Una familia (casi) normal
La miniserie 'Una familia normal' se presenta como un interesante híbrido entre el drama familiar y la intriga policíaca
3 mayo, 2024 17:33Como aseguraba Tolstoi al inicio de Ana Karenina, todas las familias felices son iguales, pero las infelices, cada una lo es a su manera. Véase el caso de Adam Sandell (Bjorn Bengtsson), su esposa Ulrika (Lo Kauppi) y su hija Stella (Alexandra Karlsson). Aparentemente, llevan una tranquila vida burguesa en la localidad sueca de Lund (al extremo sur del país, a un tiro de piedra de Copenhague y a seis horas en coche de Estocolmo: ahí rodó Ingmar Bergman una secuencia de su película Fresas salvajes). Adam es pastor de la iglesia escandinava, Ulrika es abogada y Stella es una adolescente que no sabe donde le da el aire e ignora lo que quiere ser de mayor: solo sabe que, a los quince años, le gustan los hombres.
Y ahí empiezan las desgracias de esta familia aparentemente normal: durante una estancia en un campamento de verano, Stella le echa el ojo al ayudante del entrenador de balonmano, lo invita a acompañarla a nadar, le besa en la boca y se lo lleva a un cobertizo en el que, de repente, se le quitan las ganas de continuar con la escena romántica. Sin mucho entusiasmo, le dice al entrenador que pare, pero éste no le hace ni caso y la penetra. Pillada in fraganti, Stella es expulsada del campamento. ¿Ofreció la necesaria resistencia? Su madre cree que no y descarta acusar al entrenador de violación. Cuatro años después, la niña se echa un novio de treinta y dos años que aparenta ser un tipo estupendo, pero no lo es (el modelo Parecía majo, pero…). Cuando el turbio Christoffer (Christian Sundgren) aparece cosido a puñaladas en un parque de la ciudad, Stella es la principal sospechosa…
Este es el punto de partida de la miniserie de Netflix Una familia normal (prefiero el título que le han puesto en inglés, A nearly normal family: no es lo mismo una familia normal que una familia casi normal), adaptación de la novela homónima de Mattias Edvardsson (autor superventas en Suecia) publicada entre nosotros por Salamandra. Estamos ante una mezcla de thriller y drama humano que funciona mejor como lo segundo que como lo primero, aunque la historia engancha y sus seis episodios se siguen con interés, no tanto por los problemas de la inestable e insegura Stella, como por lo que tiene de retrato de familia: el cura quiere irse a predicar al campo y no acaba de estar a gusto en la ciudad, su mujer le pone los cuernos con un colega leguleyo (que se encargará de defender a la niña cuando se le eche la justicia encima), ambos se comportan con una frialdad nórdica desoladora y, aparentando que se preocupan por su hija, da la impresión de que piensan sobre todo en su estatus: la posibilidad de que Stella haya asesinado a alguien constituye un revulsivo para una situación que se aguanta con alfileres (y que conduce a un final feliz no del todo convincente: uno se queda con la impresión de que los Sandell han cerrado en falso su crisis conyugal).
Rareza
Recurriendo de nuevo a Tolstoi, los Sandell son infelices a su manera, sueca y contenida. Stella es un enigma al principio y al final de la serie y yo diría que, si no espabila, sus problemas no tardarán mucho en reproducirse. Y aunque los guionistas carguen las tintas en que Christoffer es una rata inmunda y no se pierde gran cosa con su eliminación, uno se queda pensando si ese monstruo no habrá sido el chivo expiatorio de una familia que no hay por donde cogerla. Ahí reside el principal interés de Una familia normal (o casi normal), en el retrato implacable de la falsa felicidad de una pareja que no ha sabido educar a su hija mientras se sentía tremendamente orgullosa de que sus miembros fueran dos pilares de la sociedad como un sacerdote y una abogada de postín.
Bien escrita y bien interpretada, Una familia normal constituye un interesante híbrido entre el drama familiar y la intriga policíaca. Corre el riesgo de no gustar a los respectivos fans de cada género (sobre todo, a los del policial strictu sensu), pero es una curiosa rareza en el errático catálogo de Netflix, se sigue con interés y fomenta la reflexión social sobre la unidad familiar. En resumen, una propuesta más que correcta y que marca un terreno propio en el inframundo de las historias de crímenes.