Francesc Garrido: “Las teles públicas deben espabilar en la producción de series y ser ingeniosas"
El actor catalán reflexiona sobre televisión, cine teatro y memoria histórica a raíz del estreno de 'Jaguar' en Netflix
27 septiembre, 2021 00:00Francesc Garrido (Barcelona, 1959) es un hombre de la actuación. Le da igual que sea cine, teatro o televisión. El personaje es lo que cuenta. Y ahora se mete en la piel de Marsé, un hombre que se dedica a buscar nazis infiltrados en la España de los años 60 en Jaguar.
La nueva serie de Netflix, protagonizada por Óscar Casas y Blanca Suárez, echa un vistazo a una época no tan luminosa en el territorio, donde el fascismo convivía con ciertos aires de libertad. Todo combinado con mucha acción.
Memoria y cultura
La ficción ayuda también ha pensar en la memoria de este país. Una memoria que el actor catalán ha vivido en sus carnes. Los suyos pudieron encontrar a un miembro de su familia que daban por desaparecido. Por eso, recuerda que “encontrar a nuestros desaparecidos es fundamental para nuestra sociedad”.
El intérprete conversa con Crónica Directo para conversar alrededor de la serie y cómo las televisiones públicas han abandonado el riesgo, pero también de la historia de este país y la situación de la cultura del país. La muerte de las salas de cine y la salud del teatro catalán así como la son también otros puntos que le preocupan.
--Pregunta: ¿Cómo llegó a la serie y qué le enganchó del personaje?
--Respuesta: Conozco a Ramón Campos productor de Bambú, responsable de la serie y de Gran reserva. Tuve una comida y me presentó la idea de la serie y me pareció buenísimo. Me pasó el guion y me encantó todo, incluso el personaje.
--¿Definiría Jaguar como una serie histórica, un thriller…?
--No me gusta poner etiquetas a las series pero si se debe hacer lo pondría en el thriller de acción que usa la excusa de la persecución histórica de los nazis en España para echar un vistazo a la sociedad española de los 60.
--El misterio se convierte casi en un pretexto de la revisión histórica.
--Es un equilibrio bastante bueno para poder hacer esta mirada que sirve de excusa para darle acción, y a la inversa. Hoy en día la televisión necesita este ritmo ágil.
--¿Qué opinión le merece esta revisión de la memoria histórica?
--Es fundamental. siempre. Sobre todo, la revisión de la memoria propia. Todo lo que tenga que ver con la memoria me parece bien. Y en este caso que se habla de un pasaje tan oscuro de la historia cuando se tiene a los 60 como una época más luminosa está bien.
--Exacto, los 60 son un mito de libertad para muchos, pero en España es diferente. Vivían nazis entre nosotros. ¿No sé si considera que se sabe suficiente o si usted mismo conocía de ello?
--Yo conocía cosas otros asuntos. En la familia, tenemos una persona que apareció después de mucho tiempo de darlo por desaparecido en un campo de concentración.
--O sea, que vivió esta historia de cerca.
--Sí. Además, esa persona nunca quiso contar mucho nada, lo que te da una idea de cómo lo hizo por salir. Todo el mundo lo vivió como pudo. Habían nazis que vivían de forma descarada, teniendo sus negocios. El mismo personaje de la serie, Skorzeny, este tipo tan temido de las SS, acabó trabajando para la CIA, el Mossad, sin miramientos. Y muchos grupos que lucharon en la búsqueda de estos nazis eran catalanes.
--Perdón, pero usted mismo que tiene en su familia un caso muy cercano, ¿cómo vive los debates de la necesidad o no de modificar la ley de memoria histórica?
--Es un tema que tenemos pendiente como sociedad. Es importantísimo poder encontrar a aquella persona que quieras y hacer con ella lo que consideres, principalmente, enterrarlo como veas. Es obvio que tenemos esta deuda con la sociedad.
--¿Y cuando escucha que se habla como venganza, indigna?
--Los que tienen esta visión siempre son los mismos. La única manera de hacer cambiar esta idea es insistir, como se hizo con otros logros sociales como el divorcio, el aborto, la eutanasia. Es un proceso lento porque somos una sociedad histórica y cavernaria. Pero luego de estos logros se benefician todos.
--Volviendo a Jaguar. Usted ha hecho muchas series para televisiones públicas, privadas, ahora para plataformas… ¿Cómo vive este boom?
--No sé si es un boom porque sería casual y esto ya lleva mínimo ocho años en que las series son uno de los principales entretenimientos de la sociedad. No es un boom es algo clarísimo.
--¿Las plataformas han venido a resucitar una producción de series que se vio mermada por parte de las televisiones en abierto? ¿Han ocupado este espacio que antes ocupaban las teles públicas?
--Sí, claro. Las públicas se podrían poner las pilas también. No creo que sea sólo una cosa de dinero. La única manera de plantar cara a las plataformas potentes a nivel económico es que las públicas propusieran un producto realmente ingenioso, no sólo a nivel estético --que, en mi opinión, sería lo de menos--, sino desde un punto de vista moral e ingenioso. Estoy convencido de que hay proyectos que se podrían hacer desde las públicas, porque el producto está ahí.
