Rafael Sánchez Mazas
Rafael Sánchez Mazas: ser bifronte y tres veces nacido
El escritor y líder falangista, sobre el que ha escrito una biografía el historiador Maximiliano Fuentes Codera, fue el principal alumno de Eugenio d’Ors y a quien le correspondió poner en práctica la heliomaquia autoritaria imaginada por el intelectual catalán
Imposible resistir la tentación de escribir sobre la biografía de Rafael Sánchez Mazas: El falangista que nació tres veces, escrita por el historiador Maximiliano Fuentes Codera y publicada por Taurus. La expectativa queda rebasada y el libro se cuela rápidamente entre mis imprescindibles del año, la lista de mejores ensayos del 2025, junto a otra biografía, el Azorín de Francisco Fuster (Alianza) escrito también por un profesor de Historia. Por varios motivos. En primer lugar, se trata de una investigación ejemplar, que agota el tema y persigue hasta la última huella documental del personaje.
Desde el punto de vista del estudio de la extrema derecha y los falangismos españoles, el libro de Fuentes Codera, especialista en Eugenio d’Ors, está al nivel de los mejores expertos, por ejemplo Joan Maria Thomàs, nuestro historiador más centrado en estas cuestiones. En el prólogo, el autor traza una teoría nada farragosa sobre la relación entre Historia y Biografía, citando a autores como Isabel Burdiel o François Dosse. Ahora entiendo por qué el propio autor, en una tarde ya algo lejana, presentando mi biografía de Eugenio d’Ors, en la Universitat de Girona, en compañía de otro gigante, Xavier Pla, en este caso un filólogo que también ejerce de historiador cultural, me advertía Fuentes Codera de la buena salud de la biografía histórica en nuestro país. Si le rondaba por el magín escribir este excelente libro no me extraña que le diera vueltas a esta vitalidad a la que acaba de contribuir de un modo tan brillante.
'Sánchez Mazas'
No dejo de preguntarme por qué es cada vez más frecuente que sean los historiadores, y no los filólogos, quienes se ocupen de las biografías de los escritores. Esta es la clase de libros que consolidan a un ensayista y lo proyectan hasta un plano que supera y engloba a la vez los aspectos puramente académicos. Este Sánchez Mazas puede llenar una mañana en una terraza junto a unos cafés y también es ya un referente ineludible para estudiar el falangismo español. Amenidad y exactitud: gozo integral. Todo esto no es poca cosa.
Cuando yo redactaba mi tesis doctoral sobre José María Salaverría, el menor de los regeneracionistas autoritarios, las informaciones sobre Ramón de Basterra, la Escuela Romana del Pirineo, los primeros fascistas hispánicos o los discípulos de Eugenio d’Ors eran más bien escasas y se encontraban muy dispersas; por ejemplo, en las monografías de José-Carlos Mainer o las de Enrique Selva. En algunos prólogos, en libros de los años setenta. Todo era fragmentario o incluso algo tabú.
En esta biografía de Sánchez Mazas aparece todo ese proceso que me interesaba reconstruir hace veinte años con absoluta plenitud documental: la historia pendiente de escribir sobre cómo los costistas imperialistas (Salaverría, Maeztu, Grandmontagne, un cierto D’Ors) habían conectado con los jóvenes novecentistas o vanguardistas (Herrera Oria, Ramón de Basterra, el propio Sánchez Mazas, Ernesto Giménez Caballero, Ramiro Ledesma Ramos) para que se consolidaran con esas argamasas las soluciones lideradas y canonizadas por José Antonio Primo de Rivera.
'Unamuno contra Primo de Rivera'
Y el papel que Unamuno y Ortega habían jugado en todo ello de forma lateral o indirecta. Es decir, cómo se pasaba del maurrasianismo y los nacionalismos integrales de los años de la Primera Guerra Mundial al fascismo culminante de los años veinte, treinta y cuarenta. Cómo se pasaba de la teoría interpretativa al Movimiento que diseñaron Franco, Serrano Suñer, Fernández Cuesta y José Luis de Arrese. En ese proceso tuvo un protagonismo decisivo Sánchez Mazas, quien en manos de un filólogo podría haber sido calificado de escritor del no, es decir, un Bartleby, por su escasa producción libresca y su pereza personal casi legendaria.
