Andrew Carnegie,  el padre de la mentalidad emprendedora americana

Andrew Carnegie, el padre de la mentalidad emprendedora americana WIKIPEDIA

Ideas

¿Quién fue Andrew Carnegie, el emprendedor que inspiró a Bill Gates?

El libro 'El evangelio de la riqueza', reeditado ahora, mantiene toda su vigencia por la apuesta de Carnegie en que los más ricos administren sus ganancias a través de la filantropía, un consejo que han seguido referentes como Bill Gates o Warren Buffett

16 septiembre, 2024 17:44

Andrew Carnegie. El nombre provoca, al amante de las artes y de los espectáculos, una sonrisa amplia. "Estuve en Nueva York y me acerqué al Carnegie Hall, me hice unas fotografías maravillosas". Es un comentario habitual de alguien que viaja a la Gran Manzana con alma mitómana. El Carnegie Hall, en la Calle 57 con la séptima avenida, cuenta con tres auditorios, y es un enorme edificio que mandó construir en 1890 Andrew Carnegie, el industrial de origen escocés que amasó una fortuna enorme con la industria del acero, gracias a la producción masiva de raíles ferroviarios.

En esos auditorios en el Carnegie Hall han actuado los artistas más grandes del mundo. Desde Rubinstein, John Coltrane, Tony Bennett o Caetano Veloso, por señalar cuatro grandes nombres. Andrew Carnegie dio nombre, también, a muchas bibliotecas públicas en Estados Unidos. Su máxima era que el dinero logrado debía invertirse bien, en causas que fueran positivas para el conjunto de la sociedad. Pero el principio que amparaba esa apuesta era contundente, serio, y, también, polémico. 

A favor del impuesto a la herencia

Lo plasmó en un escrito  titulado, originalmente, como Riqueza, que se publicó en la revista North American Review en 1899. Impactó. Se trataba de uno de los primeros documentos relacionados con la filantropía. Ahora, el texto, que se dio a conocer como El evangelio de la riqueza, lo edita Malpaso. Supone constatar que Carnegie tuvo muchos seguidores y que el libro ha inspirado a emprendedores como Bill Gates o Warren Buffet. Y, en su conjunto, a todos los empresarios norteamericanos, que creen a pies juntillas, que amasar dinero es moralmente bueno, porque se puede dedicar, después, a obras sociales, sin la necesidad de que el Estado intervenga demasiado. 

Portada del libro de Carnegie

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Carnegie, por tanto, el hijo de un fabricante de telares que emigró de Escocia a Estados Unidos, se convertiría en el gran padre de la mentalidad emprendedora americana. La propuesta, sin embargo, la que se refleja en El evangelio de la riqueza, es atrevida. Defiende que la clase alta tiene una responsabilidad, y que debe ganar dinero y administrar esas ganancias en vida, a través de fundaciones que inviertan en cuestiones tangibles. Carnegie defendía --y en eso rompe moldes con las clases medias-altas de Occidente-- que se debía pagar un impuesto por la herencia, siguiendo el pensamiento liberal de gigantes como John Stuart Mill.

Moralmente mejor

Es decir, abogaba por lo que es hoy el Impuesto de Sucesiones. Porque lo que el empresario sostenía es que el dinero lo debe poder administrar quien lo ha conseguido, porque eso prueba su inteligencia y su altura moral. ¿Los hijos serían capaces de hacerlo, teniendo en cuenta que lo que no se hereda es el talento? 

Esa idea es compleja. Parte de la superioridad del que es capaz de amasar fortunas. Es más talentoso y moralmente es mejor. Es una imagen que se instaló en el subconsciente norteamericano, que ama al empresario, al emprendedor que ha sabido crear riqueza. El contraste con Europa es enorme, porque los puntos de partida son distintos. En un mundo nuevo, como fue Estados Unidos, --tierra de inmigrantes-- quien trabaja y sube en la escala social, quien es capaz de obtener una enorme fortuna, es alguien admirado, no sospechoso de cualquier exceso o barbaridad. Y, por tanto, una vez lograda esa admiración social, el millonario puede y debe ofrecer a la sociedad buena parte de ese dinero a través de la filantropía.

El emprendedor y empresario Bill Gates

El emprendedor y empresario Bill Gates

A Estados Unidos se le considera, por parte de muchos académicos y expertos en sistemas políticos comparados, una democracia muy especial. Se entiende que es más una plutocracia, donde los más poderosos lograron dictar las normas. El sistema político está cerrado a aquellos que, de entrada, no son capaces de aportar importantes sumas de dinero. Hay candidatos, más que partidos políticos. Y éstos, ya sea en el nivel federal, o en cada estado o condado, son los que buscan la financiación y organizan sus propios equipos. El sustrato de todo ello hay que buscarlo en libros como El evangelio de la Riqueza, porque Carnegie, un hombre hecho a sí mismo, con un enorme talento, pero también con astucia política que supo aprovechar muy bien todas las oportunidades, difundió la idea de que sobreviven los más aptos. Los que son capaces de llegar a la cúspide económica

El espíritu en el Carnegie Hall

Los que tienen éxito en los negocios y obtienen fortunas personales son mejores también en el momento de juzgar cómo funciona el mundo. Pueden decidir o influir en el destino de las inversiones. Su consejo fue que esos hombres --y algunas pocas mujeres-- deberían dedicarse a la filantropía retirándose a tiempo de sus negocios. Él mismo se retiró a los 65 años. Conservando el talento que les había llevado a ganar dinero, esos emprendedores tenían la obligación de dedicarse a la sociedad, con inversiones que fueran fructíferas para el conjunto de la sociedad. Bill Gates asumió el consejo de Carnegie. En muchas ocasiones ha destacado El evangelio de la Riqueza, de Carnegie. Y se ha dedicado a la Fundación Bill y Melinda Gates.

Ahora bien, lo que proponía Carnegie, ¿se puede trasladar realmente a la labor de una Fundación? En los negocios la astucia, la valentía, la arrogancia y la agresividad son vitales. ¿Es eso compatible con la gestión de una Fundación, que exigiría el análisis sosegado de una situación determinada para destinar determinados recursos económicos? 

El fondo del asunto es claro. El emprendedor, el empresario, el hombre que llega a la cúspide, el que gana enormes sumas de dinero, ¿es moralmente superior, es más inteligente? En Estados Unidos no existe ese convencimiento. No lo tiene Gates o Buffett, que ha invertido enormes cantidades en la Fundación Gates, pero sí existe una enorme querencia por ese tipo de hombre o de mujer. Y una parte del apoyo a Donald Trump se explica por eso, por ser un miembro de la cúspide, heredara o no esa fortuna --que sí la heredó. 

Andrew Carnegie sigue influyendo en Estados Unidos, y de qué manera. En el Carnegie Hall pervive su espíritu. En toda la Gran Manzana, en todo el inmenso país. ¿Lecciones? Las encontramos en esa Biblia del emprendedor: El Evangelio de la Riqueza