La ley de la placa

La ley de la placa

Cine & Teatro

La ley de la placa

4 junio, 2017 00:00

Aunque esta columna suele guiarse por la más rabiosa actualidad, a veces, a su responsable le da por recordar (y reivindicar) series ya terminadas que no obtuvieron el reconocimiento merecido. De ahí que hoy les hable de The shield (literalmente, El escudo; metafóricamente, La placa) la estupenda propuesta de Shawn Ryan que se mantuvo en antena durante siete temporadas y ochenta y ocho episodios entre 2002 y 2008 y que tuvo la mala suerte de coincidir con The Wire, que fue la que se llevó el gato al agua en lo concerniente al prestigio y el reconocimiento de la crítica. Algunos no pasamos de la primera temporada de The wire, pero nos enganchamos sin remisión a The shield, dedicándonos a predicar en el desierto mientras los listos nos perdonaban la vida.

The shield estaba ambientada en la ciudad de Los Ángeles y se centraba en las actividades, a menudo turbias o discutibles, de un grupo de asalto comandado por un tipo calvo y robusto llamado Vic Mackey, que ya en el capítulo de estreno se veía obligado a volarle la cabeza a un miembro del grupo porque amenazaba con chivarse a las autoridades de las corruptelas del jefe y sus secuaces. ¿Era Mackey un delincuente, un criminal? Pues sí y no, pues la serie no abordaba la cuestión en términos de blanco o negro, sino de un modo cargado de matices. Mackey era un buen poli, pero de esos que insisten en que entre ellos y la chusma solo hay gente como él, que a menudo debe hacer cosas que están al borde de la ilegalidad, si es que no incurren directamente en ella. El principal logro de la serie consistió en que el espectador sintiera algo por Mackey y su pandilla, a los que en la vida real habría deseado ver entre rejas. El ritmo trepidante y una realización que optaba constantemente por la cámara en mano ayudaban enormemente a meternos dentro de la historia, que jamás decaía y que mantuvo el pulso hasta su último episodio, cuando Mackey recibe su castigo de la manera más dolorosa posible: con un trabajo de oficina que le mantiene alejado de las calles donde, a su peculiar manera, ha sido feliz hasta el momento.

Retrato de la sociedad contemporánea

A la manera de las grandes novelas, The shield es también un retrato de la sociedad contemporánea a través de la vida criminal en la ciudad más importante de California, y esa vida criminal incluye la política y la actividad policial. Retratar una ciudad desde una comisaría en un barrio chungo es algo muy meritorio que el señor Ryan consiguió a la perfección, para alegría de su público fiel y ninguneo de los fans de The wire, que siempre la consideraron un entretenimiento de tono menor. Peor para ellos.

Quienes no la vieran en su momento, harían bien en recuperarla, ya sea en el archivo de Movistar o en DVD: con la de años que han pasado desde que dejó de emitirse, las cajas de las ocho temporadas deben estar ya a precio de saldo.