Llamamos bifronte a Sánchez Mazas porque concurren en él dos rasgos muy característicos que lo hacen interesante. En primer lugar fue un fascista convencido e inconmovible hasta el último día de su vida, un fascista de una sola pieza; en segundo lugar (tenía razón Trapiello), era un buen escritor, con una cultura extensa y una capacidad indudable a la hora de escribir páginas sugestivas y memorables. Sus novelas son buenas; sus crónicas, más que correctas; sus sonetos clasicistas, reseñables y representativos de una época y unas corrientes concretas; sus ensayos poseen esa coherencia peligrosa imitada de Maeztu que podría convencer al público de las más extremadas doctrinas…
Pero la limitación es evidente, y Fuentes Codera no la esconde: Sánchez Mazas, que era un hombre pusilánime y apegado a las faldas de su madre, es el hombre clave entre las teorías extremistas de la derecha más desaforada y los asesinatos masivos del franquismo. Sin ser él ni un aventurero, ni un soldado ni un condottiero, sin ser D’Annunzio ni Millán Astray, nunca dejó de exaltar la violencia, el belicismo y la redención por la sangre. El pacifismo, el humanitarismo, la cooperación internacional y la democracia le parecieron siempre farsas para medio hombres. Sánchez Mazas elaboró y nutrió de teoría y fraseología y rituales las Falanges de José Antonio y del general Franco: la evidente calidad de sus prosas y versos ha de convivir con no pocos delirios emanados de su pluma. Por ejemplo, cuando escribía sobre Cervantes y lo convertía en el campeón de la Unidad Imperial Católica europea… O no se había enterado de nada o mentía a sabiendas con una considerable pachorra. En definitiva, las balumbas ultrarreaccionarias del franquismo se debían, de un modo u otro, a este extraño personaje rígido y nostálgico a la vez, arisco y sociable a la vez, que siempre defendió el concepto de Patria como Proyecto futurista que proclamó el más orteguiano José Antonio, mientras que en su literatura parece que lo único que sabía hacer era evocar su infancia y adolescencia rodeado de libros y algodones proustianos.
Mussolini y Hitler
En sus escritos, destaca el biógrafo, “se observa la pluma de un conservador ilustrado influido de forma notable por el fascismo italiano en las décadas de 1920 y 1930, de un escritor clásico y melancólico siempre buscando en la infancia y en la adolescencia el paraíso perdido”. Sánchez Mazas adoraba a Chesterton y pasaba las tardes consultando enciclopedias teológicas. También le interesaban la botánica y los relojes. Su esposa, Liliana, lo repudió y Sánchez Mazas vivió más bien en hoteles, en Madrid o Gandía, o en su casa de Coria. Él era millonario por haber heredado, y no necesitaba trabajar. Leía hasta que salía el sol, se levantaba al mediodía y no acudía a sus deberes políticos.
Por las tardes escribía su columna para el periódico y él mismo la llevaba a la redacción. Lo cesaron pronto de su cartera ministerial, y también de muchos otros cargos. El régimen lo necesitaba cerca para dotarse de intelectualidad afín y antecedentes ilustres. Le gustaba la ociosidad aunque predicaba el heroísmo guerrero. Su trayectoria literaria tuvo dos momentos álgidos: sus años en Italia comentando para el público español en las páginas de ABC lo que era el fascismo italiano, de primera mano, llegando a conocer al propio Mussolini y haciéndose amigo de destacados jerarcas de su régimen, y el año 1951, cuando consiguió terminar una novela larga, La vida nueva de Pedrito de Andía, y publicarla con gran éxito nacional e internacional. Rosa Krüger, novela muy orsiana, quizás su mejor libro, y tan misterioso como Gualba, la de mil voces o Sijé, fue escrito durante la guerra, escondido el autor en diversas embajadas; quedó inédito y lo recuperó Andrés Trapiello en 1984.
