Los misterios de Donato Carrisi
El escritor y cineasta italiano ha dirigido dos 'thrillers': 'La muchacha en la niebla' y 'El hombre del laberinto', para auténticos devotos del género policíaco
21 octubre, 2020 00:00Uno tiene abundantes lagunas culturales y no le duelen prendas a la hora de reconocerlas: confieso que no había oído hablar en mi vida del escritor y cineasta italiano Donato Carrisi (Martina Franca, 1973, aunque ahora vive en Roma y colabora regularmente en Il Corriere della Sera) hasta que descubrí, camuflados en el catálogo de Movistar, los dos estupendos thrillers que ha dirigido hasta la fecha, La muchacha en la niebla (2017) y El hombre del laberinto (2019), y me los tragué con escasos días de distancia obedeciendo, básicamente, a dos motivos: soy un devoto del género policíaco y del protagonista de ambas películas, Toni Servillo, el inolvidable Jep Gambardella de La gran belleza, de Paolo Sorrentino, y uno de mis actores favoritos de todos los tiempos.
Las novelas de Carrisi (que no he leído, pero pronto solucionaré tan molesto extremo) las han publicado en España Duomo y Planeta. En un par de ocasiones, hasta el momento, el señor Carrisi nos ha contado la misma historia dos veces, primero por escrito y luego en la gran pantalla (El hombre del laberinto aún no ha sido traducida al español), y como director muestra una gran habilidad para los ambientes siniestros, las tramas complicadas con final sorprendente y un gran ojo clínico al escoger a los actores. En los dos largometrajes que corren por Movistar ha recurrido al mismo y eficaz truco comercial, consistente en emparejar a Servillo con una estrella de alcance internacional que le da la vez de manera brillante: Jean Reno en La chica en la niebla y Dustin Hoffman en El hombre del laberinto. Si la primera se mantiene dentro de los límites de la ficción criminal convencional --Servillo interpreta el papel de un policía que investiga la extraña desaparición de una chica de dieciséis años en la Italia profunda--, la segunda coquetea con el género fantástico y hasta con el grand guignol, mostrándose más inquietante y críptica que la anterior. En ambas, a la manera del M. Night Shyamalan de El sexto sentido, un ingenioso quiebro final de guion consigue dejar al espectador con la boca considerablemente abierta. Caso de verlas en programa doble, recomiendo seguir el orden cronológico.
Devotos del género negro
Resulta curioso que la principal víctima de ambas ficciones sea una adolescente, como si el autor quisiera remarcar el innegable tono de siniestro cuento infantil que distingue a los clásicos del género. Tanto en La chica en la niebla como en El hombre del laberinto hay una Caperucita Roja actual y un ogro contemporáneo dispuesto a comérsela que oculta a la perfección su auténtica naturaleza. ¿Hace trampas el señor Carrisi al desarrollar sus complejas y algo confusas tramas? Probablemente. Por lo menos, de eso le ha acusado la crítica tanto en su faceta literaria como cinematográfica. Pero su habilidad como creador de atmósferas turbias es indudable y su capacidad de enganche para el consumidor está también fuera de toda duda. Por no hablar de su perspicacia al recurrir a un titán de la interpretación como Servillo para hacer creíbles y susceptibles de empatía a unos personajes con los que, con otros actores, sería mucho más difícil llegar a alguna parte razonable.
Tengo la impresión de que los misterios del señor Carrisi no figuran entre lo más visto en Movistar, pero yo he pasado dos noches sensacionales con ellos y, sobre todo, me han servido para descubrir a un autor cuyos libros deben andar también perdidos en las estanterías de la FNAC y demás establecimientos del ramo, esperando a devotos del género negro con lagunas en su formación, como el que esto firma.