Lorrie Moore, ironía y crítica cultural
La editorial argentina Eterna Cadencia reúne los ensayos, reseñas y críticas literarias que la escritora norteamericana escribió durante cuatro décadas
16 julio, 2020 00:00Está convencida de que no existen los auténticos prodigios literarios. Sin embargo, Lorrie Moore hace una excepción con Alice Munro. La autora canadiense ha sido, y sigue siendo, un modelo para esta escritora y periodista nacida en Glens Falls (Nueva York) en 1957. “No creo tengamos nuevas noticias de Alice Munro, que trabajó mucho hasta los 80 años”, contaba Moore en una entrevista con The Guardian, aferrándose entre risas a que todavía le quedan “diecinueve años por delante”. Suele decirse que las comparaciones nunca son buenas; pese a ello, el dicho, por muy válido que sea en tantos aspectos de la vida, no es aplicable al acto de la lectura.
Leer es comparar y establecer conexiones. Esto es lo que precisamente hace Lorrie Moore en los ensayos, las reseñas y las crónicas escritos a lo largo de casi cuatro décadas en The New York Review of Books y en otros medios. Ahora estos textos han sido reunidos bajo el título A ver qué se puede hacer (Eterna Cadencia), que es la frase con la que Robert Silvers, el editor del suplemento literario de The New York Times, acompañaba cada uno de los libros que le enviaba a Moore para posibles reseñas. El ejercicio comparativo es inherente a todos los textos reunidos en este volumen, pero resulta particularmente interesante en la reseña de Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, el libro de relatos que Munro publicó en 2002.
Aquí Moore, leyendo a la escritora canadiense, se lee a sí misma y, de hecho, algunas de las características que destacan en ella pueden serle atribuidas. Como Munro, la visión del mundo de Moore “es como la de un novelista”. Sus relatos, así como los artículos reunidos en este libro, ya sean críticas literarias o crónicas políticas, tienen “la amplitud y las satisfacciones de una novela”, pues “escribe con una visión amplia del mundo”.
Dice Moore que “los temas de Munro sorprenden: como la sintaxis canalla pero elegante de un vino complejo” y lo mismo puede decirse de los temas que ella aborda: desde la lectura atenta de autores como Kurt Vonnegut, Eudora Welty, Clarice Lispector, Amos Oz o Malcolm Bradbury, hasta crónicas de carácter político en torno al escándalo Clinton-Lewinsky o al debate de las primarias presidenciales de Partido Republicano en 2011. Reseñas de series de televisión y películas como Titanic, True Detective o Homeland. O textos más íntimos como el que dedica a la escritura y sus implicaciones u otro en el que narra, casi en forma de relato, su boda y su posterior separación. A todos estos artículos se añade un escrito hecho diez años después del atentado contra las Torres Gemelas, donde pone el foco en lo que ella considera que es uno de los hechos culturales más determinantes de esa década: Harry Potter. Esta “saga, que transpira los deseos de venganza de una generación entera en la forma de una larga batalla del bien contra el mal”, permite a Moore observar esa nueva generación de jóvenes que adolecen “de un idealismo terco”.
Lorrie Moore / ZANE WILLIAMS
Este gesto, el de analizar a esa generación que se hizo adulta tras el 11-S con las aventuras del joven mago de Howards, define muy bien el carácter de cada uno de los artículos de Moore: más allá del objeto de interés, se postulan, más todavía si los leemos conjuntamente, como un ejercicio de crítica cultural. Moore establece un diálogo entre libros, películas, congresos, debates políticos, canciones populares y series de televisión. Se trata, eso sí, de un diálogo filtrado por la mirada irónica y aguda de Moore, cuya subjetividad a la hora de realizar ciertas valoraciones no solo no trata de disimular, sino que en la mayoría de los casos resulta explícita. Moore sabe el lugar desde dónde escribe y lo hace evidente ante los lectores, muchas veces incorporando experiencias personales y relatos en primera persona.
El artículo Sobre escribir es particularmente ilustrativo de todo esto. La reflexión sobre la escritura parte de una anécdota personal –la nota enviada por parte de un lector en la que le dice que su trabajo se está volviendo “cada vez más profundo y más enfermo”– para, a continuación, reflexionar sobre qué es la escritura. Parte de una reflexión en torno a la relación entre escritoras y la tradición, interrogándose sobre qué aporte cree que puede ofrecer un joven escritor cuando se enfrenta a una tradición “más celebrada”, “más disponible”, “más llena” con respecto a la tradición de literatura escrita por mujeres.
Para Moore, la experiencia de una joven escritora es completamente distinta, pues “solo” tiene ante sí “admiración y entusiasmo y una escasez: la inspiración sin la ansiedad de la influencia”. Tras esta disquisición, Moore escribe sobre el carácter autobiográfico de la escritura para, finalmente, concluir con una reflexión en la que desvincula la escritura de la idea de identidad, ante todo la identidad de escritor. En un guiño al Roland Barthes de Escribir, verbo intransitivo, Moore termina definiendo la escritura de la mano de los versos de Williams Carlos Williams: “Atrapa algo interesante de mirar, atrapa algo interesante de oír y no sueltes lo que atrapaste”. Esto es lo que hace Lorrie Moore en cada uno de sus textos: atrapa lo interesante y, sin soltarlo, indaga, profundiza, va más allá.