
Clive Owen, en la piel de Sam Spade
Sam Spade en Francia
La miniserie 'Monsieur Spade' sitúa al célebre personaje de Dashiell Hammet en la campiña francesa de los años 60, con el trasfondo de la guerra de Argelia
La miniserie de Filmin Monsieur Spade (seis episodios) sitúa al célebre personaje de Dashiell Hammet (que tuvo en el cine, entre otros, el rostro de Humphrey Bogart en El halcón maltés) en la campiña francesa de los años 60, con el trasfondo de la guerra de Argelia y los descontentos de la OAS con el tratamiento del conflicto a manos del general De Gaulle. La intriga es interesante, Clive Owen se mete eficazmente en la piel de Sam Spade, los actores están muy bien y la serie está dirigida con eficacia. De todos modos, uno, sobre todo si ha leído a Dashiell Hammet, no puede evitar preguntarse: ¿Qué demonios pinta aquí Sam Spade?
Es como si los guionistas, Tom Fontana y Scott Frank, el responsable de Gambito de dama, que hace doblete como director, tuvieran escrita la historia con antelación y a última hora hubiesen decidido que la protagonizaría Sam Spade, aunque éste, en los libros de Hammet, nunca hubiese salido de los Estados Unidos o, si me apuran, de San Francisco. Monsieur Spade funcionaría igual de bien (o puede que mejor) con un detective que fuese un personaje original.
Y es que a pesar de que vemos a Sam Spade, observamos que el personaje funciona como simple pasmarote, pero su espíritu está ausente de la trama, convirtiéndose más en un lastre que en un activo.
La guerra de Argelia
Sam Spade llega al sur de Francia con una niña cuya madre le ha suplicado, antes de morir, que ponga a salvo con su abuela francesa (la madre es también una ex amante del detective). La abuela en cuestión es una arpía que detestaba a la madre de la niña, así que ésta acaba en el convento de unas monjas que cuidan de niños huérfanos o abandonados.
Ya que ha cruzado el charco (y porque, aunque no quiera reconocerlo, Sam alberga ciertos sentimientos paternales y quiere vigilar a la cría a una prudente distancia), nuestro detective se queda en el pueblo, Bozouls, y llama la atención de una viuda rica con la que acaba casándose. Cuando la viuda (Chiara Mastroianni) la palma, Sam hereda su dinero y su mansión con piscina.

Imagen de 'Monsieur Spade'
Un mal día, un monje enloquecido asesina a las cinco monjas del convento en busca no de la refugiada, sino de otro crío, magrebí, que parece dotado de extraños poderes y es deseado por todos los servicios secretos del mundo (aquí ya entramos en lo paranormal, donde Spade cada vez se parece más al proverbial pulpo en el garaje). La guerra de Argelia, la OAS, el padre de la niña, sujeto turbio y peligroso donde los haya y que parece empeñado en eliminar al detective americano, el crío con poderes…¿Qué hace en medio de este sindiós con mezcla de géneros el pobre Sam, al que, por cierto, nunca se le ocurre volver a San Francisco?
Personaje querido
La historia que nos cuenta Monsieur Spade no está nada mal y se sigue con interés, pero cada vez que aparece Sam, uno se pregunta qué pinta ahí y por qué se empeña en encajar en una trama con la que no tiene nada que ver. Aunque la auténtica pregunta es: ¿Por qué ha querido el señor Frank meter a Sam Spade en una historia que no es para él? ¿Ganas de aprovecharse de un personaje muy querido por el público para atraer a sus fans a una miniserie que tal vez no habría despertado su curiosidad con otro protagonista?
Salvando las distancias, pasa aquí algo muy parecido a lo que ocurría en la serie sobre Perry Mason de hace unos años, donde el abogado aparecía como un joven detective, traicionando por completo el espíritu de la serie original con Raymond Burr.
Monsieur Spade no constituye, sorprendentemente, una pérdida de tiempo porque tiene su interés. Y más hubiese tenido de no usar su creador el nombre de Sam en vano. Sí, yo piqué con el nombre del detective en el título, y no lo lamento, ya que la serie podría haber sido un pestiño, pero no lo es. Lo que pasa es que llevo mal las engañifas, por brillantes que sean.