Escuchar el malestar
La figura del psiquiatra Francesc Tosquelles en el CCCB, a través de artistas como Éluard, Tzara, Miró, Artaud, Michaux o Brassaï
22 abril, 2022 15:20Francesc Tosquelles nos dejó como herencia una inspiración fulgurante para pensar en la salud mental en momentos de crisis extremas. Nacido en Reus, capitán médico del ejército republicano y exiliado, desarrolló una enorme aportación médica en el hospital psiquiátrico de Saint-Alban (Francia), cuyos logros se ven ahora en una exposición reparadora del Centre de Cultura Contemporánea (CCCB). La muestra propone un recorrido por las prácticas de vanguardia que el psiquiatra, en el campo “terapéutico, político y cultural”. Torrelles contribuyó a transformar las Instituciones psiquiátricas en la Europa dominada por los fascismos durante los años 30 del siglo pasado y ahora retorna a nosotros bajo el prisma de su invención y colaboración con artistas descollantes, como Miró, Tzara, Eluard, Micheaux o Brassaï.
Bajo el título Francesc Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo, la muestra pone en valor la figura y la obra del psiquiatra que revolucionó las prácticas médicas de su tiempo y que transmitió un legado cultural innovador y sorprendente, desconocido por la mayoría. En su larga etapa como médico en el sanatorio mental de Saint-Alban (Francia), Tosquelles derribó los muros de los manicomios y abrió los claustros que impiden la diversidad de lo humano. Defendió la singularidad del ser a partir de la mirada del otro; lucho contra el aislamiento con las armas del afecto y la admiración.
Distanciarse del automatismo
Tosquelles resulta desconocido para el gran público a pesar de su relación profesional con las prácticas de Jacques Lacan y de su relación directa con la herencia de los padres del psicoanálisis, como Emil Kraepelin, Gatian de Clérembault, Robert Spitzer o Sigmund Freud, el diván de Viena. Fue tal el exilio voluntario de Tosquelles, que incluso en Barcelona nadie supo darle razón del paradero de su obra al mismo Oscar Masota, el lacaniano argentino, que en los primeros setenta llegó a España huyendo de la dictadura del general Videla y murió poco después en la ciudad condal. Ambos Masota y Torrelles compartieron sin conocerse el arte como material consistente para la curación creativa de los desequilibrios mentales, como mostró el argentino en su libro Sexo y traición en Roberte Arlt, un texto que revolucionó la crítica literaria.
Tosquelles se formó en la experiencia de la Mancomunidad de Cataluña. Tuvo que exiliarse en Francia en 1939, en el campo de Septfonds y años más tarde, revolucionó Saint-Alban hasta convertir el sanatorio en un refugio para artistas de vanguardia que convivían con los internos, campesinos, monjas, médicos y enfermeras. Abrió el hospital psiquiátrico a multitud de prácticas artísticas, fomentando el vínculo social de los enfermos y humanizando la vida de sus pacientes. La exposición del CCCB invita a hacer un itinerario cronológico por la obra de Tosquelles, acompañado del testimonio oral en off del médico de Reus, que acompaña al visitante hablando de los temas que le interesaron: los campesinos, Stalin como tótem del poder absoluto y abyecto o el temor que en su momento suscitaban los enfermos en los mismos psiquiatras. La muestra presenta además una extensa selección de películas, materiales históricos y documentales inéditos, obras de vanguardia y objetos producidos por enfermos del hospital de Saint-Alban, procedentes de la Colección de Art Brut de Lausana y de otras colecciones particulares. Pero es justo decirlo, Torrelles se distanció del automatismo, la técnica creativa de los surrealistas que creían en el espejo interior como reflejo del inconsciente; él encontró soluciones utilizando el potencial creativo para derribar los bloqueos mentales. Podríamos decir que dio un rodeo para alcanzar la sanación de la forma más indolora.
La sobresaliente exposición del CCCB es el fruto de un proceso de investigación desarrollado por el crítico de arte, docente e investigador Carles Guerra y de la profesora y crítica literaria Joana Masó, autora de Tosquelles. Curar les institucions (Arcadia), un libro reconocido con el Premio Ciutat de Barcelona de Ensayo, Humanidades e Historia, 2021.
Cura a base de amor y espacios abiertos
Tosquelles estaba convencido de que el verdadero trabajo analítico, comienza cuando el paciente empieza a contar historias, abre las puertas de su inconsciente y expresa su “pensamiento pictórico”, como le llamó Hegel al relieve y color de la irisación del paisaje, la técnica del impresionismo literario, nacida de la difracción solar. Tosquelles consideraba que la medicina le debe mucho a esta facultad de la mente humana en la que los poetas y los filósofos van por delante de la psiquiatría convencional. El médico de Reus tendió a multiplicar las categorías diagnósticas --encerradas entonces en los tres ejes convencionales: neurosis, psicosis y perversión-- tratando al paciente como un síndrome separado del resto. Esta univocidad del paciente era para Tosquelles el primer paso para alcanzar la plena salud mental; desterró de su consulta la duda del médico ante la subjetividad del paciente; se apartó de la etiología como ciencia exacta de las batas blancas. Su respuesta frente al sufrimiento psíquico excluyó el diagnóstico rápido, el tratamiento farmacológico y la vuelta al consumo y la productividad. Desterró el desdén y el maltrato del sistema de salud y en su lugar propuso el respeto y la escucha por parte de los facultativos. En diferentes momentos de la muestra del CCCB, los escritores Benjamín Labatut y Eloy Fernández hablan, en una conversación moderada por la periodista y escritora Anna Pacheco, sobre locura, malestar y salud mental a raíz de la publicación de sus libros La piedra de la locura y Los brotes negros. En el primero, La piedra de la locura, Benjamín Labatut reflexiona sobre el desapego en un mundo hiperconectado y saturado de información en el que la barrera que separa realidad y fantasía es cada vez más fina. Por su parte, Eloy Fernández Porta, dedica su Los brotes negros, a reflexionar sobre una sociedad que lleva las personas hasta el límite. Y se pregunta: ¿Cómo reencontrar el sentido después de cruzar el límite?
Es el mismo interrogante que dejó en el celuloide Samuel Fuller en El Corredor sin retorno, la historia del ambicioso periodista Johnny Barrett que se propone ganar el Premio Pulitzer, ingresando en un hospital psiquiátrico con el fin de resolver un asesinato cometido en el centro médico. Se encuentra también en el cul de sac con el que han chocado otros intentos de averiguar que hay en una mente torturada por el entorno social y la cura a base de electroshoks, como se ve en la película Alguien voló sobre el nido del Cuco (Milos Forman) o en cintas como Shutter Island (Martin Scorsese). Torrelles sabía que la frontalización de los enfermos graves era una forma de tortura. Consagró su vida a la cura a base de amor y espacios abiertos, en contacto con la naturaleza, la idea que engloba el peculiar título de la exposición del CCCB: Cómo una máquina de coser en un campo de trigo.
En la exposición, los trabajos pictóricos de algunos enfermos de Saint-Alban están mezclados con obras Tapis, Miró, Dalí o Dubuffet. La comparativa y los interrogantes pertenecen al visitante, que se ve acompañado hasta el fin de la visita con la voz dulce del video de Tosquelles, un benevolente profesor Tornasol: “Continuamos manteniendo el hospital como un lugar abierto, realmente abierto, y que un lugar sea abierto o cerrado no depende sólo de las paredes”.