Maya y la extraña familia
La serie 'Fool me once', basado en el thriller del norteamericano Harlan Coben, funciona como un reloj y engancha al espectador, como ocurre también con sus novelas
5 enero, 2024 17:49Los thrillers del norteamericano Harlan Coben (Newark, Nueva Jersey, 1962) son apasionantes, absorbentes y, para bien o para mal, fácilmente olvidables. Mientras los estás leyendo, no puedes despegar la vista de la página y es muy probable que te quedes frito a media lectura porque son las tantas y te empeñas en no abandonar, ni que sea momentáneamente, una trama que se te ha metido en la cabeza y que, dependiendo de la etapa de tu vida, puede ser lo más interesante que te ocurra en esos momentos. Eso sí, al cabo de unas semanas, lo más probable es que ya no te acuerdes de nada de lo leído y consideres que la experiencia lectora ha sido como un trayecto en montaña rusa que te ha puesto a cien mientras duraba y del que te has olvidado nada más bajar.
Por favor, que no se intuya el menor asomo de crítica a la prosa del señor Coben. El hombre hace lo que hace (historias de misterio muy bien urdidas y con una carpintería de quitarse el sombrero cuyos personajes, como los de Agatha Christie, te dan un poco igual) y como creador de pesadillas personales de las que no parece haber forma de despertar es insuperable. No le pidamos profundidad psicológica y disfrutemos de esas montañas rusas en forma de libro que publica con una frecuencia pasmosa (por lo menos, uno al año).
En el 2016, Coben publicó Fool me once, inédita en español. Años atrás, RBA traducía puntualmente sus novelas (yo mismo me encargué de dos o tres), y hasta le otorgó su premio de literatura policial, pero de un tiempo a esta parte se ha ido desinteresando de él porque las ventas en España no eran las previstas, pese a que en Estados Unidos el hombre está siempre en la lista de best sellers del New York Times. Entre otras virtudes, los thrillers de Coben son ideales para ser adaptados al cine o a la televisión, lo que acaba de ser el caso de Fool me once (en Netflix, que ya acumula otras siete adaptaciones del autor de Nueva Jersey, todas ellas muy recomendables: No hables con extraños, Safe, Quédate a mi lado, El inocente, Ni una palabra, Bosque adentro y Por siempre jamás), que leí en su momento y olvidé inevitablemente, por lo que la serie me ha sonado a una historia totalmente nueva (si nos lo tomamos por el lado bueno, los libros de Coben se pueden releer hasta la extenuación gracias al mucho entretenimiento que nos ofrecen mientras los consumimos y el nulo espacio que nos dejan en el cerebro: ¡a mí se me olvida hasta quién era el asesino!).
Enganchado a la página o a la pantalla
Fool me once (ocho episodios) lo ha petado en Gran Bretaña, donde se ha producido (misterio adicional: ¿por qué a Coben se le adapta en Inglaterra, Francia o España, pero nunca en Estados Unidos?), y también está funcionando muy bien en nuestro país. No me extraña, pues es otra de esas historias enrevesadas, trufadas de falsas pistas (algunas un pelín tramposas) y con una sorpresa cada diez minutos que te mantienen pegado al televisor durante todos los episodios que te puedas tragar antes de que te venza el sueño.
Fool me once (traducción literal: Engáñame una vez) cuenta la historia de Maya Stern (Michelle Keegan), ex oficial del ejército casada con Joe Burkett (Richard Armitage), heredero de una turbia empresa farmacéutica dirigida con mano de hierro por la matriarca de la familia, Judith (Joanna Lumley). Cuando Joe es asesinado durante un presunto robo, todas las sospechas recaen sobre su mujer, quien, mientras intenta probar su inocencia, va descubriendo los secretitos del difunto y de su siniestra familia, hasta llegar a una conclusión tan sorprendente como inesperada (sí, igual has leído el libro, ¿pero verdad que no lo recuerdas?). Entre el temor al spoiler y el galimatías narrativo en que consiste la trama, me resisto a dar más detalles de ella. Y, además, lo mejor del mundo de Coben es acceder a él desde la más completa inopia, pasmándote ante lo que ocurre en sus historias mientras intentas no perderte en ellas: no hay ningún desdoro en volver unas páginas atrás o revisar los últimos diez minutos de proyección. No sé si lo suyo es literatura o un juego de mesa (o de sillón, o de cama), pero da lo mismo porque cada una de sus historias te mantendrá enganchado irremisiblemente a la página o a la pantalla durante el tiempo que tardes en devorarla.
Puestos a ponernos tiquismiquis, solo hay un pequeño problema en todas las adaptaciones rodadas hasta ahora de los libros del señor Coben: se nota que la historia original sucedía en Estados Unidos, tanto en el fondo como en la forma, y la verosimilitud de la trama, ya dudosa en origen, sufre pequeños percances cuando la acción se traslada a Inglaterra, Francia o España, lugares en los que no todo el mundo tiene un arsenal en casa. Tal vez por eso, el personaje de la capitán Stern (la serie ha sacado a Michelle Keegan del aburrimiento de participar en el interminable culebrón británico Coronation Street, aunque la pobre, si bien muy atractiva, no está especialmente sobrada de carisma) resulta especialmente desplazado en un país en el que ni los policías van armados. Dejando aparte este pequeño detalle, todas las adaptaciones televisivas de Coben funcionan como un reloj suizo, y Fool me once no es una excepción ni será la última: la propia hija del autor, Charlotte, está al cargo del proyecto Coben para Netflix, que se prevé de larga duración.