Una persona toma imágenes del lienzo ‘Flottans Badhus’ (1907), de Eugène Jansson, en las salas del IVAM / EFE

Una persona toma imágenes del lienzo ‘Flottans Badhus’ (1907), de Eugène Jansson, en las salas del IVAM / EFE

Artes

Sexo en la Europa de entreguerras

El IVAM aborda en una exposición la representación del deseo y la sexualidad que desató en Europa una dinámica de represión y libertad entre las dos guerras mundiales

7 enero, 2021 00:00

En el peculiar paisaje del arte europeo de los años veinte y treinta, al poco de tomar una de sus primeras curvas el vapuleado siglo XX, apareció la punzada del sexo y de la carne en la pintura a modo de revancha. Aunque quizás sea más oportuno decir como forma de protesta. De los lienzos allí surgidos brotaba un mundo de asperezas que no olvidaba su rasguño contemporáneo. Pero se trataba de ir más allá. Se abrieron entonces las compuertas de una fantasía sin complejos que no rechazaba lo real, sino que lo trituraba para hacer algo nuevo, un planeta de color y excesos. 

Sin duda, la época traía un entusiasmo cosido a la espalda, un cancaneo de piernas al aire y faldas con vuelo, curvas en la arquitectura, muebles sin esquinas, todo redondeado como una felicidad sin filo. Y al arte llegó también esa ráfaga de burbujas en forma de erotismo. El cuerpo adoptó postura y desnudo en la pintura europea, que alcanzó una calentura insólita. Hiriente. Extremada. De un erotismo que llegó sin prejuicio a la pornografía. Un manual de anatomía sin excesiva de retórica. Tan sólo con el menester de fijar con colores un festival de cuerpos. Una pasión. Un deseo. 

Sexo en la Europa de entreguerras, ‘Lusmord’ (1922) de Otto Dix, quien representó la violencia sufrida por prostituras. IVAM

Sexo en la Europa de entreguerras, ‘Lusmord’ (1922) de Otto Dix, quien representó la violencia sufrida por prostituras. IVAM

Lusmord (1922) de Otto Dix, quien representó la violencia sufrida por prostituras / IVAM

En Viena, por ejemplo, andaban Egon Schiele y Gustav Klimt levantando naipes de caderas al aire, aventando pechos, haciéndonos voyeurs de un zoo de pubis celestes. Y, antes de que el nazismo los pusiera en la nómina del arte degenerado y el exilio los salvara precipitadamente de acabar en una fosa común o en un cementerio, Otto Dix y George Grosz plasmaron el descarnado acuario de proxenetas y prostitutas del extrarradio de Berlín como dardo de una sociedad, la alemana de los felices veinte, astillada, dividida entre una frivolidad con oros de champán y mutilados de guerra.

Casi con el mismo trote, Carol Rama puso en pie en la década de los treinta en Turín una iconografía de seres que parecen flotar en el aire, con sus lenguas afiladas asomando por las esquinas de la tela, lenguas que podrían significar cualquier cosa. El marcado carácter sexual de sus trabajos –opuestos a la moral del fascio italiano– le costaría el apelativo de obscena. Así, su primera exposición en la Galería Faber, celebrada en 1945, posiblemente en abril, tras la caída de Mussolini, fue censurada: 27 acuarelas fueron retiradas y algunas de ellas, se cree, extraviadas o destruidas. 

Sexo en la Europa de entreguerras, La obra de Carla Roma ‘Appassionata (Marta e i marchettoni)’, ejecutada en 1939.  IVAM

Sexo en la Europa de entreguerras, La obra de Carla Roma ‘Appassionata (Marta e i marchettoni)’, ejecutada en 1939. IVAM

La obra de Carla Roma Appassionata (Marta e i marchettoni), ejecutada en 1939 / IVAM

“Pecar es una de las cosas más importantes de la vida […]; pecar es una de las cosas más hermosas que existen el mundo”, proclamó Carol Rama, quien ahora capitanea con su obra Appassionata Marta e marchettoni (1939) la exposición del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) Des/orden moral. Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras. Hasta el 21 de marzo de 2021, la muestra aglutina a más de cincuenta artistas –muchos de ellos alejados del foco habitual de los museos– que aportan 219 piezas entre pinturas, dibujos, grabados, fotografías, esculturas y películas.   

