El asesinato del pequeño Grégory
Este 'thriller' tenebroso reconstruye un asesinato cuyo autor se desconoce y que dejó en vilo a la sociedad francesa
23 enero, 2021 00:00La familia Villemin cuenta con más de setenta miembros, todos los cuales viven en Lépanges, un pueblecito de los Vosgos franceses por el que pasa el río Vologne. En ese río apareció, en octubre de 1984, el cadáver del pequeño Grégory Villemin, de cuatro años de edad, atado, amordazado y arrojado al agua aún con vida por alguien cuya identidad no ha sido posible determinar jamás, pese a que, en un momento u otro, salían sospechosos de debajo de las piedras y siempre parecía que se estaba a punto de resolver el enigma. No ha sido así y el crimen de Le petit Grégory sigue presente en la mente de muchos franceses por su extrema crueldad y por la incapacidad manifiesta de llegar a algún tipo de conclusión colectiva: así no hay manera de cerrar el duelo.
La miniserie documental de Netflix Grégory nos cuenta todo lo que se sabe del asunto en cinco capítulos y lo hace muy bien, presentando un pueblo que recuerda los ambientes rurales de las películas de Chabrol --precedentes franceses de Twin Peaks, lugares aparentemente apacibles en los que rascas un poco y sale todo tipo de horrores a la superficie-- y a una familia que definirla como siniestra sería quedarse muy corto: todos los miembros que aparecen en la serie son extraños, desconfiados, contradictorios y con pinta de estar ocultando algo. Ni siquiera los padres del pobre crío asesinado parecen ser trigo limpio, pues dan la impresión de saber más de lo que dicen, como si una extraña omertá familiar les afectara en lo más profundo.
Magnífica reconstrucción
Todo empezó con llamadas y cartas anónimas que recibían Jean-Marie y Christine Villemin y en las que se les amenazaba con hacerles mucho daño. Suponían que se trataba de algún pariente mezquino que envidiaba el éxito profesional de Jean-Marie, que tampoco era para tanto, pues había llegado a capataz de una fábrica de la zona y eso era todo. Un buen día, se interrumpieron las amenazas y los Villemin respiraron aliviados. Pero entonces llegó el asesinato de Grégory y empezó una tragedia que, probablemente, continúa a día de hoy. En el ínterin, Bernard Laroche, primo de Jean-Marie, fue acusado del crimen y ejecutado a tiros por el padre de la víctima días antes de entrar en prisión provisional (al señor Villemin le cayeron cinco años, de los que cumplió dos y medio); la madre de Grégory fue detenida por la policía porque u n grafólogo dijo que su letra se parecía mucho a la de las amenazantes misivas anónimas (la soltaron rápidamente); una extraña cuñada adolescente del difunto Bernard dijo una cosa y la contraria hasta que la gendarmería la dejó por imposible; el juez de instrucción, un inútil de marca mayor llamado Jean-Michel Lambert, se acabó suicidando en 2017; cada miembro de la extensa familia Villemin hacía unas declaraciones más lunáticas que las del pariente recién interrogado…Y así sucesivamente, hasta que el pequeño Grégory acabó pasando a la historia como el único inocente seguro de esa siniestra familia de Lépanges-sur-Vologne.
Dirigida por Gilles Marchand, Grégory es una magnífica reconstrucción de un crimen horrendo que tuvo en vilo a la sociedad francesa durante décadas. Aquí solo se enteraron los que iban a París con cierta frecuencia y observaban cómo el fantasma de Grégory seguía presente en la prensa, la televisión y hasta la conversación de los amigos. Estamos ante un thriller tenebroso a medio camino entre Claude Chabrol, Patricia Highsmith y David Lynch, pero con el agravante moral de que todo lo que se nos cuenta sucedió de verdad. Así como lo que se nos ha ocultado por parte de los Villemin, que debe ser de abrigo.