[VÍDEO] Guillem Clua: “Madrid le ha pasado la mano por la cara al teatro de Barcelona”
El Premio Nacional de Literatura Dramática 2020 vive un año de éxitos en ambas ciudades, pero lamenta la actuación de la Administración: "Estamos como un pollo descabezado"
17 noviembre, 2020 00:00El mundo de la cultura no pasa por un buen momento. Si hace un año exigía mayor inversión presupuestaria, la pandemia les ha venido a tocar de muerte. Teatros, cines, salas de conciertos y compañías teatrales se han visto obligados a cerrar: de hecho, fueron los primeros.
En este calvario, un dramaturgo ha vivido uno de sus mejores años: Guillem Clua. El estreno de Justicia en la Sala Gran del TNC le supuso el Premio Nacional de Literatura Dramática 2020. El Teatre Aquitània ha recuperado para esta temporada otoño-invierno Smiley. Després de l’amor y el Teatro Infanta Isabel de Madrid reestrena La golondrina, con Carmen Maura.
Año de éxitos
“Tengo un año muy esquizofrénico. Porque pese a la situación general es de los más exitosos que he vivido en mi carrera”, subraya. Aun así, admite que es una excepción, porque “se ha acumulado todo”.
“Justicia fue un hito antes del premio”, recuerda el dramaturgo en una conversación con Crónica Global. “Tienes una sala grande como la del TNC con 1.000 butacas para escribir lo que quieras”. Todo un lujo, subraya.
Pujol y el TNC
La obra se estrenó el 13 de febrero y se tuvo que suspender el 12 de marzo debido al Covid-19, diez días antes de lo previsto. Pero fue todo un éxito, y eso que era muy duro con todo un icono del catalanismo, Jordi Pujol. “Una institución tan importante en Cataluña como el TNC me dio carta blanca para hacer lo que quisiera. No podía hacer algo complaciente. Tenía que tratar algo político y que hablara de la identidad catalana”. Y así pasó.
“Fue incómodo, sobre todo, para cierto público”, afirma. La obra habla de identidades sexuales, del pujolismo, aparece el caso Banca Catalana… Por suerte, “nos rodeamos de un equipo artístico maravilloso y fue un éxito. El cierre fue un golpe muy duro”.
Apuesta por el riesgo
Clua sabía que se la jugaba, pues “las cartas blancas las carga el diablo”. Además, “desde algunos lugares me llamaron la atención, me preguntaron si era necesario que hablara de Jordi Pujol. Y lógicamente, sí”. Esa fue su respuesta, pero sabe que lo puede hacer “porque soy un privilegiado”.
El dramaturgo no sólo sabía que este año tenía previsto el estreno de Smiley y La golondrina, sino que también toca “muchos palos, y como mi mundo no es solo el teatro, me permite no tener la boca cerrada”. En cartera, todavía tiene pendiente de estreno El inocente, un thriller para Netflix con Mario Casas de protagonista y de cuyo guión es responsable; y el de una película de terror para el cine.
De Barcelona a Madrid
Esa es una de las razones por las que se permite no estar callado. Se muestra muy crítico con los responsables políticos por su gestión del Covid-19 y por el cambio del escenario teatral en Barcelona y en Cataluña en general. “Hace diez años, Barcelona vivía una edad de oro del teatro y de la cultura contemporánea. Había una apuesta por la nueva autoría y por el teatro público. Se creó el TNC, el Lliure… y funcionó. Y esto hizo eclosionar también al sector privado. Todo ello generó una explosión de la cultura catalana”.
Pero esto cambió. “Madrid le ha pasado la mano por la cara a Barcelona” desde entonces, indica. A su parecer, esto se debe a dos motivos y una derivada. Uno, es la crisis económica de 2008; el segundo es “el cambio en la dirección de los teatros públicos”.
El 'boom' de Madrid
¿Política? “Accedieron a cargos de responsabilidad personas que no querían dar más rienda a la cultura contemporánea. Afectó también el número de espectáculos y a decisiones artísticas. La industria en Cataluña se volvió más conservadora”, sentencia.
Todo ello tuvo una consecuencia lógica. Ante esta situación, y que Madrid es más grande y hay más teatros, “empezó el boom” en la capital. “Los teatros públicos y los privados empezaron a apostar por la nueva creación y desde entonces ese boom no ha cesado”.
