'Scandalous', la obra sobre 'The National Inquirer' / SCANDALOUS-YOUTUBE

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Artes

El chafardero indomable

'Scandalous' es la historia de 'The National Enquirer', un diario de sucesos que llegó a despachar un millón de ejemplares semanales

3 febrero, 2021 00:00

El título de este artículo es el del diario para el que trabajaba el inolvidable repórter Tribulete (que en todas partes se mete) de los tebeos Bruguera. Aunque contenía una catalanada --chafardero es una traducción literal de xafarder (cotilla o chismoso)-- el nombre se popularizó en toda España, aunque nadie sabía lo que quería decir la palabreja, según me contó en cierta ocasión Moncho Alpuente, quien se sentía muy orgulloso de haber nacido en la madrileña calle del Pez, que no existe en Barcelona, pero era donde tenía su redacción El chafardero indomable.

Los norteamericanos cuentan con su propio El chafardero indomable desde 1954, cuando un señor que respondía al bonito nombre de Generoso Pope --en arte, o lo que fuese lo suyo, Gene Pope-- fundó The National Enquirer con el dinero de su padre, propietario del diario neoyorquino en italiano Il Progresso y un caballero muy bien relacionado con la Cosa Nostra. Se suponía que Generoso iba a heredar Il Progresso, pero el muchacho tenía sus propias ideas y quería fabricar algo que se vendiera como churros y que se saliera de su entorno habitual, la comunidad italiana de Nueva York. Tuvo claro el proyecto cuando vivió una epifanía al cruzarse con las consecuencias de un accidente automovilístico y observar que la gente miraba la catástrofe embobada, incluyendo los coches destrozados y los seres humanos muertos y heridos (de ahí salió también la estupenda novela de J.G. Ballard Crash, así como su adaptación cinematográfica, a cargo de David Cronenberg, que ahora vuelve a nuestras pantallas en plena plaga del coronavirus).

O sea, que The National Enquirer inició su andadura como un diario de sucesos, lo cual limitaba mucho los puntos de venta, dado que siempre había uno o varios fiambres en portada. Como así no se iba a hacer millonario, Gene Pope abandonó los muertos en los años sesenta y se centró en las celebrities, los cotilleos, los ovnis y lo paranormal. ¡Éxito inmediato! El Enquirer empezó a venderse como rosquillas en los supermercados, junto a las cajas registradoras, y llegó a despachar la friolera de un millón de ejemplares semanales.

Amas de casa de los suburbios

Su historia merece ser contada y ya lo fue en un libro que obra en mi poder y que publicó en 2001 la editorial neoyorquina Hyperion. Dieciocho años después se rodó un documental que ahora acaba de ser colgado en Movistar y cuyo visionado es ideal para levantar la autoestima de los españoles, que así vemos que no somos los únicos en el mundo que disfrutamos con los cotilleos y los chismes sobre los guapos, ricos y famosos. Dirigido por Mark Landsman, Scandalous (2019) nos cuenta de pe a pa la historia del National Enquirer, haciendo hincapié en sus grandes momentos, como cuando consiguieron la foto de Elvis en su ataúd gracias a un compinche imbécil del Rey al que hubo que enviar tres veces a rendir sus respetos al difunto porque no sabía cómo utilizar la camarita que le habían pasado los chupasangres del semanario. El inútil cobró. Y muchos más individuos de moral dudosa cobraron del Enquirer gracias a su acceso a personas despellejables (allí se sobornaba como si fuese lo más normal del mundo).

A Gary Hart, aspirante a la presidencia en los años 90, le hundieron la carrera al revelar que tenía un lío con una mujer bastante más joven que la suya. A otros los salvaron porque creían que el pueblo americano no quería saber la verdad sobre ellos (fue el caso de Bob Hope, mujeriego impenitente disfrazado de pilar de la sociedad, o el de Bill Cosby, que tenía las manos muy largas, pero interpretaba en la tele a un padre de familia ejemplar: evidentemente, ambos quedaron a disposición del Enquirer para lo que la pandilla de don Generoso quisiera mandar).

El público natural del Enquirer lo formaban las amas de casa de la América de los suburbios acomodados, las que iban una vez a la semana al supermercado de la urbanización y pillaban el diario al salir. Ya nadie se acuerda de que hubo dinero de la mafia para lanzar el National Enquirer y, además, Generoso Pope pasó hace años a mejor vida. No como su selección semanal de chismes, que sigue gozando de una salud de hierro, como queda bien claro en ese excelente documental que es Scandalous.