Aquí está el búnker de guerra mejor conservado de Barcelona

Aquí está el búnker de guerra mejor conservado de Barcelona MUTUA UNIVERSAL

Historia

Ni en la montaña ni en las plazas: aquí está el búnker de guerra mejor conservado de Cataluña

Lo que empezó siendo un símbolo de prosperidad de la burguesía catalana, en plena Guerra Civil pasó a tener un papel estratégico para la izquierda

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La guerra causa daños irreparables en la población. A nivel personal y territorial. España todavía conserva pueblos completamente arrasados por las bombas como Belchite o Corbera d’Ebre.

También hay edificaciones construidas exprofeso, como los búnkeres. Son conocidos los que hay en el Turó de la Rovira, los búnkers del Carmel, o los que se hallan en el Poble-sec o en la Plaça del Diamant de Barcelona. Pero hay muchos más.

Estas construcciones recuerdan a la población los horrores de la guerra, una historia que no siempre se quiere recordar, pero que cuentan a un país. Uno de las más peculiares es uno que se encuentra escondido, no bajo tierra ni en alguna montaña, sino en un palacio.

Se trata de una espectacular mansión novecentista ubicada en la zona alta de Barcelona, en la avenida del Tibidabo. En su día era usado como residencia privada, pero acabaría convirtiéndose en sede diplomática de la Unión Soviética durante los años más intensos de la contienda.

Conexión modernista

Otro dato a curioso de este palacio con búnker de guerra es su relación con el modernismo. A pesar de no ser de este estilo, el inmueble fue diseñado entre 1915 y 1918 por el arquitecto de esta corriente, Enric Sagnier.

El farmacéutico Salvador Andreu, empresario barcelonés y promotor de la urbanización de la montaña del Tibidabo, le realizó el encargo.

De quién era el palacio

La construcción reunía los elementos característicos de la arquitectura novecentista: tres plantas, columnas de mármol de Carrara, caballerizas y un amplio jardín que completaba la finca. 

Todo ideal para una persona de la alta burguesía catalana. Pero lo que empezó siendo un símbolo de prosperidad de la burguesía catalana, en plena Guerra Civil pasó a tener un papel estratégico como sede del consulado soviético en la ciudad.

De la burguesía y de los comunistas 

Tras el golpe de Estado de 1936, las autoridades republicanas incautaron el edificio. El consulado soviético, hasta entonces instalado en el hotel Majestic, se trasladó a este palacete del Tibidabo, que desde finales de 1937 adquirió rango de embajada. 

Allí se instaló Vladímir Antónov-Ovséienko, diplomático y veterano de la Revolución rusa, que fue el máximo responsable de las operaciones soviéticas en España durante esos años. 

Embajada soviética

Desde ese lugar se coordinaron misiones diplomáticas, logística militar y operaciones de espionaje vinculadas a la ayuda soviética a la República. 

Esto tenía ciertos riesgos y cuando los bombardeos aéreos sobre Barcelona fueron a partir de 1937, tuvieron que intervenir el inmuble. Sus nuevos inquilinos construyeron un refugio subterráneo que garantizara la seguridad del personal diplomático. 

Cómo es el búnker

Bajo el palacete se levantó un búnker de más de 50 metros cuadrados, reforzado con muros de hormigón armado de 40 centímetros de grosor y protegido con dobles puertas de hierro colado. El sistema de cierre solo podía activarse desde el interior, lo que aseguraba el aislamiento en caso de ataque. 

El refugio estaba concebido para ser completamente autónomo. Disponía de generador eléctrico propio, ventilación avanzada para garantizar aire limpio, cocina, letrinas y varios despachos donde se podía continuar el trabajo diplomático durante los bombardeos. 

Todo estaba pensado para resistir los ataques aéreos, sin dejar de atender la actividad diplomática en momentos de máxima tensión política y militar.

Estaba todo pensado. Una de las salidas de emergencia del búnker se situaba junto a la entrada de vehículos de la mansión, al lado del jardín, lo que permitía una evacuación rápida hacia el exterior. 

Sala de operaciones

Mientras, desde la sede diplomática del Tibidabo se gestionaron operaciones clave, como el apoyo logístico a la retaguardia republicana mediante envíos de armas y suministros

También desde allí se organizó la operación que culminó con la detención del dirigente del POUM, Andreu Nin, en junio de 1937, un episodio que marcó la represión de las disidencias políticas en el bando republicano.

Ocupación franquista

La mansión permaneció como sede diplomática soviética hasta el final de la Guerra Civil. Con la victoria franquista, la familia Andreu recuperó el inmueble en el mismo estado en que lo habían dejado los diplomáticos soviéticos, incluyendo el refugio subterráneo. 

Décadas más tarde, durante los años setenta, los salones del palacete llegaron a acoger cenas oficiales de la dictadura franquista. Mientras, bajo sus cimientos, se mantenía intacto el búnker.

Cómo está ahora

Parra muchos, el estado de conservación de este refugio es excepcional en comparación con otros espacios similares de Barcelona. 

Se preservan todavía cuadros eléctricos, puertas originales, maquinaria y restos de mobiliario de la época. Incluso se ha conservado una bandera soviética descolorida, vinculada a la presencia del diplomático Antónov-Ovséienko. 

El acceso restringido y su ubicación bajo un edificio privado han contribuido a que no sufriera deterioros ni modificaciones significativas durante décadas.

Qué hay ahora

Actualmente, el edificio alberga la sede de Mutua Universal y se encuentra catalogado con nivel C de protección patrimonial. Su fachada y su jardín no dejan entrever la existencia del refugio oculto en su subsuelo. 

El búnker no está abierto a visitas públicas, aunque en ocasiones se han difundido imágenes de su interior a través de la web corporativa de la institución que ocupa la finca.