Jacques Delors,

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Ideas

Delors: Europa, el gigante que integra las naciones

El que fuera presidente de la Comisión Europea tuvo un papel cultural de primer orden, porque miró al Este y al centro del Continente y descorrió el velo de la cultura alemana, y con ella la judía

28 diciembre, 2023 19:07

Desde la Hacienda pública de Francia, Jacques Delors anunció los límites de la nación y reformó el anhelo de la feria de las vanidades. Exploró el milímetro que separa lo sublime de lo miserable, siendo él un socialista moderado, que había demostrado ya ser capaz de unir su relato socialdemócrata al del conservador Pierre Mendès-France, oficial de aviación en el cielo de la Polonia ocupada por Hitler y primer ministro francés en los cincuenta. Jacques Delors, el ex presidente de la Comisión Europea, falleció a los 98 años el pasado martes, tras recorrer como político la centuria de la paz, iniciada en Yalta con el fin de la II Guerra Mundial, sobre el castigo de la Europa dividida. Delors contestó con brío a la soberbia de las patrias, pero sin perder el respeto; siendo francés, rebajó el orgullo de la grandeur, después de ser ministro de François Mitterrand y aceptar la nacionalización de la banca en 1980, el error infantil de la izquierda, corregido por su generación.

Como epígono de la “Europa que hablaba francés” (la del profesor de la Sorbona, Marc Fumaroli), Delors miró al Este  y al centro del Continente; descorrió el velo de la cultura alemana, y con ella la judía, coeficiente de unidad y de civilización con las antenas puestas en el Mediterráneo, dispuesto a levantar un mundo detrás de las naciones; glosó la articulación franco-danubiana-mediterránea, malquerida, pero reconocida, por los anglosajones; forjó un encuentro continental entre la Francia republicana y laica, la Italia del sorpaso y el fruto de la victoria cultural de los Habsburgo, integradores vieneses y crisol de pueblos, frente a la Prusia de los Hohenzollern. Un encuentro contrario al exclusivismo de los nacionalismos alemán, eslavo o balcánico. Para que se hiciera evidente su proyecto unificador, al frente de la Comision Europea, durante la década 1985-95, antepuso la carta de ciudadanía, duplicó los fondos estructurales, puso en marcha el Erasmus de Manuel Martín y del rector de la UB, Josep Maria Bricall, y abrió las fronteras interiores, que hoy son causa de litigios sin solución.

La herencia de Delors, el veterano que se retiró de la política para fundar el Instituto Jacques Delors, con sedes en París, Berlín y Bruselas, no ha temblado desde entonces. Su ánimo se hizo un escudo en el momento más grave de la crisis del 2008, afectada por el eurocentrismo liberal, dispuesto a regresar a la defensa arancelaria de la Fortaleza Europa, cerrando sus fronteras exteriores a modo de vacuna. Aquello pasó con la peor de las recetas: el ajuste sobre millones de ciudadanos abandonados a su suerte. Delors no estaba, pero su ejemplo sirvió de estímulo para volver al espíritu fundacional de la Comunidad Económica que rescató a los estados y a sus ciudadanos del pozo político y moral de la posguerra mundial.

Jacques Delors, el arquitecto de Europa

Jacques Delors, el arquitecto de Europa WIKIPEDIA

Delors ha sido el dueño de una mirada oblicua, pero amistosa; se despidió un día del París egocéntrico para llevar en el corazón la ambigüedad de Bruselas, arrebatado por el futuro y rumiando la convivencia comprensiblemente llorada después de su final, cuando la capital cultural de Europa fue Viena. Atrás quedan los intentos de la Berlín castigada, la Timosoara de Ceaurcescu o la catedral de Ulm; y también la letra de Elías Canetti, de Joseph Roth o de Paul Celan.

Mucho antes de inventar el euro, Delors removió en las fuentes de la cultura hasta resumir que cuanto más identitario se siente Europa más se aparta del sueño de Sant Simon; él admira la pasión de los padres fundadores, Jean Monnet y Robert Schuman, pero anteponiendo a menudo la articulación institucional de líderes impulsores, como el italiano Alcide de Gasperi y el el alemán Konrad Adenauer, la corriente utilitarista sobre la que Helmut Kohl volaría después muy alto, hasta derribar el Muro entre Occidente y el Pacto de Varsovia.

Delors ha desaparecido a los 98 años cumplidos, después de haber unido las luces de Francia, con la Europa danubiana, la del río que une la Alemania reunificada, con Viena, Budapest y Sofía, avista Praga y parte en dos mitades a la Vojvodina serbia; y lo ha hecho compaginando su proyecto con el sueño español de 1987, que rompe su pasado aislacionista y, al mismo tiempo, estimula la integración del resto de países del Sur, como Portugal y Grecia. Es el mismo año del Acta Única, que firma Margaret Thatcher a pesar de su exordios anti europeos, colofón del mercado real que pone en marcha la libre circulación de bienes, servicios, capitales y ciudadanos.

Jacques Delors

Jacques Delors EFE

Comienzan cosas tangibles relacionadas con la competencia y la capacidad de formación de las nuevas generaciones; también es el principio de la vorágine del dinero caliente, la masa monetizada de los fondos soberanos que crecen cuando compran en Londres y venden en Paris, retoman en Frankfurt y, en tiempo real, aparecen en Tokio. La alta capitalización de los mercados de valores y la gran fluidez ponen sobre la lona de los Tratados la necesidad de permitir las reglas que ellos refutan, como la competencia tributaria desleal de refugios como Luxemburgo, Holanda, la City de Londres o la República de Irlanda.

Empate entre el franco y el marco alemán

Cuando en 1995, Delors deja su cargo en la Comisión Europea, el balance premia con matrícula de honor al Tratado de Maastricht (1992), concebido como la piedra angular del salto hacia la unión política, hoy frenada por la nueva expansión de los nacionalismo autoritarios. Los desvelos monetarios se concretan en el Informe Delors de 1997, que une a los gobernadores de los bancos centrales hasta diseñar el camino de la divisa común, la gran palanca ausente desde la unión aduanera del medio siglo pasado. Delors, primer propulsor de un empate entre el franco francés y el poderoso marco alemán, ha dado paso a la futura serpiente monetaria y a los tipos de cambio fijos, última estación de la creación del euro.

Cuando deja a la Unión Europea (UE) con 15 países miembros, su herencia abre la puerta de la ampliación del Este. Delors abandona en 1995 y su nombre suena en los pasillos del Elíseo para ser el candidato socialista que suceda a su camarada François Mitterrand. Las coordenadas de espacio y tiempo son inmejorables, pero Delors renuncia, abriendo un vacío de poder aparentemente terminal del socialismo francés. Franquea el vuelo del conservador Jacques Chirac; es el principio del fin del movimiento de la izquierda de tradición antiautoritaria, que está siendo reemplazado por el pensamiento republicano sin doctrina de Macron y por la derecha dura de Marine Le Pen