Amores que matan
La miniserie 'Terapia', basada en la novela homónima del escritor alemán Sebastian Fitzek, juega con los protagonistas y con los propios espectadores, con una intriga policial que resulta muy atractiva
24 noviembre, 2023 17:34El reputado psiquiatra Viktor Larenz (Stephan Kampwirth) acompaña a su hija de trece años, Josy (Helena Zengel) a una visita médica. La espera y la espera, pero la niña no sale nunca del despacho del facultativo. Harto de esperar, Viktor se cuela en la consulta del médico, pero ahí ni está su hija ni la ha visto nadie. La niña ha desaparecido, según su padre, o nunca estuvo allí, según los empleados del centro médico. Avisada la policía, se procede a una búsqueda que resulta infructuosa. Dos años después, con su hija perdida y su mujer que no parece querer saber nada de él, Viktor se retira a su segunda residencia en una isla prácticamente deshabitada en busca de un poco de paz, pero lo único que encuentra es a una perturbada muy atractiva, Anna Spiegel (Emma Bading), que dice ser escritora y reflejar en sus relatos desgracias que aún no han sucedido. En uno de sus libros, asegura, hay una desaparición muy similar a la de Josy. Y, aunque es evidente que no está en sus cabales, Viktor se agarra a ella como a un clavo ardiendo.
Así empieza Terapia, miniserie en seis capítulos (Amazon Prime) basada en la novela homónima del escritor alemán Sebastian Fitzek (Berlín, 1971), que es también la primera que publicó (en 2006, hay traducción al español y se puede adquirir por la módica suma de ocho euros). Fitzek es un autor muy popular en Alemania (donde ha vendido cinco millones de ejemplares de sus libros) y no le va nada mal en el resto del mundo (otros siete millones de ejemplares en veinte idiomas). Su especialidad es el thriller psicológico, subgénero del que Terapia es un muy buen ejemplo, pues, como iremos descubriendo a lo largo de la trama, nada es exactamente lo que parece y una buena parte de ello transcurre en la mente de su atormentado protagonista, el psiquiatra Viktor Larenz.
Entramos en Terapia creyendo asomarnos a una nueva intriga policial centrada en la misteriosa desaparición de alguien, pero hacia la mitad de la serie veremos que esa estructura de género es puramente aparente. Empiezan a colarse elementos fantásticos, cada vez estamos menos seguros de que las cosas sucedan exactamente como parecen estarle pasando al doctor Larenz, una busca en Internet revela que la tal Anna Spiegel ni escribe libros ni existe…¿Hasta qué punto podemos creernos que la pobre Josy desapareció extrañamente durante una visita al médico? ¿Por qué sufría imprevistos desmayos la niña y por qué le sangraba la nariz con tanta frecuencia? ¿Puede estar alguno de sus progenitores detrás de toda esta historia inverosímil e incomprensible? Y, sobre todo, ¿seguro que lo que vemos se ajusta a la realidad?
¿SONÓ LA FLAUTA POR CASUALIDAD?
Hasta ahí puedo leer si no quiero incurrir en el siempre molesto spoiler. ¿Puede la desaparición de una cría estar relacionada con el síndrome de Munchausen? ¿Existe esa isla perdida fuera de la imaginación del afligido padre que no sabe qué ha sido de su hija? Iremos encontrando las respuestas a todas esas preguntas a lo largo de Terapia, uno de esos misterios que no solo juegan con la mente de sus protagonistas, sino también con la de sus espectadores, que a menudo se encontrarán con que no saben a qué atenerse. Eso sí, a diferencia de esas intrigas enrevesadas en las que el guionista no sabe, al final, cómo salir del embrollo en el que se ha metido, en Terapia se llega a una conclusión en la que todo queda meridianamente claro, aunque resulte de una tristeza desoladora: el misterio de una desaparición deviene una pesadilla psicológica que termina en un tono de drama humano y personal, demostrando la eficacia del señor Fitzek a la hora de mezclar géneros y de plantear historias que empiezan de una manera, continúan de otra y concluyen de una tercera e imprevista forma que poco tiene que ver con el thriller tradicional.
Terapia, dirigida por Thor Freudenthal e Iván Sáinz Pardo, se ve del tirón y, personalmente, me ha servido para descubrir a un autor, Sebastian Fitzek, al que no había hecho el menor caso hasta ahora. Creo que voy a hacerme con sus otras novelas, a ocho euritos la unidad: tengo que comprobar si el tipo merece realmente la pena o si con Terapia, su primer misterio, le sonó la flauta por casualidad.