Artes

Canadá: mejor leer a Lucky Luke que jugar con fuego

21 septiembre, 2021 00:00

En uno de esos memes que circulan por las redes sociales, se ve a Tintín, al profesor Tornasol y al capitán Haddock cociéndose en una pira… ¿Cómo se llama el falso álbum? Las aventuras de Tintín en Ontario. La provincia canadiense es uno de los bastiones más beligerantes del mundo woke. Un mundo absurdo donde los profesores pueden ser despedidos por enseñar a sus alumnos a ejercer el espíritu crítico, mientras que asesores en sensibilidad étnica lanzan autos de fe contra obras juzgadas etnocentradas o “inapropiadas” --a veces, simplemente porque fueron escritas hace mucho tiempo, por autores blancos.

En nombre de esta visión, el Conseil scolaire catholique Providence [Junta escolar católica del sudoeste de Ontario, institución de la 'escuela separadapública católica y francófona, constitucionalmente reconocida, que responde ante el gobierno provincial] (CSC Providence), que dirige una treintena de escuelas católicas, pretendía hacer arder próximamente 160 obras --desde aventuras de Astérix hasta cómics de Lucky Luke--, a las que acusa de reproducir estereotipos sobre las Primeras Naciones. Cinco mil títulos, en total, estaban en bajo sospecha. Tintín en América, desde luego; pero también Pocahontas, juzgada demasiado hermosa y demasiado sexualizada.

En 2019, se organizó una primera hoguera en la que ardieron unos 30 libros. A los alumnos, hipnotizados, se les dijo que ese fuego debía permitir “la reconciliación”: “Al quemar los libros, los convertimos en nutrientes. El árbol vuelve a la madre tierra para dar vida a otro árbol”.

Esta requisitoria confusa, digna de un Torquemada, viene de una asesora de Providence: Suzy Kies. Aunque hoy lo niegue, fue ella quien organizó la hoguera. En los medias anglosajones, se la presenta como “Guardiana del Saber Traditional autóctono” [Gardienne du Savoir o Traditional Knowledge Keeper], tal es su autoridad a la hora de dictar lo que debe y no debe ser censurado. No hablamos de una pirómana ordinaria, sino de una asesora cercana del primer ministro del Canadá, Justin Trudeau.

Ha tenido que estallar la polémica, sobre todo a través de los medios francófonos, para que el CSC Providence deponga su actitud. Tranquilizador, hasta que se leen con atención los motivos que esgrimen para detener la pira. Lejos de haber caído en la cuenta del despropósito que es su fuego purificador, ¡son las sospechas sobre la autenticidad étnica de Suzy Kies, las dudas sobre su ascendencia indígena, las que han llevado a suspender unas hogueras que evocan la época nazi! Periodistas canadienses descubrieron que Kies no puede considerarse “indígena” según los criterios legislativos vigentes, ni según el menor registro abenaki [tribu amerindia del noreste de Norteamérica], y que su único pariente vagamente indígena se remonta al siglo XVII… Suzy Kies ha tenido que dimitir de su puesto de co-presidenta de la Comisión de Pueblos Autóctonos del Partido Liberal. Una historia que recuerda a la de Rachel Dolezal en Estados Unidos, que se hizo pasar por negra para hablar en nombre de la comunidad afroamericana [Dolezal llegó a ser presidenta de la sección local de la NAACP, Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, en Spokane]. La hoguera identitaria habrá chamuscado su reputación. Más que hacerlos jugar con estos fuegos, ¿no haríamos mejor en recomendar a los niños que lean, por ejemplo, las últimas aventuras de Lucky Luke, y de su compinche negro? Un cow-boy en los campos de algodón (2020; escrito por Jul, dibujado por Achdé, editado por Dargaud).