Según Fuentes Codera, Sánchez Mazas nació tres veces: en Madrid, en 1894; en 1939, cerca de Girona, durante su fusilamiento fallido; y una tercera y última en el año 2001, cuando Javier Cercas publicó Soldados de Salamina. A esta última explosión mediática le dedica el biógrafo un número generoso de páginas, pero ya en el Epílogo, tras haber examinado a fondo todo lo que hizo y todo lo que pensó y publicó Sánchez Mazas entre la Primera Guerra Mundial y 1966, año de su fallecimiento.
Eugenio d'Ors
A partir de esta biografía de Fuentes Codera hay cosas que no pueden seguir pasando. En primer lugar, no se puede seguir afirmando que Eugenio d’Ors murió sin discípulos. Rafael Sánchez Mazas fue su principal alumno, reconocido una y otra vez, y además fue quien puso en práctica la heliomaquia autoritaria imaginada por su maestro. Fue el más importante, pero no el único: José Antonio Primo de Rivera era otro, y también lo admiraban Giménez Caballero y Gerardo Diego; en Cataluña quedaron Guillermo Dáz-Plaja, Octavi Saltor o el escritor Fages de Climent. A propósito de la relación entre Sánchez Mazas y su idea de Europa, Fuentes Codera ha concluido que “lejos de todas estas argumentaciones democráticas, volvía a acudir a d’Ors para reivindicar, frente a la política antagonista de los 'campaniles asociados', la política 'protagonista de la Cúpula'”. Autoridad y función, armonía y jerarquía, un “imperio de pueblos civiles prestos a defenderse de la Barbarie”.
En segundo lugar, no podemos seguir pasando de puntillas por la vida de otro personaje fundamental en la vida de Sánchez Mazas y en el desarrollo de la derecha corporativa catalana y española: Eduardo Aunós. Afortunadamente, Aunós cuenta con una biografía correcta (Vides d’Eduard Aunós, de Josep Varela Serra, Pagès Editors, 2010) y un artículo imprescindible que empieza a poner las cosas en su sitio ('Una lección bien aprendida: la visión de la dictadura de Primo de Rivera durante el franquismo a través de la obra de Eduard Aunós', de Víctor López Mirabet, en el libro colectivo La dictadura de Primo de Rivera. La primera dictadura espanyola del segle XX, coordinado hace un año por Josep Pich Mitjana, Alfonso Bermúdez Mombiela y Gerard Llorens DeCesaris).
'Les vides d’Eduard Aunós'
Todos estos actantes y factores decisivos los reparte Fuentes Codera con arte y buen orden. El falangismo español queda bien cartografiado en esta biografía. Y todo esto con un buen gusto evidente y una voluntad de estilo y una amenidad francamente destacables. No era una tarea fácil porque Sánchez Mazas no es integrable en el contexto de una memoria democrática: fue un antiliberal convencido de principio a fin; no hubo evolución, no hubo adaptación posible. Ni fingió ni rectificó: era la encarnación integral de la defensa de la Falange joseantoniana, y por este mismo motivo no conviene dejar de estudiarlo. Conocer sus escritos nos permite zambullirnos en el fascismo clásico europeo y español.
No lo dejó fácil para que se le recuperara y se le valorara. Hizo demasiado daño; el olvido no le ha abandonado ni siquiera tras la novela de Cercas. Por eso es tan valiosa esta aportación biográfica, que lo deja todo en su lugar, sin manipulaciones ni melancolías. La seriedad no estaba reñida con la fluidez. Así que solo nos queda felicitar al autor y a sus editores y empezar a pedirle más inmediatamente, aunque sepamos perfectamente que un libro tan bueno necesitará por lo menos cinco o seis años de cocción y aquilatamiento. Esperamos que no tarde tanto.