Mis queridos socios: 7/Sagar Forniés
Reciclé 'La ola perfecta' como novela gráfica y Sagar, estupendo dibujante, se hizo cargo del proyecto, que resultó ser un gran trabajo. Comparado con los dibujantes de mi generación, es como un bulldozer de la historieta: bueno y rápido
Mi álbum 'La ola perfecta' (2012) empezó queriendo ser una película, que habría sido mi segundo largometraje como guionista y director después de 'Haz conmigo lo que quieras' (2004), tras la que me las prometía muy felices, pues estuvo nominada al Goya (no lo gané) y tuvo una carrera comercial discreta, pero prometedora.
Las promesas, lamentablemente, no se cumplieron y no he vuelto a rodar nada, pese a varios intentos al respecto. Uno de ellos fue 'La ola perfecta', que estuvo en un tris de ser producida por los hermanos Almodóvar, que acabaron retirándose del proyecto porque las referencias a ETA, según dijo el hermano del director, Agustín, conocido familiarmente como Tinín, le ponían los pelos de punta.
La película llegó a tener fecha de inicio de rodaje, pero de repente salió Tinín con lo de ETA y se acabó lo que se daba, quedándome sumido en algo muy parecido a la desesperación. De hecho, ahí se acabó mi carrera como cineasta: todos los proyectos que intenté levantar después no llevaron a ninguna parte y acabé rindiéndome porque no me gusta que los motivos de alegría se conviertan en una de esas obsesiones con las que, si te descuidas, te acabas zumbando.
Como la historia de 'La ola perfecta' me gustaba mucho, pensé en reciclarla como novela gráfica. Y ahí apareció Sagar Forniés (Zaragoza, 1974), estupendo dibujante que se hizo cargo del proyecto, que acabó editando mi amigo Joan Navarro en la editorial que dirigía por aquel entonces y que se acabó hundiendo, pero quiero creer que no por culpa mía.
Hasta entonces, yo solo había trabajado con amigos, pero Sagar me puso las cosas muy fáciles. Le pregunté si quería que le transformara el guion cinematográfico en uno de cómic y me respondió que no hacía falta, que ya se apañaba con lo que había.
Quedamos unas cuantas veces (no muchas) para comentar la coyuntura, pero, en general, opté por dejarlo todo en sus manos. Hice bien, pues el hombre hizo un gran trabajo, si se me permite la inmodestia. Salvo alguna llamada telefónica para aclarar detalles, el hombre se cascó prácticamente a solas las 146 páginas del libro y me dejó extremadamente satisfecho.
Nunca volvimos a colaborar (el álbum no fue precisamente un best seller), ni prácticamente a vernos, y cada uno se dedicó a sus asuntos después de nuestra única colaboración. Creo recordar que le propuse otra, pero no llegamos a ninguna parte, no sé si por desinterés por su parte o porque estaba muy ocupado, pues la capacidad de trabajo de este hombre es sensacional.
Hasta ahora ha fabricado álbumes con guionistas como Jorge Carrión (Gótico, 2018) o Pedro Riera (Intisar en el exilio, 2019), logrando publicar en el extranjero. Se ha dedicado también a la escenografía (empezó con La Fura dels Baus y pasó por Stravinsky y La consagración de la primavera).
Hace mucho que no nos vemos, pero lo sigo a distancia. Comparado con los dibujantes de mi generación, ligeramente caóticos, Sagar es como un bulldozer de la historieta. Es bueno y es rápido.
Me hubiese gustado trabajar más con él, pero ya se sabe que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. A diferencia de otros dibujantes, nunca le oí quejarse de sus magros emolumentos (especialidad de los de mi generación), como si pensara “Yo me he metido en esto y apechugo con las consecuencias”.
No llegué a conocerle muy a fondo, pero lo que vi me gustó y espero que su enorme capacidad de trabajo le aporte algún día una merecida recompensa.