Dibujo del persona de cómic Gil Jourdan en la pared de un edificio / FLICKR

Dibujo del persona de cómic Gil Jourdan en la pared de un edificio / FLICKR

Artes

De la novela al cómic: camino equivocado

Parece oportunista reducir la historia a viñetas, se trata de "dignificar" el medio incorporando a él la gran cultura, pero hace lo contrario: reducir esas figuras a la caricatura anecdótica

24 marzo, 2019 00:00

Escribí El canon de los cómics, a medias con Ramón de España, con quien tiempo atrás estuve involucrado en varias editoriales y en la publicación de tebeos, bajo la dirección casi siempre del admirable Joan Navarro. El mismo Canon lo publicó Navarro en 1997, en editorial Glénat, se agotó la edición y ya es inencontrable.

Digo que lo escribí a medias con Ramón, porque así fue literalmente: elegimos entre los dos los que consideramos los cien mejores cómics de todos los tiempos, siguiendo nuestro criterio propio y subjetivo, así que nada de Yellow Kid in Slumberland, ni de Rip Kirby, pasamos olímpicamente de los clásicos reconsagrados en las enciclopedias del género y en cambio me permití, por ejemplo, incluir entre los cien mejores a Tillieux, el autor de Gil Jourdan (Gil Pupil·la en la edición en catalán). Ramón y yo nos repartimos, por capítulos, los autores. Así que yo escribí la mitad del libro, y él la otra mitad.

Alguna vez le he hecho notar, maliciosamente, que “la mitad del libro está muy bien escrita, la mitad del libro es magistral. En cambio la otra mitad es claramente deficiente”. Lo curioso es que en esto él siempre me da la razón: “Tienes razón, la mitad es estupenda y la otra mitad, una maldita birria”. Me alegro de que estemos totalmente de acuerdo.

Pero, claro, siendo esto así no quisiera que ese libro se reeditase, pues me parece que habría de reescribirse la mitad --la mitad mediocre-- para que alcanzase el nivel de excelencia de la mitad maravillosamente inteligente y bien escrita. Y quizá tendríamos que añadir alguna que otra obra maestra de las que han sido publicadas desde entonces. Piénsese que nuestro Canon incluyó, como lo más moderno, lo más actual, dos obras de principios de los años 90, a saber el Hate (Odio) de Peter Bagge y Like a velvet glove cast in iron (Como un guante de terciopelo hecho en acero) obra de Dan Clowes en un género híbrido entre el relato negro y el onirismo surrealista; Clowes luego se daría a conocer también a un público ajeno al interés por los cómics gracias a sus colaboraciones en el cine, donde ha sido ilustrador y guionista, entre otros, de guiones propios. Entre los cuales el más famoso es esa delicia de película titulada Ghost world, basada en las mismas historietas que publicaba en su revista Eightball (Bola 8, o Bola nagra), donde si no recuerdo mal hizo su primer papel, siendo muy joven, Scarlett Johansson, cuya belleza era doblemente perturbadora precisamente por el efecto de la novedad, de la sorpresa.

Por cierto que años después un prestigioso medio anglosajón entronizó a esta actriz como “la mujer más sexy del mundo”, lo cual hizo exclamar a un conocido periodista barcelonés: “¡Cómo va a ser la más sexy… Si es un llavero!” Aludiendo a que es bajita. No era el único periodista en encontrarle imperfecciones a Scarlett. Qué atrevida es la ignorancia, ¿verdad? En fin, no creo que a ella le importe demasiado. No creo que le genere inseguridades…

Volviendo a El canon de los Cómics: Peter Bagge es un gran talento en el humor costumbrista y Hate el retrato más o menos autobiográfico de una generación “X”, la suya, en la que todos eran “flatmates”, o sea todos vivían en pisos compartidos y todos eran más o menos freakies y neuróticos, en incesante búsqueda de la estabilidad económica y emocional. O sea una especie de versión sincera, auténtica, realista con el realismo del esperpento y muy pero que muy graciosa, de esa aberración televisiva que fue Friends, dios castigue a todos los subnormales que colaboraron en tan dañina serie.

--¿Incluida Lisa Kudrow?
--¡Sí, incluida Lisa Kudrow!

En cuanto a Dan Clowes, lo tengo por un auténtico y muy prolífico genio de la narrativa universal, pero creo que su revista Eightball, que cerró a principios de siglo, fue lo mejor que ha hecho. Por mí, tanto Clowes como Bagge podrían echarse a descansar y no acercarse nunca más a un lápiz, porque ya hicieron abundantes milagros en sus años apoteósicos.

Concebí El canon de los cómic como una despedida personal de ese medio de comunicación de masas --“el cine de los pobres” como lo llamaba Hugo Pratt (su obra maestra Una ballata del mare salato también figura en el libro)--. Pasé a hacer otras cosas. La industria española y la italiana se habían hundido, el panorama internacional estaba dominado por los mangas japoneses y los superhéroes americanos, me pareció que la aventura del tebeo para adultos daba sus últimas boqueadas. Como lenguaje, el del cómic es muy maleable y atractivo pero también presenta serias deficiencias, ciertas carencias expresivas. Lauzier y Régis Franc lo abandonaron para meterse a hacer cine. Otros grandes se pasaron a la ilustración. En fin, fue bonito mientras duró. Ésa era, por lo menos, mi sensación, y actué en consecuencia.

Veo --desde lejos-- que una de las tendencias actuales más exitosas es la traslación a viñetas de obras literarias y la biografía de figuras de la Historia. Qué grandes y evidentes errores conceptuales. Si ya fue un disparate mayúsculo que Wolker Schlöndorff rodase una película con Un amor de Swann (la primera parte del primer volumen de En busca del tiempo perdido), demostrando no haber comprendido que la sustancia de ese libro, como la de todas las obras maestras de la modernidad literaria, es el mismo lenguaje escrito, y que la grandeza de la obra de Proust es verbal, no puede calificarse sino como aberración e impertinencia llevarla al lenguaje del cómic, como ha hecho un artífice cuyo nombre no pronunciaré.

Parece oportunista y en cualquier caso está asombrosamente equivocado reducir la poesía, la vida y muerte de Lorca, de Kafka, de Van Gogh o de Anna Frank a viñetas. Se trata, supongo, de “dignificar” el medio incorporando a él la gran cultura y la Historia, pero lo que se hace es exactamente lo contrario: esquematizar, reducir, esas figuras y esas obras a la caricatura anecdótica. Figuras y obras que se merecen un mayor respeto. Mejor que entrar a saco en ese noble legado sería dejarlas intocadas y a la hora de hacer cómics buscar inspiración en las enseñanzas de Clowes o de Bagge.