--Precisamente, la producción propia de las plataformas confirma que hay talento y la prueba son las series españolas que se han vuelto internacionales. ¿Se trata de arriesgar?
--Absolutamente. Algunas de las series que vemos son iniciativas que arrancaron en teles públicas o en abierto con un presupuesto más inflado. Hay series en las plataformas que han innovado y otras que siguen haciendo lo de antes, pero es una industria que genera mucho trabajo y dinero.
--¿Teme que esto, por eso, condene a las salas?
--¿El cine? El cine está muerto en las salas. Me sabe muy mal decirlo. El otro día fui a ver la nueva película de Leos Carax que es una maravilla. Fue una bocanada de aire fresco y este tío se ha ido a otro sitio. Fui a una sala Cambrils en versión original. Éramos cuatro gatos, obviamente. Y pensé: Francesc desengáñate, las salas han muerto. La gente ve series y cine, pero menos, y lo ven en las plataformas. Y mucho cine del que hay es de hace sólo 10 años. Y ya los jóvenes no sé qué mira. Ver gente joven en las salas es dificilísimo. Me gustará ver si hay mucha gente de menos de 30 años en las salas donde se proyecte la nueva de James Bond y es entretenimiento. Aun así, hay una gran minoría que va a la Filmoteca. A veces especulo yo mismo y pienso que igual con el tiempo la gente se cansa de ver series y masturbarse viendo televisión y siente necesidad de ir a las salas, aunque sea por lo social y ligar. Espero.
--En cambio, el teatro se mantiene. Usted hace mucho teatro, ¿qué relación tiene con él?
--Yo empecé en el teatro y, a pesar de que en los últimos años he hecho menos porque he estado liado con otros proyectos audiovisuales que me interesaban, he hecho ahora La casa de los espíritus, estoy muy contento. Volver al teatro es como volver al gimnasio, regresar a un lugar donde ejercitar al actor. Las series son muy rápidas, el acting que te requiere exige cierta velocidad. Volver al proceso creativo de construcción y creación sólo pasa con una buena peli que implique este trabajo o directamente en el teatro donde te encierras durante un mes y medio o dos para hacer esta gimnasia teatral y emocional. A mi el medio me es igual, me interesa más la producción, el lugar que me ofrezcan como actor para poder evolucionar. Pero obviamente, ahora que he vuelto al teatro tengo la sensación de que te puedes dedicar seis horas explorando en escena.
--¿Ese es tal vez el secreto del teatro, lo vivo?
--Creo que sí. El teatro lo pasa mal, intenta resurgir. Gente joven puede ir al teatro y eso es sorprendente. Lo hemos de cuidar, eso sí. El teatro también pasa una época que es todo entretenimiento, y está bien ¿eh? No tengo nada en contra. Pero tengo otras muchas horas a favor. El teatro en Cataluña, especialmente, ha pasado una época de lo comercial, que está muy bien, pero esa fuerza con la que venía hace 40 años no se debe perder. Hemos de apostar por él, porque sino veremos series de televisión teatrales.
--De hecho, se ve cierto teatro que bebe mucho de la sitcom.
--¡Y tanto! He estado en montajes de Shakespeare donde el director quiso hacerlo al estilo de Mad men. Mi reacción fue, una, que no la vi; y dos, ¿por qué no intentamos comprender por qué el personaje hace esto y darle la respuesta desde nuestro pensamiento y lugar? Por eso hemos de cuidar el teatro.
--Además, como decía, ciertos autores de Barcelona se han ido a Madrid y otros innovan desde el audiovisual.
--Innovar es ir en busca de la verdad. No la verdad de la obra, sino la verdad del texto, de los actores… En Madrid siempre hubo mucho ambiente teatral, pero en los últimos tiempos allí se ve un teatro más canalla, desde la gente de Animalario a los de Kamikaze que han ido cogiendo una onda de búsqueda y más artística. Hay una pulsión más gamberra y necesitada de salirse de lo de siempre. Aquí no ha pasado tanto. A veces, las alternativas es hacer más o menos lo mismo, pero con un discurso menos potente. Por eso hemos de decirlo que lo hemos de cuidar entre todos.
--Publico, creadores e instituciones.
--Exacto. A veces, creo que se debería crear un ministerio de lo artístico. Lo otro ya sabemos que da dinero y va solo.
--Durante un cierto tiempo ya se unió el Ministerio de Cultura con el de Industria.
--Este es el problema. La industria cultural es tremenda en el buen y el mal sentido de la palabra. Puede dar más o menos trabajo, pero también es muy tramposa. La industria cultural en Cataluña da trabajo sólo a dos o tres teatros, estos dan trabajo remunerado para poder vivir. En el resto de teatros nadie gana dinero, es todo una especie de amor al arte. Hemos de ir con mucho cuidado y cuidarlo un poco más.