor era ciego, pero este le respondió a su vez que, puesto que el primero no lo era, sería sus ojos, su guía. Su lazarillo.

Y como una novela de aventuras que se asienta sobre un viaje se despliega una serie de episodios en la que los dos hombres conviven una jornadas cuajadas de anécdotas y lances como la de bautizar Borges el coche en que se desplazaban como Rocinante (naturalmente, ellos son don Quijote y Sancho), la caída de ambos hombres en las aguas del lago Ness, las varias pintas de cerveza que se bebería Borges con el resultado de unas frecuentes visitas al excusado, o la visita a una biblioteca.

JayParini (foto de su web)

Jay Parini

Parecen chocarreros varios de esos incidentes, y la viuda de Borges, María Kodama, los da por falsos, escandalizada del descaro de Parini al relatar como verídicos hechos que según ella nunca tuvieron lugar (ella acompañó a Borges a Saint Andrews). Habrá opiniones para todos los gustos, pero se puede afirmar que estas peripecias (por las Highlands nada menos, como el viaje que hicieron juntos el doctor Johnson y su seguidor Boswell) son espurias, una mixtificación basada en una parte de realidad como lo fueron también las traducciones que Macpherson declaró haber hecho de los poemas osiánicos en el mismo siglo XVIII, una de tantas falsificaciones que empiedran la senda de la literatura.

El origen de Borges and Me es una película cuya producción ha comenzado pero que se ha visto retrasada por el Covid-19. Parini quiso hacer antes un libro, según él recogiendo los sucedidos que ha estado contando durante décadas. No es Parini un charlatán: en su haber cuenta con biografías de Gore Vidal, Robert Frost o Theodore Roethke, y novelizaciones de las vidas de Melville, Faulkner, Tolstói o Walter Benjamin. Ha publicado asimismo un libro que alardea de ese carácter mestizo: The Damascus Road. A Novel of Saint Paul, donde hace dialogar al evangelista San Lucas con el fundador del cristianismo. Lo que parece que ha hecho aquí es un retrato de Borges en que como Velázquez en Las Meninas ha querido aparecer en el cuadro colándose si no en el Prado sí en los prados de Escocia.

Oscar Wilde fotografiado por Napoleón Saroni

Oscar Wilde fotografiado por Napoleón Saroni

Si alguien albergara alguna duda sobre la realidad de la historia, la cita de Oscar Wilde que la precede la despeja: “La vida real de uno es a menudo la vida que no lleva”. También, la noticia que anuncia en la radio la muerte de Borges en 1986: Parini oye al locutor decir que el difunto había “mezclado realidad y ficción en una impar secuencia de narraciones que desafiaban todo límite”. 

En Argentina se ha anunciado que el libro lo lanzará esta primavera Emecé, la editorial que publica allí a Borges. María Kodama ha protestado y dejado ver que tratará de impedirlo, si es necesario en los tribunales. Pero es tan meridiano que se trata de una obra de ficción que no merece el gasto de energía. Las reseñas que se han publicado tratan de pasar de puntillas sobre el hecho de que no son hechos, sino fabulaciones que sirven para iluminar al protagonista, por muy heterodoxo que sea el modo en que se haga. Fue por eso aún más divertido leer en el número de 12 de febrero del Times Literary Supplement (TLS) una carta al director (no menos mentirosa) en la que un tal John Hanson de Massachusetts recuerda haber estado recorriendo en bicicleta las Highlands en aquel año 1971 y conocido en Inverness a una extraña pareja en un pub: un joven estudiante americano y un hombre mayor que hablaba español, an odd couple indeed.

el retrato de doris dayTodos estos ecos del libro de Parini coinciden con la publicación aquí del libro de relatos El retrato de Doris Day de Alfredo Taján (Espuela de Plata). En él, el escritor de origen argentino residente desde hace décadas en España inventa episodios de la vida de Joan Perucho o, también, Borges. En “Alfred Menard”, el autor se pone memorioso y recuerda otro encuentro con Borges, en esta ocasión en 1980 y en Granada. No hay peligro de que Kodama pleitee con él, porque ella también aparece en el cuento. Una viuda puede comparecer en una vista ante un juez. Un personaje solamente puede hacerlo si así lo escribe su autor

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