Artes

Mi nombre es Legión

25 febrero, 2017 00:00

Aunque la más elemental prudencia aconseje mantenerse alejado como de la peste de las adaptaciones audiovisuales de los tebeos de súper héroes –como bien sabemos los que intentamos tragarnos enteras, sin éxito en mi caso, Batman vs. Superman y Captain America: Civil war, por citar dos ejemplos particularmente dañinos–, a veces hay que hacer alguna excepción a la regla, como ha hecho un servidor con Legión, que emite desde hace un par de semanas el canal Fox.

Sobre el papel, Legión no ofrece excesivo interés. Las aventuras de un secundario de los X Men –aunque de lujo, pues es el hijo del jefe de la banda de mutantes, el profesor Charles Xavier– no es algo que uno se muera de ganas de ver. Pero cuando te enteras de que el creador de la serie es Noah Hawley, el hombre que reinventó brillantemente la película de los hermanos Coen Fargo en forma de serial, la cosa cambia. Si un tipo eficaz e inteligente como Noah Hawley se ha puesto al frente de semejante proyecto, te dices, debe ser por algo más que pillar una buena pasta. Y por lo visto hasta ahora, saltarme la regla de no ver adaptaciones de cómics de súper tipos ha salido muy a cuenta, pues Legión es una propuesta experimental que ofrece una nueva visión de un universo de lo más manido y rutinario.

Visualmente, Legión es muy atractiva y novedosa, y aunque no sepamos muy bien a dónde nos conduce la (algo confusa) trama, nos enganchamos a ella

Legión nos cuenta la historia de David Haller (Dan Stevens, uno de los pisaverdes de Downton Abbey, cuyos rasgos se han endurecido notablemente, haciéndole perder el aspecto de petimetre británico por el que lo recordábamos), un tipo recluido en un psiquiátrico por una esquizofrenia galopante que, en realidad, es la clave de su mutación genética, de la que el Gobierno confía sacar partido. En el manicomio se echa una novia que tiene alergia a que la toquen y que, en un rasgo de humor pop, se llama Syd Barrett, como el líder de Pink Floyd, que también acabó como una chota, aunque en su caso por abuso del LSD (igual hay una nueva moda al respecto, ya que el personaje que interpreta Madchen Amick en Riverdale atiende por Alice Cooper). Ambos escapan del centro con la ayuda de una misteriosa mujer dispuesta a devolverles su dignidad de mutantes e involucrarlos en unas actividades que de momento no están muy claras, pero todo parece indicar que no serán del agrado del Gobierno.

Visualmente, Legión es muy atractiva y novedosa, y aunque no sepamos muy bien a dónde nos conduce la (algo confusa) trama, nos enganchamos a ella y, cosa extraña, hasta empatizamos con David y Syd. La propuesta es profundamente pop, tanto visualmente como en la elección de los temas que suenan (cabe destacar la oportuna inserción del clásico de los Stones She's like a rainbow). Conclusión: a veces hay que saltarse las reglas autoimpuestas por precaución para acceder a productos que valen la pena.