Catalanes en la capital
Sólo hace falta echar un vistazo al éxodo del talento catalán a Madrid. A Clua, se le pueden sumar los nombres míticos de Joglars, La Cubana, u otros como Pablo Rosal, Ricard Reguant, Josep Maria Mestres o Pau Miró, que oscilan entre ambas ciudades.
La golondrina, del mismo Clua, se estrenó en 2016, directamente en Madrid, con Carmen Maura como protagonista. La obra ha girado por media España y no ha llegado en ningún momento a Barcelona. El dramaturgo dice que se debe a problemas de agenda y compromisos profesionales.
Trabajar con Carmen Maura
Él mismo aún se muestra sorprendido de que la chica Almodóvar dijera sí al proyecto. “Nunca pensé que aceptaría”. El dio su nombre para apuntar alto y funcionó. “La obra la interpeló y se vio muy conectada”. Y eso que, como ella mismo admite, es una actriz de comedia.
Clua se siente muy agradecido. “No me conocía y confió a ciegas, sólo con la lectura del texto”. ¿Qué tiene el texto? “Es un melodrama en toda regla y con un tema político de trasfondo”. Pero para quien no conozca la obra no vamos a hacer spoiler.
Tres egos
Lo cierto es que la obra funciona pese a que en ella se concentran tres grandes nombres: Clua, Mestres y Maura, además de Dafnis Balduz. Pero “esos tres egos fueron fáciles de combinar porque sabíamos que tenía todo el sentido del mundo hacerlo” y más para abordar un tema como el que aborda.
“Ha sido un éxito descomunal” y en medio de la pandemia vuelve a estar en cartel. En Madrid, el teatro no ha cerrado, no así en Cataluña, donde el dramaturgo tiene otra obra en cartel pero que, por ahora, no puede verse. Se trata de Smiley. Després de l’amor.
De drama a comedia
Esta comedia romántica, es una segunda parte del gran éxito de Clua de 2002. El impacto de esa obra le ha hecho retomar a los personajes, pero varios años después, "a lo Antes del amanecer", la película de Richard Linklater. Se estrenó el 16 de octubre y “la respuesta durante las dos semanas que pudo verse fue muy buena”, reconoce.
Smiley ya ha pasado por las dos olas de la pandemia en España. Tenía que haberse estrenado en mayo en el Club Capitol, antes de su cierre definitivo, pero el confinamiento lo hizo imposible. El Teatre Aquitània lo rescató para esta temporada y a las dos semanas, la Generalitat decidió cerrar los teatros.
Malestar
Esta decisión ha molestado a todo el mundo de la cultura y Clua no es una excepción. “La Generalitat hace un mes declaró la Cultura como un bien esencial. Lo anunció con toda una declaración oficial y se dijo que eso permitiría permanecer abiertos en caso de volver a tener que cerrar. A los tres días se ordenó cerrar”, lamenta.
“Hay una sensación de pollo decapitado y nos enfadó”, remarca. “Tomamos medidas, gastamos dinero y ahora nos cierran”, critica. Y sostiene que los más afectados son “los trabajadores de base”, los iluminadores, técnicos y otros empleados necesarios para sacar una obra adelante.
Medidas de escaparate
“Muchas compañías y teatros no van a poderse recuperar y algunas no van a poder abrir. El golpe es acojonante”, advierte. “Estamos muy asustados. La cultura es un espacio seguro y está callada, pero han sido muy severos con nosotros cuando no hay tanta incidencia de casos". En este sentido, cree que la decisión del Govern fue "un escaparate".
Clua se alegra de que La golondrina haya podido estrenarse en Madrid, aunque se ha alargado el tiempo de exhibición por que la capacidad de los teatros es del 50%. Del mismo modo, se muestra optimista y creo que Smiley va a poder verse pronto en el Aquitània, pese al cierre.
Ciudades en guerra
Así, instalado en Madrid desde que hace años y con obras en ambas ciudades, y preguntado de nuevo por este cambio de capitalidad teatral, advierte: “La competencia está muy bien y puede ser muy productiva, pero no debe verse como una guerra. Barcelona y Madrid viven de espaldas la una a la otra y es muy perjudicial para ambas”.
Y es que, igual que La golondrina no ha viajado a Barcelona, Justicia tampoco lo ha hecho a Madrid. “No existe una simbiosis entre teatros”, apunta y pone el foco en los teatros públicos que “deben fomentar esta unión y que los textos viajen”. “El teatro es una puerta abierta al entendimiento”, concluye.