La consagración de Udo Kier
El actor alemán protagoniza la película 'Swan song', una historia conmovedora que sirve para abordar la comunidad homosexual en un pueblo de Estados Unidos
9 febrero, 2022 00:00Si eliges el oficio de actor, puede que te llegue el éxito de inmediato o que te pases décadas esperando el papel de tu vida, que a veces te llega a una edad provecta. Este ha sido el caso del alemán Udo Kier (nacido Udo Kierspe en Colonia en 1944), que ha visto como, mientras se acercaba a la condición de octogenario, por fin le ha caído un papel protagonista que justifica una carrera tan larga como marginal. Lo ha conseguido con una interesante tragicomedia titulada Swan song (El canto del cisne) que Filmin acaba de colgar y que es el tercer largometraje del cineasta norteamericano Todd Stephens, cuyas películas, de corte autobiográfico, transcurren siempre en su localidad natal, Sandusky, Ohio. De hecho, Swan song está inspirada en una leyenda de la escena gay local, el peluquero y maquillador Pat Pitsenbarger (1943-2012), al que el director no llegó a conocer personalmente, pero del que oyó hablar mucho y bien como un personaje pintoresco, tan flamboyant como Liberace y un pionero, a su peculiar manera, de la defensa de los derechos de los homosexuales en un entorno tan hostil como un pueblo de la América profunda. Aunque a veces peque de cierto ternurismo, Swan song es una comedia agridulce muy eficaz que aguanta, prácticamente en solitario, su protagonista, que no había interpretado un papel principal desde 1974, cuando Paul Morrisey lo contrató para sus revisiones de Frankenstein (Flesh for Frankenstein) y Drácula (Blood for Dracula) producidas por Andy Warhol y que llegaron a España gracias a unos pocos cines de lo que entonces se denominaba arte y ensayo.
Amigo en la adolescencia de Rainer Werner Fassbinder, con el que tardó años en colaborar de manera esporádica, Udo Kier ha sido visto siempre como un bicho raro al que solían caerle personajes secundarios de tipos siniestros y/o perversos (el físico le acompañaba). No ha dejado de trabajar en toda su vida, pero siempre lo ha hecho en roles breves de películas que oscilan entre lo correcto y lo infame (llegó a participar en la espantosa Barb Wire, que debía consagrar a Pamela Anderson, pero solo contribuyó a su hundimiento), con cierta propensión al género fantástico o de terror. Nuestro hombre no le ha hecho ascos a nada y ha acabado ganando el premio gordo a los setenta y tantos años con Swan song, en la que, literalmente, está que se sale.
Interpretación de premio de Hollywood
Conocemos al inefable Pat Pitsenbarger cuando se está muriendo de asco, de aburrimiento y de viejo en una residencia situada en las afueras de Sandusky. Su compañero de toda la vida murió hace años. Su selecta clientela se la robó su ayudante Dee Dee Dale (la siempre excelente Jennifer Coolidge), tras abrir su propia peluquería en el edificio de enfrente. Desprovisto de glamur y uniformado con un degradante chándal, Pat espera con fatalismo el momento de diñarla mientras fuma a escondidas unos ridículos cigarrillos extra largos y recuerda sus años de esplendor (un esplendor discreto, teniendo en cuenta que nunca salió de Sandusky). En esas se encuentra cuando aparece un abogado a informarle del fallecimiento de una antigua clienta y ricachona oficial del pueblo, Rita Parker Sloan (Linda Evans, vista por última vez en la serie Dinastía), quien ha hecho constar en su testamento que desea que su cadáver sea embellecido por Pat. El peluquero, que le guarda rencor por haberle plantado y, sobre todo, por no haberse presentado al funeral de su novio, se quita de encima al leguleyo... Para acabar aceptando su encargo, aunque solo sea para volver a pisar las polvorientas calles de Sandusky y visitar el bar gay en el que actuaba de joven por las noches. Empieza así una peculiar road movie de escaso recorrido (de la residencia al pueblo, trayecto que nuestro héroe efectúa a pie) en la que, con la excusa de cumplir un encargo desde el otro mundo, Pat revisa su pasado y, ya puestos, el devenir de la comunidad homosexual en su pueblo, en Estados Unidos y en el mundo entero.
Mezcla ejemplar de alegría, risa y amargura, Swan song peca tal vez de amable, pero se le perdona (así como el tono militante) porque la historia funciona y conmueve y, sobre todo, porque la interpretación de Udo Kier es de premio de la Academia de Hollywood. Supongo que solo un excéntrico como Kier podía dar vida a otro excéntrico como el difunto Pat, y hay que reconocer que el hombre ha echado el resto, como si fuera consciente de que nunca volverá a caerle un personaje así. Pese a llevar media vida en Estados Unidos, Kier sigue hablando inglés como si acabara de llegar de Alemania, pero convierte lo que habría podido ser un problema en una virtud. Swan song es, evidentemente, su propio canto del cisne como actor y, probablemente, la redención definitiva para alguien cuya carrera abunda en películas malas en las que ejercía de siniestro figurón.
“Por ésta me recordarán”, dijo el inefable Ed Wood tras rodar su inenarrable Plan 9 from outer space. Algo parecido podría decir Udo Kier sobre Swan song. Y en su caso acertaría plenamente.