En conclusión, una reunión dispar, originaria de todo el continente y unida por el comisario Juan Vicente Aliaga, cuyo discurso explora aquí la dinámica de libertades y represiones en torno al sexo a la salida de la Primera Guerra Mundial. “El deseo de vivir tras un periodo aciago estimuló la aparición de comportamientos de individuos y grupos que se apartaron de las reglas dominantes”, ha señalado el profesor y crítico, quien detecta una consecuencia creativa: “Los años veinte y treinta vieron nacer así propuestas artísticas muy ambiciosas en la representación de la sexualidad”. 

Sexo en la Europa de entreguerras, Una de las acuarelas de Rudolf Schlichter, ‘Domina mea’, realizada hacia 1927. IVAM

Sexo en la Europa de entreguerras, Una de las acuarelas de Rudolf Schlichter, ‘Domina mea’, realizada hacia 1927. IVAM

Una de las acuarelas de Rudolf Schlichter, Domina mea, realizada hacia 1927 / IVAM 

Siete etapas proponen un recorrido temático por Des/orden moral. Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras, que arranca con una primera sección dedicada al culto al cuerpo y presidida por los lienzos de Eugène Jansson Flottans Badhaus (1907), en el que un grupo de hombres desnudos contemplan expectantes el salto de otro en la distancia, y de Duncan Grant Bathers by the Pond (1920), donde seis bañistas toman relajadamente el sol en un estanque. De este último, figura principal del círculo de Bloomsbury, se muestran algunos de sus dibujos homoeróticos, ocultos durante años en carpetas.

A partir de ahí, la cita del IVAM pone ante el espejo las diferentes representaciones de la sexualidad que acometieron los artistas alemanes durante la República de Weimar, donde el amor entre mujeres adquirió una visibilidad insólita gracias a las ilustraciones de Jeanne Mammen para la revista Simplicissimus y la película de Leontine Sagan Mädchen in Uniform (Muchachas de uniforme, 1931), que narra la fascinación que siente una alumna por su profesora en un internado. El filme fue prohibido para jóvenes y, años después, censurada completamente por el régimen nazi. 

La exposición también hace parada en las relaciones lésbicas que pintó Tamara de Lempicka, las reflexiones sobre la identidad sexual que proponen las fotografías de Claude Cahun (pseudónimo masculino de Lucy Schwob) y la representación de escenas de fetichismo o sadomasoquismo por  Rudolf Schlichter. Ya en el ámbito español, se aborda desde el patrocinio de Alfonso XIII a películas pornográficas hasta las propuestas más avanzadas de Maruja Mallo, Gabriel Morcillo y Federico García Lorca, quien plasmó el amor prohibido en un hermoso dibujo titulado El beso (1927).

Sexo en la Europa de entreguerras, Una persona recorre la exposición ‘Des/Orden Moral. Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras'. EFE

Sexo en la Europa de entreguerras, Una persona recorre la exposición ‘Des/Orden Moral. Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras'. EFE

Una persona recorre la exposición Des/Orden Moral. Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras / EFE

De vuelta al comienzo, la exposición del IVAM cierra su propuesta con la posición de los totalitarismos, centrados en el culto al cuerpo y la exaltación de la fuerza y la masculinidad, tal como se detecta en la cartelería soviética o en las figuras de Arno Breker y Josef Thorak, dos de los escultores oficiales del Tercer Reich. Pero también, entonces, existía la transgresión: se exhiben algunas de las fotografías rescatadas por el artista Martin Damman de militares nazis travestidos, quienes encarnaban así al género ausente y daban rienda suelta a su anhelo por las emociones y la sexualidad femenina.