Un sello holandés de 1919. Vesania

Un sello holandés de 1919. Vesania

Letras

Vesania, el tiempo del dolor

El holandés Kris Van Steenberge debuta en español con una novela donde narra la vida paralela de dos hermanos en la Europa central posterior a la Primera Guerra Mundial

29 octubre, 2019 00:00

El autor de este melodrama, magnífico y exquisito, como los mejores de su especie, es un profesor y dramaturgo holandés que debutó como escritor con Woosten (título original de Vesania) en 2013, obra galardonada del Brozen Uil, el premio más importante de la literatura en lengua neerlandesa. La trama de su novela arranca en la aldea que da nombre al libro a finales del siglo XIX y acaba cuando Centroeuropa se repone de la Gran Guerra. De hecho, aun tratándose de un pequeño pueblo holandés, la presencia de personajes y escenarios alemanes y belgas permiten al escritor describir las convulsiones y tensiones de un continente que se rompía, haciendo pedazos modos de vida, certezas y morales decimonónicas. 

Como confiesa el escritor en el epílogo, fue una vivencia personal la que llevó a Kris Van Steenberge a crear esta historia: el nacimiento –hace treinta años– de sus hijos gemelos y la incertidumbre, especialmente con la niña ya en el mundo, sobre cómo sería el segundo vástago. Esa sensación de pánico a que el destino se vengara con su hermano y los hiciera de repente padres de un ser deforme y enfermo. Ese miedo, que duró el tiempo que su segundo hijo, robusto y hermoso, tardó en venir al mundo, se le quedó al escritor atrapado en la memoria porque el azar, la mala fortuna, podría haber mutado la felicidad de este doble alumbramiento en una condena para todos.  

Vesania, Kris Van Steenberge.

Vesania, Kris Van Steenberge.

No es casual que el autor elija un lugar y un tiempo histórico determinado para hacer nacer a los dos hermanos, el apuesto Valentín y el que, negándose el padre a darle un nombre, el lector conoce como el Innominado, una criatura que nos recuerda a El Hombre Elefante de la inolvidable película de David Lynch. En este epílogo el escritor comparte con el lector algunas claves de por qué y cómo escribió esta historia. Su abuelo, que vivía en su casa cuando enviudó, siempre quería contarle sus recuerdos de la guerra. Al niño Kris le parecía una brasa monumental. Años después, desparecido el abuelo, Van Steenberge dirigió una obra de Filip Vanluchene sobre la guerra y lamentó haber ignorado los dolores de una generación –la de su abuelo– marcada tanto por la guerra como por la hercúlea tarea de reconstruirse individual y colectivamente.

El eje de la novela es, pues, el nacimiento de dos hermanos infelices, uno aparentemente marcado para la fortuna y otro condenado desde el primer aliento, así como el tiempo en el que transcurre sus vidas. El libro describe la vida rural de una Europa que se desgarraba y sobre la que pesaba una maldición de tragedia y muerte. Los personajes parecen abocados a morir o a sobrevivir desde la vivencia de la desgracia más profunda. Hablamos de melodrama porque, aunque la trama nos acerca a la atmósfera de un país y a una parte de la guerra no muy conocida para el lector español, lo cierto es que Vesania es una tragedia que marca a cada uno de los personajes. Es la madre, la bellísima y soñadora Elisabeth, quien desde las primeras páginas del relato traza dramáticamente su destino al quedarse embarazada y casarse, condicionando también el destino de todos cuantos la rodean. Hermana de alma de Madame Bovary, Anna Karenina o Ana Ozores, la Elisabeth de Van Steenberge no es una adúltera por pasión o amor ilícito, sino por la sed de conocimiento, considerada la peor de las traiciones conyugales.

Kris Van Steenberge / JOHAN JACOBS (Acantilado).

Kris Van Steenberge / JOHAN JACOBS (Acantilado).

En la novela hay un Pigmalión, el Sr. Funke, que es quien provoca las reacciones del resto de los personajes: Elisabeth y su marido, el brillante médico Guillaume, hijo de una señora bien de Bruselas que lo repudiará por casarse con una pueblerina, los padres de la joven, los gemelos y el párroco de la aldea. Psicologías complejas y bien narradas, fieles al tiempo al que pertenecen. El lector comprueba una y otra vez la fecha de nacimiento del autor (1963) porque lo siente como un contemporáneo de Eliot, de las Bronte y de Austen. 

Y, de fondo, Holanda, un país del que sabemos poco sobre su producción literaria, con excepciones como esta afortunada apuesta de la editorial Acantilado. Un país en la frontera de casi todo y unos personajes que rompen las estrechas fronteras de clase y condición. Que el misterioso Funke, alfa y omega de la trama, sea alemán en un siglo donde Alemania ejerció de sujeto de todas las desgracias, no es algo baladí por más que sea, ciertamente, la víctima más inocente de esta magnifica historia, bien armada, bien narrada y a la que no le falta un perejil para que el final, magníficamente resuelto, nos deje  tristes. Porque, con él, la novela acaba.