Todo lo que ha destruido el 'procés'

Todo lo que ha destruido el 'procés'

Ensayo

Disparar con pólvora del rey

4 junio, 2017 00:00

"Disparar con pólvora del rey" es una expresión procedente de los tercios imperiales, donde los soldados tenían que pagar con su salario el armamento que necesitase. Por consiguiente, se cuidaban mucho de gastar pólvora en salvas o en tiros inseguros. Como es de imaginar, cuando en ocasiones puntuales el mando proporcionaba la pólvora gratis, los arcabuceros disparaban con mucha más liberalidad y despreocupación.

Es notoria la pasividad o si se quiere inoperancia del Gobierno de la Generalitat y sus satélites en estos últimos años, ocupado por completo como está en su golpe de Estado. Esa aversión a la acción de gobierno o pereza insuperable conoce, sin embargo, una excepción: cuando se trata de disparar con pólvora del rey, o sea con dinero de la ciudadanía, obtenida con nuevos impuestos, nuevas tasas, nuevas multas, los golpistas de Junts pel Sí demuestran una diligencia frenética.

Peajes, Derechos Humanos y museos franquistas

El otro día el Govern se sacó de la manga un impuesto a los consumidores de bebidas enlatadas. Naturalmente, no con afán recaudatorio, como dirán los malpensados, sino por el propio bien de quienes las beben. Esta semana se han sacado tres timos más.

1. El afán extractivo es tan grande entre los golpistas que a veces olvidan el prurito de coherencia. Así, el diputado de ERC Marc Sanglas, a quien hace cinco años los peajes en las autopistas le parecían terriblemente injustos con los catalanes y apoyaba la campaña No vull pagar, ahora defiende con ardor un nuevo impuesto de 110 euros a todos los coches de los ciudadanos, a cambio del permiso de circular por las autopistas catalanas, ya que "a nadie le gusta pagar pero las cosas se han de mantener".

2. El mismo día que Sanglas y sus compinches expropiaban 110 euros más a cada conductor use o no use las autopistas, el gran viajero por los cinco continentes Rafael Ribó, el bien pagao pero insaciable Síndic de Greuges, creaba con pólvora del rey, o sea con el dinero de los contribuyentes, un nuevo pesebre: la Estructura de Drets Humans de Catalunya, dotada de un "consejo asesor" formado por veinte "asesores" y un número indeterminado de otros empleados que no cabe duda serán muy cuidadosamente seleccionados. Y que podrán "elaborar planes", "emitir informes", "presentarse en comités internacionales"... Como siempre, se procederá a esta suculenta corrupción o saqueo de las arcas públicas en nombre de los más altos conceptos, en este caso los Derechos Humanos, su estudio, su vigilancia.

Por cierto que el mismo día que Ribó presentaba su nueva Estructura, Societat Civil Catalana entregaba en el Parlament una petición a todos los grupos reclamando su cese. Petición muy razonable, pues según los estatutos de la sindicatura, el titular “es políticamente independiente, no depende de ningún Gobierno y actúa con objetividad, libertad de criterio e independencia”, descripción que no le cuadra a ese estómago agradecido de Ribó, notoriamente parcial y sectario en su servicio al Govern.

3. Por virtuosa iniciativa de ERC, y gracias al apoyo de todos los grupos del Congreso de los Diputados, salvo el PP, el edificio de la comisaría de Via Laietana será transformado en un museo sobre la represión franquista. En fin, la idea es esa, ya veremos.

Ciertamente, los detenidos, los torturados del franquismo, constituyen un capital intangible del que nuestros golpistas se pueden aprovechar muy bien. ¡El Museo de la Represión Policial!: otra institución nueva, dotada de sus altos cargos directivos y sus empleados subalternos, que necesitará ser financiada con mucha pólvora del rey para hilar un discurso en el que los partidos del Govern no encarnen el poder, el sistema, el establishment, sino a las víctimas inocentes del pasado y los acreedores del futuro.

Este museo de la comisaría podría visitarse como en el tren de la bruja de los parques de atracciones. Un holograma fantasmal podría reproducir los paseos del temible comisario Creix por el claroscuro de las celdas de interrogatorio, las escaleras sombrías y los despachos presididos por un gran retrato de Franco, un crucifijo y una bandera española, en los que suenan, monótonas y metálicas, las máquinas de escribir tecleando las confesiones. Unos lívidos muñecos de cera podrían representar a los abatidos prisioneros.

En red con el Born, el Museo de Historia de Cataluña, el Centro por la Paz del Castillo de Montjuïc (que no hay forma de que se eche a andar, con lo bonica que era la idea), será una cuarta “estructura de memoria histórica” utilísima en la Formación del Espíritu Nacional.

Yo creo que habría que confiarle la dirección de este museo a algún histeriador de indescriptible prestigio académico y de insobornable, exquisita objetividad, como Jordi Bilbeny o Culla Nada.